Afrontábamos Pakistán a través de Sistán-Baluchistán, solicitamos una escolta hasta Quetta. No la obtuvimos y afrontamos unas duras jornadas hasta llegar, carreteras penosas, pinchazos y tormentas de arena. Nos pusieron escolta cuando ya habíamos pasado la «zona de riesgo», debíamos parar en algún taller a instalar otro depósito, dimos de nuevo con la hospitalidad musulmana en Sahiwal. En Islamabad descansaríamos unos días y prepararíamos nuestro asalto hacia el norte. Sin duda estos 2000 kilómetros desde la frontera hasta Islamabad fueron los más duros del viaje.