Islamabad, preparándonos para India

17 de junio de 2006

Muchas eran las cosas que queríamos hacer en Islamabad antes de cruzar por fin la frontera a la India, meca de viajeros, si no las hicimos todas al menos sí las más importantes. Sabíamos que nuestra estancia sería larga, de al menos diez días, en primer lugar solicitaríamos una extensión de nuestro visado, que caducaba al día siguiente de llegar a la ciudad, y una vez lo tuviéramos solicitaríamos el visado para la India que tardaría una semana.

Nuestras tremendas compañeras en el camping de Islamabad

Nuestras tremendas compañeras en el camping de Islamabad

Haciendo hogar en el camping

Haciendo hogar en el camping

El camping estaba desierto si lo comparamos con nuestra estancia en el mes de abril, un camión naranja enorme era el protagonista, en él viajaban unas 50 personas en su mayoría ingleses, también había un todoterreno suizo recién llegado y dos parejas alemanas con sus bicicletas. Nosotros escogimos un sitio más sombreado que la primera vez y nos acomodamos para pasar los siguientes días deseando que el monzón no se retrasase.

El trámite de la extensión del visado se alargó tres días, así que no pudimos solicitar el ansiado visado para la India hasta el martes 20 de junio, estarían listos el 27 por la tarde; en todo el mundo este visado dura seis meses y posee entradas y salidas múltiples, pero en la embajada en Pakistán no dan más de tres meses y una sola entrada, es decir, que si planeas estar más tiempo en el país o viajar a Nepal, Bangladesh o Sri Lanka, te verás obligado a solicitar un nuevo visado en uno de estos países.

Islamabad-IVYa estábamos tranquilos, los visados estaban tramitándose, podríamos dedicarnos a preparar la actualización de la web, hacer algunos cambios en la furgo, llevarla al taller y, sobre todo, a seguir el mundial de fútbol… El primer día encontramos un internet-café con televisión donde nos ofrecieron ver los partidos, incluso los de las doce de la noche, se convirtió en nuestro segundo hogar en Islamabad.

Nuestra vida se tornó rutinaria esos días, el calor era tan sofocante que no daba lugar a grandes actividades, a primera hora dábamos una vuelta por el Abpara Market, hacíamos las compras necesarias y nos tomábamos un gran batido de mango o de plátano por 30 ó 40 rupias (medio euro). Antes de que apretase mucho el calor regresábamos al camping donde dejábamos que las horas pasasen. Rafa solía disfrutar de una siesta pegajosa, tiempo que yo dedicaba a la web o a leer. Otros apasionantes entretenimientos eran fregar los cacharros o lavar y tender la ropa, el tedio nos iba ganando poco a poco.

La fauna del lugar nos tenía fascinados, el camping está en la jungla, durante el día los protagonistas eran los pájaros (uno parecido al carpintero con una cresta, otro con una especie de antifaz amarillo, las águilas, y los horribles cuervos), las ardillas y los insectos (avispas completamente amarillas, hormigas enormes y mosquitos a rayas), por las noches les tocaba el turno a los búhos y a los murciélagos. Una noche de monzón los árboles sintieron como decenas de vampiros o zorros voladores se colgaban de sus ramas, parecían monos, la envergadura de muchos de ellos superaba con creces un metro. Pero el rey de la fiesta apareció dos noches después y nos regaló su presencia dos noches seguidas, se trataba de un armadillo, de casi metro y medio de largo.

Mezquita Faisal de Islamabad. ¡La CIA creyó que los minaretes eran lanzaderas de misiles!

Mezquita Faisal de Islamabad. ¡La CIA creyó que los minaretes eran lanzaderas de misiles!

Algo que nos sacaba de la rutina eran las conversaciones con otros viajeros, así conocimos a una simpática pareja suiza que viajaba en jeep durante un año, en pocos días obtendrían el visado para China y se lanzarían al norte de Pakistán, les dimos algunos contactos y direcciones en las Áreas del Norte. Otra interesante conversación tuvo lugar con una entrañable familia francesa, formada por la pareja y dos hijos mellizos de seis años, niño y niña; venían de pasar casi un año entre India y Nepal, con ellos intercambiamos información y consejos, y quedamos en reunirnos de nuevo en Nepal este verano. Tampoco faltaron los italianos en moto, Francesco y Giacovo, con los que compartimos varios partidos, y nuestros queridos Nico y Roger, que tal como llegaron se fueron (ya tenían el visado para la India), con ellos quedamos en Lahore para cruzar juntos la frontera.

Nuestra nueva y flamante matrícula

Nuestra nueva y flamante matrícula

Os preguntaréis por qué en vez de quedarnos esperando en Islamabad no nos fuimos por ahí una semana, pues bien, una de las cosas importantes que teníamos que hacer era recibir una caja desde España. Como el envío que habíamos hecho en abril con Fedex había ido bien decidimos usar la misma compañía de nuevo, ¡en qué hora!, se convirtió en nuestra peor pesadilla esos días. El día 20 nos presentamos en las oficinas con la idea de recoger el paquete, en él venían documentos importantes como el nuevo Carnet de Passage y los nuevos carnets de conducir internacionales (que aún nadie nos ha solicitado), una batería y un adaptador nuevo para el portátil, algunos manjares (queso manchego, anchoas, aceitunas, café…) y algunas cosillas más. Cuál es nuestra sorpresa al ver que la caja no está allí, tras insistir un rato nos pasan con el responsable que muy sonriente nos dice que nuestra caja está retenida en Costums o Aduanas en el aeropuerto de Lahore, tenían una notificación escrita desde hace cinco días, pero a nadie se le había ocurrido contactarnos por teléfono o por email. Según el tipo sonriente teníamos que enviar una carta a aduanas comprometiéndonos a pagar las tasas, después de mucho discutir sobre el anuncio de 72 HOURS – FEDEX y demás mentiras que venden estas compañías redactamos la carta. Esos días hubo muchas idas y venidas y muchos cabreos que no nos sirvieron de nada, los … de aduanas nos exigieron un pago de 9.000 rupias (120-130 euros) si queríamos sacar la caja de allí (incluidas las tasas de almacenamiento de esos días, de coña), que suponía más o menos el valor del contenido, vamos, una auténtica vergüenza que aún me revuelve el estómago si lo pienso. Al final recogimos la caja una semana después, y porque fuimos muy pesados, y pagamos como idiotas, ¡qué remedio nos quedaba!

Pindi-IIEl lunes 26 nos levantamos con ánimo para ir en busca del taller, la dirección que nos habían dado Roger y Nico parecía bastante sencilla, no nos costó mucho llegar, pero al hacerlo nos quedamos un poco sorprendidos, no era un taller sino una pequeña tienda con repuestos VW para viejos modelos. El dueño llegó media hora después y resultó ser muy simpático y eficaz, nos llevó a un taller con el que trabajaba que se dedicaba a coches VW, los mecánicos parecían saberlo todo sobre furgonetas. En un rato nos cambiaron el aceite y los filtros de aceite y de gasóleo, nos soplaron el de aire y el de polen y nos revisaron manguitos y correas, todo por 200 rupias de mano de obra (menos de tres euros). El mecánico jefe nos confirmó que el problema que teníamos con el embrague era por un exceso de cuero en el disco que nos habían reparado, dijo que poco a poco podríamos meter la marcha atrás sin necesidad de quitar el contacto.

Rawalpindi, un caso de ciudad

Rawalpindi, un caso de ciudad

Regresamos a la tienda donde nos esperaban tres espejos derechos recién hechos, los queríamos porque todos los overlanders nos han comentado que en India te los rompen con regularidad (los autobuses circulan como locos), esperamos que no nos rompan todo el mecanismo y que con pegar un espejo nuevo cada vez nos valga, ¡y nosotros que nos trajimos un repuesto completo del espejo retrovisor del conductor! Por último nos acompañaron a revisar el aire acondicionado, cuando nos arreglaron el disco de embrague en Gulmit los mecánicos nos dijeron que tendríamos que rellenarlo, el chico que nos lo miró comentó que estaba casi lleno pero que lo recargaría un poco, en la India lo íbamos a necesitar.

La furgo ya estaba preparada para una nueva etapa, pero aún le esperaba un cambio… Una de esas cosas que provoca el calor es la falta de lucidez, una noche, cuando ya se podía respirar de nuevo pasamos por una tienda donde hacían placas, placas para despachos, para tiendas y para vehículos, y se nos pasó por la cabeza poner una nueva matrícula al coche, sabíamos que en Europa no nos permitirían viajar con ella pero en Asia seguro que sí. Rafa escogió el diseño y la pidió al día siguiente, guardamos la antigua para la vuelta, ya estábamos listos, en cuanto tengamos los visados podremos irnos por fin de la gran capital, donde el monzón no termina de llegar.

España ya había sido eliminada del mundial, como no dudábamos que ocurriría, éramos libres, India nos esperaba.