La estancia de dos meses en el norte de Pakistán estuvo marcada por la mítica KKH, que atraviesa una de las regiones más duras y bellas del planeta. Derrumbamientos continuos, glaciares que invadían la carretera y largos tramos sin asfaltar que pasaron factura a la furgoneta cuando en un desvio rompimos el embrague. Por fortuna la hospitalidad pakistaní hizo de esta espera una experiencia inolvidable en Ghulmit. Nos llevamos de esta región muchos amigos, imágenes inolvidables de las montañas más altas del planeta, mucha aventura y buenos recuerdos.