Rakaposhi, soberano de Hunza
2 de mayo de 2006
Después de adquirir una nueva tienda de campaña y un termo en Karimabad nos dirigimos hacia el valle opuesto al de Hunza, el valle de Nagyr, presidido por el majestuoso Rakaposhi, una idílica montaña de 7.788 metros, tan cercana a la KKH que en muchos momentos parece como si se fuera a desplomar encima de uno. Tras pasar el puente que cruza el río Hunza aparece un empinado desvío por un camino de piedras hacia el pueblo de Minapin, desde donde comienza el trekking hasta el Campo Base del Rakaposhi. Un hombre local nos pide que le subamos al pueblo distante cinco kilómetros desde el desvío de la KKH, nos dice que podemos llegar sin problemas, y así es, hasta los últimos quinientos metros, donde aparecen unos badenes difíciles de superar, pero por suerte contamos con la inestimable ayuda de la gente del pueblo, que nos pone piedras para poder sortear los badenes, aunque no pueden evitar que en uno de ellos el tubo del silenciador se separe. Por fin llegamos a la Diran Guest House, un delicioso hostal con verdes jardines y donde los propietarios nos reciben alegres. Por la tarde mantuvimos una interesante charla sobre política y también tomamos una suculenta cena a base de dall (una especie de legumbre parecida a la lenteja), ternera y dos estupendas sopas, después ultimamos los detalles del trekking, aunque estábamos a expensas de que el tiempo cambiase.
1er día del trekking
Nos levantamos a las 6.45 de la mañana, hacía un día espléndido, teníamos las mochilas preparadas, pero tuvimos que esperar cerca de dos horas a que llegara el porteador y el burro, al que bautizamos dusty (amigo en urdu). Salimos a las 9 de la mañana de la Diran Guest House, a 2.058 metros de altura, la primera media hora fue muy suave, paseábamos dejando el pueblo a nuestra derecha, aparecían campos de cultivo en terraza y los vecinos nos saludaban mientras andaban atareados en sus labores. Tras un pequeño repecho llegamos a un puente de madera que cruzaba el impetuoso río Minapin, con abundante caudal proveniente de las aguas de glaciares, 2.109 metros. Desde este punto tanto el camino como el paisaje cambiaron bruscamente, comenzamos a subir una fuerte pendiente por un camino empedrado, todos subíamos bien, Hussein Ali (nuestro porteador) se lo tomaba con calma, tirando de Dusty unos 50 metros por detrás de nosotros, a nosotros nos apretaba el calor, pero él ni lo notaba, estaba curtido por el sol y el frío.
A los cuarenta minutos de la dura subida hicimos una parada en un mirador, a 2.394 metros, después seguimos subiendo durante veinte minutos hasta que llegamos a un ancho valle, cubierto de pinos y eucaliptos, aquí toda la ruta iba por terreno llano, no se veía el Rakaposhi, oculto tras una montaña a nuestra derecha, pero a nuestra izquierda aparecían dos preciosos picos cubiertos de nieve, el Mirsikhar, de 5.445 metros, y el Pheker, de 5.465 metros. Hicimos otra parada junto a unas cabañas de piedra, usadas por los pastores durante el verano, había unos burros rebuznando como locos y algunas mujeres recolectando patatas, el lugar es llamado Bang-i-das. Comenzamos a subir de nuevo, aunque de un modo más suave.
Tras un total de dos horas y media caminando sin ninguna prisa llegamos a donde pasaríamos la noche, unas bucólicas praderas verdes en terraza, Hapakun, a 2.900 metros de altura. Comimos una estupenda fabada y nos relajamos, montamos la tienda y nos pusimos a jugar con las ovejas, las cabras y las vacas, muy pastoril. Empezó a soplar el viento con fuerza, mientras yo me echaba un rato Silvia fue a ver la lengua del glaciar de Minapin que surge desde las alturas del Rakaposhi, tuvo la suerte de ver un desprendimiento así que vino corriendo a despertarme y subimos juntos a ver el glaciar.
Al llegar nos encontramos con una enorme estructura de hielo azulado, algo impresionante, pero que nada tenía que ver con lo que veríamos al día siguiente, de vez en cuando oíamos como crujía el hielo, era un ruido seco y muy fuerte. Al volver tuvimos una desagradable aunque en el fondo divertida sorpresa, mientras bajábamos observamos como una vaca estaba sospechosamente cerca de nuestra tienda, había tenido el descuido de dejarla abierta, así que cuando llegamos encontramos toda la bolsa de comida destrozada, sólo nos dejó las dos sopas que cenaríamos esa misma noche, el resto, que era bastante, estaba en la tripa de la vaca que nos miraba con cierta cara de recochineo, nos echamos a reír pero en realidad el percance no nos permitía quedarnos dos noches como era nuestra idea. Cayó la noche e hicimos un reparador fuego, sorprendentemente no hacía frío y estaba totalmente despejado pero aún así no pasamos una buena noche.
2º día del trekking
Nos levantamos a las 8.15 de la mañana y encontramos a Hussein tumbado a nuestro lado, la noche anterior la había pasado en Bang-i Das. Le contamos nuestro percance y le dijimos que volvíamos ese mismo día, pero que antes queríamos subir al Campo Base del Rakaposhi, así que tras recoger todo comenzamos a subir, el cansancio del día anterior se hacía notar y el camino, aunque era corto, tenía una pendiente endiablada, primero entre piedras y el último tramo entre matojos y pinos.
Llegamos a la cresta del monte a la hora de haber empezado, y bueno, todo el esfuerzo tuvo una recompensa inolvidable, en la cresta 3.290 metros, las vistas nos dejaron sin más aliento todavía, vimos el glaciar en todo su brutal esplendor, con picos de hielo como agujas de un color blanquiazul, calculamos una anchura de cerca de 200 metros y una profundidad de 15 ó 20 metros hasta donde veíamos, a la derecha estaba la cima nevada y blanca del Rakaposhi, brillante por la luz del sol, con otras cimas menores a su lado, la imagen era totalmente indescriptible, de una belleza sobrenatural aunque en cierto modo también aterradora.
La cresta continuaba hasta el Campo Base del Rakaposhi, tenía apenas un metro de anchura y a ambos lados sendas caídas de 300 metros, una directa al glaciar y otra hacia las rocas, además nos habían dicho que aún estaba peligroso el paso, que no era recomendable, ya que estaba muy resbaladizo por el deshielo de la nieve, así que decidimos no seguir, ya nos volvíamos más que felices con lo que habíamos visto.
Regresamos por un sendero más marcado, tuvimos que pasar cincuenta metros a través de nieve y hielo, un lugar peligroso, un traspiés te llevaba 400 metros más abajo, así que lo pasamos con cautela. Tardamos cincuenta minutos en bajar, allí nos esperaban nuestros dos fieles amigos, Hussein y Dusty. Tardamos 1:45 en bajar hasta el hostal, llegamos cansados y hambrientos, una copiosa comida nos esperaba.
Por la tarde conoceríamos a un escritor de guías de viaje británico y a su guía, Manzoor, con él estuvimos hablando entre otras cosas del extremado sensacionalismo de las guías de Lonely Planet, que muchas veces están muy alejadas de la realidad. Esa tarde noche nos volveríamos a encontrar con dos overlanders alemanes que habíamos conocido en Islamabad, Gunter y Claus, tomaríamos nuestra primera cerveza desde hacía meses.
Al día siguiente Manzoor nos ayudaría a salir del pueblo, ni nos podíamos imaginar que ese sería el principio de una gran amistad.
Este había sido nuestro primer trekking en Karakorum, pero no el último, inshallah.
Rakaposhi - 7788 metros
La Pradera de Hapakun
Hapakun son una serie de praderas en terraza y también es el lugar donde finalizamos la primera etapa del trekking, las praderas estaban repletas de cabras, ovejas y vacas, muy espabiladas. Desde donde pusimos la tienda se veían las cumbres de varias montañas, como el Mirshikar (5445 m) o el Pheker (5465 m). Tuvimos mucha suerte con el tiempo.
Desde el mirador las vistas del Rakaposhi y del Glaciar Minapin son algo grandioso y a la vez tenebroso, sin duda uno de los mayores espectaculos de la naturaleza que hemos visto jamás. Ninguna expedición ha escalado el pico desde el 1984.