Hunza y Nagar, paraisos en la tierra

28 de abril de 2006

Valle-de-Hunza-VISi existe un lugar en el mundo en el que parece que el hombre puede tocar el cielo ese lugar se encuentra en los Valles de Hunza y Nagar, las montañas no son las más altas del mundo, ninguna supera los 8.000 metros pero se encuentran tan cerca de los pueblos que las puedes tocar con las manos. La KKH se adentra en Danyor en uno de los valles más profundos del mundo, los sietemiles van apareciendo a ambos lados como si de guardianes se tratara, de entre ellos el Rakaposhi se lleva la palma, visible desde casi cualquier punto de Hunza y de Nagar, muestra una de sus mejores caras en Ghulmet, a mitad de camino entre Gilgit Karimabad. El turismo no ha pasado por alto este enclave y varios restaurantes y hoteles invitan a pasar un buen rato simplemente disfrutando de la espléndida vista del Rakaposhi; según un guía británico que conocimos más adelante es en este sitio donde se observa la mayor distancia vertical del mundo, más de 5.500 metros, la cima se encuentra a 7.788 metros y el View Point, como lo llaman, a unos 2.200.

En realidad los valles de Nagar y Hunza parecen ser uno mismo en gran parte de su territorio, pero en el pasado fueron dos reinos claramente diferenciados y siempre en disputa. Según se avanza por la KKH hacia China la orilla derecha del río Hunza corresponde a Nagar, mientras que la orilla izquierda corresponde a Hunza, así en un mismo día se puede cruzar de un lugar al otro por los distintos puentes que unen ambas orillas. A la altura de Karimabad aparece por primera vez el río Nagar y los valles realmente se convierten en dos, el de Hunza avanza hacia la izquierda en dirección al paso de Khunjerab, en este momento nos encontramos de camino al Alto Hunza, el valle que se abre a la derecha es el de Nagar y en pocos kilómetros se alcanza el pueblo de Nagar, capital de la región. Mientras que Hunza es el centro del turismo de la KKH el de Nagar aún resiste virgen a las embestidas de este sector, ninguna carretera asfaltada da acceso al valle y las infraestructuras son mucho más reducidas que las de su vecino.

Valle-de-Hunza-III

Si bien Martin y Ursula nos habían dicho que tardaríamos unas tres horas en llegar a Aliabad nosotros tardamos el doble, condujimos rápido hasta el desvío a Gilgit pero tras cruzar el río a Danyor el paisaje cambió drásticamente dando paso a pueblos rodeados de bellos campos cultivados y arboledas con sombras que invitaban a pasear. No sólo el paisaje cambió, también lo hicieron las gentes, los niños y los no tan niños nos saludaban entusiasmados con esa mezcla de curiosidad y felicidad que poseen las gentes de estos valles. Nuestro paso se hizo más lento, pero no por culpa de la carretera, posiblemente en mejor estado que en el resto de la KKH, sino por lo que nos íbamos encontrando.

Nuestra primera parada oficial fue para comer en un pueblo muy animado, un pequeño restaurante a la entrada del pueblo nos pareció el sitio perfecto, los árboles aportaban la sombra suficiente para comer y no sufrir una insolación. Pudimos comprobar que la comida en las Áreas del Norte no es picante, usan las especias, pero de forma magistral, sin quitar el sabor a la comida, también pudimos comprobar como los precios iban en aumento, la misma ración de ternera guisada costaba en Islamabad 25 rupias, en Chilas 40 rupias y en Hunza 60 rupias; no sólo lo notaríamos en la comida, muchos otros artículos presentaban precios mucho más altos que en la capital.

Una vez saciado nuestro apetito continuamos camino hacia Aliabad, nuestro destino más inmediato, pensábamos no volver a parar, pero el Rakaposhi nos lo impidió, en el View Point de Ghulmet nos vimos obligados a parar de nuevo, no podíamos pasar por alto las maravillosas vistas. Disfrutamos de uno de los tés más agradables de nuestro periplo por el norte de Pakistán. También hicimos un poco de guiris y visitamos una tienda de recuerdos, esta vez cayeron dos posters, uno del K2 y otro del Nanga Parbat, y un topi para Rafael, el típico gorro que usan los Hunzakuts.

Tras unas cuantas paradas más, ya casi al atardecer, llegamos a Aliabad, el centro neurálgico de Middle Hunza por su intensa actividad comercial. No nos costó nada encontrar en camping Rakaposhi, las indicaciones de Nancy y Phillip, la pareja belga que conocimos en Islamabad, fueron muy precisas, a la altura de la mezquita vimos un cartel indicativo y en menos de un minuto estábamos en el hermoso jardín de Gazi. Nos acomodamos bajo un árbol y fuimos a conocer a nuestro anfitrión, un hombre de casi sesenta años cuya única actividad era cuidar de ese pedazo de terreno por si algún turista despistado se dejaba caer por allí. No coincidimos con nadie en todo el tiempo que pasamos allí, hay que reconocer que es el sitio perfecto para quien viaje con su propio vehículo pero no para los demás viajeros que encontraran en Karimabad alojamientos muy económicos y animados.

La primera mañana decidimos ir paseando desde Aliabad hasta Karimabad, anduvimos por la carretera disfrutando del paisaje y saludando a la gente atareada en sus distintas labores. Llevaríamos una hora caminando por la KKH cuando llegamos a un puente sobre el río Hunza, nuestra situación no nos cuadraba en absoluto, habíamos cruzado el pueblo de Ganish un kilómetro atrás, ¿nos habríamos pasado el desvío a Karimabad?

Valle-de-Hunza-II

Preguntamos en el puesto de control apostado a la entrada del puente, efectivamente, Karimabad se hallaba a dos kilómetros de allí en dirección contraria a la que llevábamos. Los policías amablemente nos invitaron a un milktea, aceptamos gustosos, el sol ya apretaba y nos venía bien un descanso. Regresamos sobre nuestros pasos y esta vez sí vimos la desviación, desde ese punto tuvimos que ascender un cuarto de hora por un camino muy empinado, llegamos con la lengua afuera.

Karimabad es el corazón de Hunza, el centro del turismo en la región, posee alojamientos para todos los gustos, se pueden encontrar habitaciones desde 100 rupias, las más austeras con agua fría, hasta 4.000 rupias, las más lujosas. Los restaurantes son más escasos pero la mayoría de los hoteles también tiene restaurante. En nuestra primera visita pudimos ver un par de internet cafés, muchas tiendas de recuerdos y dos tiendas de equipamiento de montaña, también nos topamos con el Café de Hunza, la única cafetería en las Northern Areas que sirve capuchino y café expreso. Este café no era del todo desconocido para nosotros, en una de las revistas que habíamos estudiado para el viaje habíamos leído un artículo sobre el Valle de Hunza y esta cafetería salía muy bien parada en el mismo; conversamos con el chico que nos sirvió los cafés, no era el dueño, le preguntamos por el café, ¿sería posible comprar un par de paquetes de Lavazza?, el chico nos dijo que allí no pero que lo podríamos comprar en el pueblo; el dueño nos echaría una jarra de agua fría encima unos días más tarde, ese café era imposible encontrarlo en Pakistán, lo importaba anualmente de Dubai, tendríamos que seguir con el té.

El café a precio español fue el premio a nuestra jornada, primero recorrimos las tiendas con equipamiento de montaña en busca de una tienda de campaña, sólo las vendían en uno de los establecimientos, tenían una muy sencilla y ligera por 2.000 rupias, las demás eran profesionales y subían de las 5.000 rupias, no tomamos ninguna decisión ese día, pero unos días más tardes compramos la de 2.000 rupias, nos sacaría del apuro en los trekkings que pensábamos hacer. También nos acercamos al fuerte, el Baltit Fort, emblema de la región como bien se puede comprobar en los folletos de las agencias, la subida es imposible, matadora, cuando llegas al fuerte no tienes ganas de visitarlo. Charlamos un rato con el guarda, pero dejamos la visita para otro día, en su lugar nos tomamos un té verde en la caseta de venta de entradas (300 rupias/persona +150 rupias/fotografiar), el hombre es muy amable y charlatán, y se aburre mucho allí solo, le hicimos compañía durante un buen rato.

En esta primera visita desconocíamos que pasaríamos muchísimo tiempo allí más adelante, pero ya sabíamos que al menos regresaríamos en unos días para comprar la tienda y víveres para nuestro primer trekking. Regresamos a Aliabad en un Suzuki, los minibuses que comunican las distintas poblaciones en esta región, el trayecto nos costó diez rupias.

La segunda mañana observamos inquietantemente que una de las ruedas estaba un poco baja, no estábamos seguros de si estaba desinflada o pinchada, la paranoia de Baluchistán ensombrecía nuestras almas, la hinchamos un poco y volvimos a medir la presión, parecía pinchada, de ser verdad sería la segunda rueda de Quetta que pinchábamos, la quinta en el país; en el Camping Site de Islamabad habíamos tenido la misma sensación que en Aliabad y efectivamente estaba pinchada. Por segunda vez en una semana sacamos la rueda de su sitio y la llevamos a un taller cercano, ¡¡bingo!!, quinto pinchazo en Pakistán, una barra metálica de tres milímetros de diámetro y centímetro y medio de largo era la causante de nuestras desgracias, tal y como había ocurrido en Islamabad nos la repararon en el momento, cincuenta rupias y listo; ambas ruedas a día de hoy, más de un mes después del segundo pinchazo, no han dado ningún problema, parece que los remiendos funcionan.

Valle-de-Hunza-IV

Disfrutamos del camping para descansar, lavar ropa y la furgo y conocer un poco más sobre la cultura del lugar de labios de Gazi. Nuestros paseos por Aliabad y Karimabad nos permitieron ver el grado de desarrollo que vive esta región, las escuelas y los centros de salud están por todas partes, los programas de desarrollo del Aga Khan, líder espiritual ismaelita, son aquí más potentes que en cualquier parte del mundo y se centran en la salud y la educación.

La religión Ismaelita y el Aga Khan

La mayor parte de la población de estos valles además de tener un idioma propio, el burushaski, practica la religión Ismaelita, una rama del Islam más cercana a la chía que a la sunna, aunque no por ello se han visto a salvo de persecuciones por ambos lados a lo largo de la historia. Ahora suman algo más de veinte millones en el mundo repartidos entre varios países: Pakistán, India (Bombay), este de África (Kenya), Irán y Siria; para ellos la línea sucesoria de imanes sigue viva, y el actual imán Karim Aga Khan se encuentra en el puesto 49. Las doctrinas son más esotéricas y menos rígidas que en las dos vertientes principales del Islam, tampoco acuden a las mezquitas sino a unos centros de reunión denominados Jamat Khana.

El actual Aga Khan es un hombre muy rico afincado en París, sus programas de desarrollo se extienden por muchos países como así lo refleja la revista de tirada mensual que se edita en su nombre. En las Áreas del Norte de Pakistán son numerosos los proyectos que se llevan a cabo con sus fondos, y no sólo en las zonas de mayoría ismaelí, también en otras regiones de mayoría chií o sunní. El índice de escolarización es el más alto del país, y tanto hombres como mujeres se forman hasta al menos los 16 años; hay gran cantidad de escuelas e institutos, e incluso una universidad en Gilgit, aunque la principal universidad promocionada por el Aga Khan está en Karachi, donde muchos estudiantes hunzakuts acuden a realizar sus estudios universitarios.

Estos proyectos se traducen en una sociedad más abierta y respetuosa, la acogida al extranjero es total y las mujeres podemos caminar sin pañuelo por las calles de los pueblos. Aún así siempre hay que guardar decoro y respetar las costumbres locales, pocas o ninguna extranjera se pasea en tirantes o minifalda. Las mujeres, aunque en mejor situación que en otras regiones, siguen siendo aquí las que se encargan del hogar y de los niños y casi todas se casan a temprana edad (16 años), sigue siendo una zona de hombres. El trato con las mujeres es difícil, aunque saludan amablemente pocas se paran a conversar, y raro es el hombre que nos presenta a su esposa, por ejemplo, de las diez noches que hemos pasado en el camping en ningún momento Gazi nos presentó a su mujer, que vivía en una casa adyacente al camping, conocimos a sus niños y a algún amigo, pero no a su mujer. Pero todo se andará, poco a poco se van introduciendo en el ámbito laboral y quizás algún día sea tan fácil charlar con ellas como lo es ahora con ellos.

Hunza y Nagar

Es quizás en los Valles de Hunza y Nagar donde la KKH muestra su mejor rostro, en este valle la carretera está jalonada por montañas que superan ampliamente los 7.000 metros, las montañas Rakaposhi, Diran, Ultar, Tupodan y muchas más marcan el ritmo de vida de los pueblos hunzakuts.

En Minapin es donde se observa el mayor desnivel del mundo, nosotros estaríamos a unos 2.200 metros y la cumbre del Rakaposhi a 7.788 metros, más de 5.500 metros de desnivel.

Pocas cosechas pueden disfrutar en estas tierras, pero cuando es la época todos los agricultores se lanzan con sus tractores a sembrarlas, el producto estrella es la patata, también se encuentran fácilmente en los mercados cebollas, tomates y ajos. Más difícil es el tema de la fruta, casi toda llega de Punjab y es cara, los frutos locales son los albaricoques, las manzanas y las cerezas.