Primeros pasos en la Karakorum Highway

24 de abril de 2006

Nos entretuvimos charlando con Phillipe y Nancy en el camping de Islamabad, una entrañable pareja belga que llevaba unos años dando vueltas por Asia, dejamos Islamabad sobre las dos de la tarde, camino de las tierras del norte, de Karakorum. Decidimos no coger la carretera que discurría por Cachemira, nos habían comentado algunos viajeros que en estos momentos lo que nos íbamos a encontrar no era agradable, pueblos devastados por el terremoto de octubre del 2005, campos de refugiados y paisajes deshechos por los derrumbamientos. Preferimos coger otra carretera hasta Abbotabad, la ciudad más importante antes de adentrarnos en la provincia de Kohistan, por la carretera veíamos poblaciones rurales con plantaciones en terraza, así como algunos hospitales con un claro carácter colonial, en su mayoría eran médicos cubanos los que trabajaban en ellos, cuando ocurrió el terremoto vinieron al país verdaderas hordas de médicos cubanos.

Hospitalidad-en-AbbotabadEn Abbotabad paramos a dormir en un hostal de nueva construcción que recomendaba la Lonely Planet, cuando entramos a preguntar si podíamos quedarnos a dormir las dos personas que había dentro no dieron mucho crédito a lo que solicitábamos, pero finalmente nos dejaron aparcar dentro, era un lugar muy tranquilo y acogedor. Justo al lado de donde aparcamos había un cartel que indicaba que este hostal había sido utilizado como campo de refugiados para los afectados por el terremoto en Cachemira, por la noche y al día siguiente por la mañana nos enseñaron las vistas de la ciudad, un lugar con muchos campos, rodeado de colinas verdes. Nos pidieron 200 rupias por la noche que pasamos, poco dinero, pero quizás demasiado para Pakistán.

Enseguida la carretera empezó a subir, aunque el estado era bastante aceptable, no sabemos muy bien cuando entramos en la provincia de Kohistan, el caso es que empezamos a subir puertos, dejando ríos al lado de la carretera y preciosos campos en terraza, que ascendían por lugares imposibles, venciendo los desniveles de las montañas, que ya eran bastante aceptables, quizá no para lo que nos esperaba más al norte, pero desde luego si para España, ya que en esta provincia ya empezaban a aparecer los primeros 4000 miles y 5000 miles.

En la carretera había apostados numerosos puestos de nísperos, sin duda la recogida había sido reciente, daban un color añadido bastante atractivo y estaban deliciosos; mientras conducíamos nos comimos una bolsa de dos kilos.

Seguíamos conduciendo, dejando a nuestro paso poblaciones agricultoras y verdes colinas, así como densos bosques de pinos. De repente vimos como el valle se hacía más ancho y por primera vez apareció el Indo, iba pleno de caudal, la mayoría procedente de otros afluentes, repletos de agua procedente del deshielo de los glaciares del Karakorum y el Hindukush, tendría una anchura en este punto de más de cien metros, al cruzar un enorme puente en Thakot había un puesto de control militar y justo al lado un cartel daba la bienvenida oficial a la Karakorum Highway (KKH). No nos dejaron fotografiar el puente, objetivos militares, no había que olvidar que toda esta región que nos disponíamos a recorrer está en disputa, en muchos lugares se necesita un permiso especial para poder pasar y aunque desde 1999 no hay tensiones entre India y Pakistán, la situación geopolítica no está aún del todo definida. Sí que tomamos buenas fotos del río y enseguida continuamos camino. Por delante teníamos 600 km de carretera en Pakistán, hasta el paso de Khunjerab, a 4.800 metros de altura, la frontera entre países a mayor altura del mundo, más allá, ya en territorio chino, la KKH continua su camino durante 300 km más, hasta llegar a Kashgar, la mítica parada de la ruta de la seda, en la semiautónoma provincia de Xinjiang.

KKH-primeros-pasos-II

El Indo acompaña nuestro viaje, se veía pequeño desde las alturas de la KKH, aunque de vez en cuando oíamos los fuertes rápidos que se creaban, de ahí que tuviera un tono pardo, debido a que este impetuoso río arrastra todo lo que pilla. Todos estos pueblos de Kohistan tienen al Indo como su principal sustento, irriga los campos y da de beber a sus habitantes, aunque en muchas ocasiones los pueblos tienen que asentarse literalmente colgados de las laderas de las montañas, sin duda una vida dura, que crea gente sobrehumana, sólo es posible llegar a muchos de estos pueblos en jeep, en burro o a pie.

En esta provincia recomiendan no salirse de la KKH, de todos modos nosotros no podíamos con nuestro vehículo, la región de Kohistan está habitada en su mayoría por Pashtunes y Kohistanís, los primeros son el grupo tribal más grande del mundo, ambos tienen unas costumbres muy arraigadas, así como distintas lenguas, aunque en realidad en cada valle de la KKH existe una lengua y cultura distinta. Hay que pensar que antes de la construcción de esta carretera todos estos pueblos estaban aislados del resto del mundo, es algo increíble, una diversidad cultural que luchan por mantener, de ahí que los mas tradicionales no admiren la KKH, ni mucho menos, ya que, aunque trajo civilización, también trajo «invasión». Estos grupos tribales tienen muchas disputas entre sí y lo mejor es no verse en medio de ellas, no están acostumbrados a visitas extranjeras, aunque nuestra experiencia fue positiva, quizá tuvimos alguna mirada inquisidora, pero nada más.

La carretera estaba en un estado lamentable, llena de horrorosos baches, provocados por las caídas de piedras cuando llueve, tampoco los recientes terremotos ayudaban mucho, es una carretera de dos carriles pero en ocasiones se estrecha, teniéndote que asomar al abismo para poder pasar. Continuamos dejando valles y apareciendo en otros, nuestra media no pasa de 35 km/h, (e incluso exagero), la carretera recorre profundas gargantas, bajo montañas de más de 5000 metros, las curvas, cuestas y baches hacen muy pesada la conducción. Nos pilla el primer desprendimiento, quizá toneladas de arena y piedras han sepultado la carretera, pero un experto trabajador con su máquina soluciona el problema en 15 minutos.

Ya llevamos muchas horas al volante así que decidimos parar en el único hotel que encontramos, pero nuestra furgoneta no puede subir hasta allí así que continuamos camino durante un rato, hasta que llegamos a un puesto de policía, situado justo enfrente de una bonita montaña llamada Gunhser, de 4950 metros. Nos recibe un simpático y anciano militar, que chapurrea un poco de inglés, tiene una gran barba blanca, es Pashtun, nos diría más adelante con un orgullo envidiable.

Es original de una ciudad fronteriza con Afganistán, al sur de Peshawar, llamada Parachinar. Mientras cenamos en la tienda de campaña junto con otros policías nos enseña fotos de su región, en una de ellas aparece un hombre junto a un poster de Osama Bin Laden, ‘Al Qaeda’ nos dice, es algo normal, por lo que hemos oído en la frontera afgano pakistaní hay una gran presencia de esta organización. Seguimos un rato con ellos, charlando y jugando a las damas, hasta que el cansancio nos vence, nuestra primera etapa en la Karakorum Highway ha sido superada con éxito, pero aún nos queda mucho camino por recorrer.

Kohistan

En las áreas del norte el hombre tiene que apañárselas para poder tener campos, es una zona muy accidentada. Los derrumbamientos son algo cotidiano en Kohistan, en muchas ocasiones son los propios locales los que tienen que sacarse «las castañas del fuego».

A su paso por las provincias del norte el Indo lleva consigo un enorme caudal de agua, que sirve de soporte a la población, irrigando sus campos. En Kohistan aún no aparecen los gigantes de más de 7000 metros, aunque su orografía anuncia lo que se avecina unos cientos de kilómetros adelante.