Nos despedimos del Mekong

Nos despedimos del Mekong

Nos despedimos del Mekong 3 de noviembre de 2007 Los franceses utilizaron el Mekong para construir casas coloniales, en muchos casos mansiones, nunca se adentraron con fuerza en las inaccesibles regiones montañosas pero sÍ lo hicieron fácilmente siguiendo el curso de este histórico río. Ciudades del tamaño de pueblos tales como Tha Khaek o Savannakhet crecieron y prosperaron gracias al colonialismo que ha dejado su huella no sólo en la arquitectura. Una carretera bien asfaltada, la nacional 13, circula paralela al río, sin embargo lo hace a una distancia tal que resulta imposible verlo, para disfrutar de buenas vistas hay que aventurarse por caminos que discurren hacia el sur y llevan a poblados y huertos donde el Mekong baña las orillas con suavidad, hasta los lugares donde se supone que hay rápidos parecen tranquilos comparados con cualquier río de montaña. La primera parada fue en medio de la nada, en un pueblecillo perdido donde un templo gira en torno a una huella de Buda, el Wat Pha Baht Phonsan, es un lugar muy acogedor construido sobre piedra viva y es un punto de peregrinación multitudinario, aunque no en ese momento en el que sólo éramos nosotros dos y los chavales de los alrededores que nos seguían con curiosidad por el wat. Para niños curiosos los que se nos juntaron esa tarde, habíamos parado para comer en un bonito lugar junto a un afluente a menos de un kilómetro de su desembocadura, el sitio nos pareció perfecto para pasar la tarde y dormir, lo que no sabíamos es que despertaríamos el interés de una decena de escolares que de regreso...
Vang Vieng

Vang Vieng

Vang Vieng, hacia el abrupto norte 30 de octubre de 2007 Recogimos la furgoneta en la Volkswagen de Bangkok, donde había permanecido durante más de dos meses, y nos pusimos en marcha. Pero antes de dirigirnos a nuestros siguiente destino pudimos disfrutar de la última visita del viaje, de nuevo fue en Bangkok; recogí a Carlos y a Bea en el aeropuerto de la capital a las 5 de la tarde y nos reunimos con Rafa dos horas después en la calle Khao San Road donde nos tomamos unas cervezas antes de ir a cenar a base de pescado a la brasa al koreano que descubrimos en agosto con Mónica y Javi en la calle Rambuttri. Las cinco horas que pasamos juntos fueron muy divertidas y nos pusimos al día de cómo iba el país y nuestros amigos comunes, allí nos despedimos con intención de volver a vernos en el mismo lugar antes de que regresaran, pero no pudo ser, se prepararon un plan tan completo que sólo regresaron a la capital para coger el avión de regreso a Europa. Mientras ellos vivían la Tailandia más salvaje haciendo rafting, bicicleta y submarinismo, nosotros nos dirigíamos a Laos bajo cuerda, nuestro permiso caducaba al día siguiente, debíamos conducir hasta la frontera y cruzarla en un día, prueba superada gracias al buen estado de las carreteras tailandesas. Nada más cruzar la frontera condujimos al norte, hacia Vang Vieng, uno de esos lugares de los que tanto habíamos oído hablar. El camino fue muy espectacular, montañas afiladas y profundos valles, casi como gargantas, la furgoneta se portó como una campeona y ascendió...