Los contrastes de Siem Reap

21 de octubre de 2007

Siem-Reap-IIINuestra visita a Camboya se centró única y exclusivamente en Angkor y los alrededores de Siem Reap, llevábamos ya más de dos meses con las mochilas y ansiábamos regresar a Bangkok lo antes posible y recuperar la furgoneta. Por esa razón decidimos volar directamente desde Ho Chi Minh hasta aquí, pasar tres días y regresar por tierra a Tailandia. El aeropuerto de Siem Reap es el primer ejemplo del contraste entre riqueza y pobreza que pudimos observar, fue construido para uso exclusivo de los turistas y en él un grupo numeroso de azafatas/os se encarga de recibirnos y mostrarnos el camino al mostrador donde se adquieren los visados: 20$ por persona más 1$ si no tienes fotografía. Compartimos el taxi hasta el centro de la ciudad con una pareja de franceses y allí nos dejamos liar por un moto-carro para que nos acercara a un hotel, el primero de la lista estaba lleno, así que el conductor nos llevó a otro con piscina que estaba lleno de españoles y cuyo precio estaba en 10$ la noche, precio muy distinto de los más de 300$ (hasta 700$) que se paga en los grandes hoteles de lujo que abundan en la diminuta ciudad.

En el poco tiempo que estuvimos pudimos comprobar el estado de subdesarrollo en el que se halla el país, uno de los más pobres de Asia y uno de los más castigados por las guerras en el siglo pasado. El gran lujo de hoteles y restaurante contrasta de forma dramática con los suburbios de la ciudad, a menos de medio kilómetro del centro, en estos barrios las familias viven en casas sobre pilotes asomadas al río, un río donde los desechos son vertidos a diario sin control; los niños vestidos con harapos asisten a una clase improvisada en una barraca cubierta y las gentes se afanan en sus labores diarias o en los pequeños negocios. Pronto descubrimos que no somos los primeros visitantes y que muchos adultos se sienten como monos de feria, nuestra intención es buena y nuestra actitud respetuosa pero entendemos su aversión hacia nosotros, posiblemente se trata de familias que viven ajenas a los beneficios económicos que el turismo está dejando en la región, sus vidas reflejan la verdadera situación de la mayoría de los camboyanos que luchan por salir de la pobreza y sueñan con una vida mejor para sus hijos.

Siem-Reap

Alrededores de Siem Reap

Continuamos caminando, los niños son ajenos al rencor de sus padres y se acercan a nosotros con curiosidad, para curiosidad la nuestra al descubrir que ninguno de ellos nos pide nada, los que mendigan se distribuyen por los monumentos y acosan a los turistas para obtener lo máximo de ellos; seguimos denunciando que es un error, tal vez piensan que ayudan a las familias dando unos pocos dólares a los niños pero en realidad lo único que consiguen es fomentar la mendicidad y sacar a los más pequeños de las escuelas, siempre será más productivo dar donaciones a las organizaciones locales que ayudan al desarrollo.

Siem-Reap-IISalimos de la barriada y regresamos a la zona más turística por la otra margen del río, junto al mercado se agolpan los conductores, más de los necesarios para el flujo de turistas. Comentamos que para muchas familias el dinero que estos hombres aportan supone el único ingreso, también comentamos que el que consigue un cliente al día por 6$ seguramente gane más dinero que cualquier agricultor, pescador o asalariado, una forma más fácil de ganarse la vida; la competencia es brutal, los más despabilados chapurrean inglés y otros idiomas, son simpáticos y en seguida se ganan a su cliente, tal y como nos ocurrió a nosotros el segundo día de estancia.

Otra forma segura de ganarse la vida es trabajar en cualquier otra rama del sector turístico, decenas de restaurantes y bares se acumulan en los alrededores del mercado, de nuevo todos los presupuestos están representados en los negocios, tampoco hay que olvidar hoteles y tiendas de recuerdos, donde los souvenirs comienzan con precios mucho más elevados que en la vecina Tailandia, todo en dólares americanos, siempre en dólares americanos, la moneda de curso legal más extendida en el país.

El cuarto día madrugamos, un taxi nos viene a recoger para llevarnos junto a otra pareja a la frontera con Tailandia, esta opción de transporte es sólo 2$ más cara que el autobús y te permite alcanzar Poipet en unas 4 horas.

Siem-Reap-IVTodo lo que habíamos escuchado sobre este tramo de carretera es cierto, unos 150 km de pesadilla bajo las ruedas, el asfalto desaparece muy pronto para dar paso a un firme peor que cualquier camino de tierra, algo sorprendente dada la calidad de las carreteras en torno a Siem Reap, comenzamos a creer en la leyenda que dice que un acuerdo entre el gobierno central de Camboya y alguna compañía aérea mantiene en ese penoso estado la carretera con el objeto de que los turistas sigan volando de Bangkok a Siem Reap en vez de coger un autobús, si estuviera bien asfaltada dicho trayecto podría durar menos de cinco horas más los trámites aduaneros, duración muy razonable para los que prefieren no volar.

Durante el «paseo» pudimos confirmar las sospechas, el desarrollo de Siem Reap no es ni de lejos el reflejo de la situación nacional, junto a la «carretera» observamos viviendas muy humildes y gentes trabajando en el campo o esperando junto a la carretera, quizás a que su suerte cambie.

Con las posaderas destrozadas descendemos del taxi en una típica ciudad fronteriza del Sudeste Asiático, nada acogedoras y llenas de oportunistas al acecho del viajero despistado, sin grandes problemas cruzamos a Tailandia, el flujo de personas es enorme, aquello parece un auténtico mercado, tal vez lo es, camboyanos y tailandeses intercambian mercancía aparentemente sin control, posiblemente no es así y los oficiales de ambos lados acumulan los billetes en sus bolsillos…

Siem Reap

Dos extremos conviven en Siem Reap, el lujo de los hoteles cinco estrellas para turistas adinerados y la miseria de la población que lucha por sobrevivir en un país destrozado por las guerras. No todos consiguen sacar tajada del flujo incesante de extranjeros, algunos viven en chabolas construidas sobre pilotes junto al río, donde la basura se acumula junto a los desagües que vierten sus desechos al río.

Cientos de chiringuitos acogen a los miles de turistas que se dan cita día a día en uno de los lugares más visitados del mundo, hay para todos los gustos y bolsillos, desde los puestos de comida callejera a los restaurantes de lujo que ofrecen platos de todas las nacionalidades. Tampoco faltan los bares de copas y las discotecas.