La cultura del arroz de Longjin

30 de agosto de 2007

Definitivamente la manera más rápida y sencilla de visitar los arrozales de Longji es hacerlo en un viaje organizado desde Guilin o Yangshuo, Rafa y yo decidimos hacerlo por nuestra cuenta entre otras razones porque pretendíamos continuar hacia el oeste tres días más en vez de regresar al Río Li. Nuestra odisea comenzó con un primer autobús de Yangshuo a Guilin, muy confortable y donde te obsequiaban con una botella de agua mineral. Al llegar a Guilin, y antes de continuar el viaje, fuimos a comprar los billetes para Shanghai, pretendíamos viajar en tren hasta allí cinco días después, no fue complicado comprar los billetes en la estación de tren y nos ahorramos los cinco euros de comisión que te cargan las agencias, eso como mínimo, a veces doblan el precio del billete.

Longjin-IVLa segunda etapa comenzó en la estación de autobuses de Guilin, compramos los billetes y algo de comida, llegó la hora y el autobús no aparecía, no parábamos de preguntar porque como allí todo está en chino si te descuidas te dejan en tierra, finalmente con media hora de retraso nos montamos en el destartalado autobús que nos llevaría hasta Longsheng en un viaje de menos de tres horas en el que ascendimos a las montañas. Al llegar nos comentaron que el siguiente autobús a Ping’an salía en dos horas, teníamos tiempo de sobra para comer algo, sin embargo cuando estábamos a punto de sentarnos una pareja de extranjeros nos recomendó ir hasta Dazhai en vez de a Ping’an, al parecer esa zona es más bonita y casi no va nadie, nos recomendaron un hostal por 2 euros la habitación. El autobús hasta Dazhai salía en ese mismo momento, casi no pudimos ni respirar, si el anterior era cochambroso este ya era indescriptible, pero más lo es el viaje en sí. Fuimos lentos, muy lentos, tratando de llenar hasta el último asiento hasta Heping, a doce kilómetros, donde directamente aparcamos durante más de media hora. No dábamos crédito a la situación, ¡¡llevábamos una hora y habíamos andado doce kilómetros!!, y por una carretera perfectamente asfaltada. Cuando todo el mundo decidió que era momento de continuar, no éramos más sino menos pasajeros, continuamos por la carretera hasta el cruce a Ping’an donde el conductor paró para que comprásemos los tickets, 50 yuanes o cinco euros. En este punto la carretera dejó de existir y sufrimos otras casi dos horas hasta el final del camino de cabras que nos llevó a los pies del pueblo de Dazhai.

En el momento de bajar del autobús casi nos arrepentimos de haber hecho caso a esta pareja, aún nos quedaban cuarenta minutos de viaje, esta vez con las mochilas a la espalda, y tal como se veía el panorama sería todo de subida.

Longjin-IIIEl hostal o casa de huéspedes donde nos alojamos se encuentra a una altitud bastante superior a la de Dazhai, en la aldea de Tinatou, hay varias aldeas de cuatro casas desperdigadas entre los arrozales, a cada cual más acogedora, es posible alojarse en cualquiera de ellas o en el pueblo y no creo que haya problema en encontrar habitación, más bien lo contrario, posiblemente el visitante sea el único huésped en una casa de cuarenta habitaciones. Rafa y yo estuvimos solos con una familia Yao de varios miembros, no sabemos exactamente cuántos, pero al menos había cuatro niños, una abuela y cuatro adultos. Con tanto autobús llegamos demasiado tarde para dar un paseo antes del atardecer, nos conformamos con ver la puesta de sol desde allí mientras nos tomábamos un refresco, más tarde devoramos la sabrosa cena a base de verduras y cerdo salteados y unos huevos revueltos.

El despertar fue magnífico en un lugar tan lejano del mundo, no sabíamos muy bien qué hacer y optamos por ir a dar un paseo a uno de los miradores que estaban marcados en los caminos, pero antes paramos en otro hostal donde degustamos una taza de café soluble y compartimos unas palabras con una mujer que viajaba sola. Nos comentó que pensaba ir caminando hasta Ping’an y pensamos que ¡por qué no!, eran tres o cuatro horas de camino por unos parajes asombrosos. Ya decididos regresamos a nuestro hogar después de subir al mirador y rehicimos las mochilas mientras nos preparaban un desayuno, comimos, pagamos la cuenta y emprendimos la marcha.

Los arrozales se extendían perdiéndose en el horizonte, auténticos prodigios del ingenio y la adaptación humana, en este caso a una orografía complicada; en la base son anchos y, a medida que suben en terrazas, se van estrechando, formando unas pirámides simétricas perfectas, en su tope algunas terrazas son tan pequeñas que sólo es posible cultivar en ellas dos o tres hileras de arroz.

Longjin-II

Rafita refunfuñó un poco con las primeras subidas, hacía tiempo que no caminábamos tanto rato seguido por el campo, cierto es que las subidas a veces eran bien empinadas y nosotros íbamos con todo nuestro equipaje a cuestas ¿por qué no habríamos dejado parte en la consigna de Longhseng?

Esta primera parte del camino fue espectacular, a ratos nos cruzábamos con la mujer y a ratos con unos polacos, éramos seis caminantes en toda la zona, además de algún campesino yao.

Longjin-VILongjin-VA mitad de camino llegamos a una aldea donde unas mujeres yao intentaron sacarse un dinerito deshaciendo sus grandes moños para enseñarnos la melena de más de un metro, entre risas salimos al paso y conseguimos pillar a una lavándose el pelo en el río, realmente tienen ganado el record guiness con razón.

Desde este momento comenzamos a cruzarnos con otros caminantes, todos venían en excursión desde Ping’an con su guía y sus provisiones para pasar el día, para nuestro asombro casi todos eran españoles, al menos nos cruzaríamos con tres o cuatro parejas, la mayoría de Catalunya, es evidente que China es un destino en auge en España. También comenzamos a ver tonos diferentes, el rojo de los pimientos o chilis secándose al sol y el amarillo de las maíces.

Llegando a nuestro destino nos salieron al paso un grupo de mujeres yao con sus labores, vendían pañuelos, sombreros y telas tejidas por ellas mismas, no pensamos comprar nada pero su simpatía y su insistencia hizo que cambiásemos de idea y adquirimos un pañuelo para la cabeza. Estuvimos mucho rato con ellas en uno de los miradores que se ciernen sobre el pueblo de Ping’an, encajonado entre arrozales, las vistas, de nuevo, eran soberbias.

LongjinMuertos de hambre caminamos hasta el pueblo, animado con turistas locales y extranjeros, tuvimos que cruzarlo y continuar hasta la hilera de tiendas de recuerdos y restaurantes medio kilómetro más abajo, allí nos dimos un banquete disfrutando por última vez del bello panorama.

Regresar a Longsheng fue más rápido y cómodo, compartimos un taxi con otros cuatro extranjeros y en media hora larga estábamos de nuevo en la estación, esta vez dispuestos a tragarnos el trayecto hasta Sanjiang, dos horas para hacer 70 kilómetros por una carretera en mal estado a causa de las obras de remodelación, de nuevo mereció la pena, al final del camino nos esperaba el Puente del Viento y la Lluvia de Chengyang, pero eso ya es otra historia…

Arroz

China consume más arroz del que produce por lo que se ve obligada a importar grano de otros países como Vietnam o Tailandia.

Las mujeres Yao

Están inscritas en el libro Guiness de los Records por poseer el pelo más largo del mundo. En principio lo llevan recogido en un voluminoso moño que sólo deshacen a cambio de unos yuanes, pero a ésta la pillamos infraganti lavándoselo en un río.