Guerreros Shaolin, cuna del Kung-Fu
18 de septiembre de 2007
Antes incluso de comenzar el viaje a China ya estuve esperando el día que visitaríamos el Templo Shaolin, la cuna del Kung Fu y del budismo Zen, sin duda uno de los lugares más emblemáticos del país.
Nos levantaríamos en nuestro fantasmal hotel de la no menos fantasmal ciudad de Luoyang alrededor de las seis y media para coger el autobús local que nos llevaría hasta Denfeng, donde se asienta a unos kilómetros todo el complejo. El viaje resultaría suicida, di que íbamos medio dormidos y no lo vivimos en toda su intensidad.
Todo el complejo Shaolin está disperso entre las Montañas de Shaoshan, varios monasterios, todas las escuelas y demás pabellones comprenden una enorme extensión. Al bajar del autobús y dirigirnos hacia la entrada principal dejamos a nuestra izquierda una serie de edificios modernos, dedicados exclusivamente a la venta de souvenirs, una enorme estatua de un monje se erige a la entrada, mientras seguimos bajando vemos a los primeros grupos de chavales entrenando, están dando un salto hacia adelante sin poner las manos, su cabeza pasa a milímetros del suelo.
Algo más adelante hay amplias llanuras de entrenamiento que más bien parecen castrenses, hay centenares de chavales de distintas edades entrenado, todos con un chándal del mismo color, hay grupos que practican patadas, otros con la espada, puñetazos… ¡¡menudo ejercito se podría montar!!, se masca la disciplina en el ambiente y todos ellos parece que se lo toman muy en serio.
Hemos llegado poco antes del espectáculo y ya lo anuncian por los megáfonos, se celebra en una sala cerrada y sólo vemos turistas chinos, somos los únicos extranjeros allí, el espectáculo en sí resulta bastante justo de tiempo, primero salen los monjes y saludan, después empiezan a hacer piruetas y saltos de todo tipo, hay uno en concreto que simula una rana, otros manejan vigorosamente la vara o la espada, algunos de los movimientos que hacen resultan impresionantes, sin duda al alcance de pocos, es una pena que dure tan poco.
Después visitáremos el templo principal, que al estar tan abarrotado de turistas chinos no se puede disfrutar mucho. Más tranquilo resulta el bosque de las pagodas, el lugar emana cierto misterio, con decenas de pagodas entre los arboles donde uno puede perderse por una rato.
Decidimos comer en uno de los chiringuitos que se encuentran en el paseo principal, unos buenos platos de noodles y huevos duros, acompañados de cerveza, allí nos estaremos un buen rato, en la cuenta nos intentaran engañar pero no nos dejaremos del todo.
Son las dos de la tarde y entre el potente sol y las cervezas no estamos muy plenos, decidimos coger el teleférico que lleva hacia las montañas para visitar distintos miradores, aquí nos dividimos, Silvia se pone a buscar un puente colgante, Teresa se queda con un anciano para que le de un masaje y Jorge y yo seguimos subiendo durante un rato hasta un mirador, donde nos quedamos un rato descansando. Al bajar aún no ha empezado el masaje de Teresa, yo aprovecho para echarme un sueñecito bajo un árbol, bruscamente interrumpido por un burro que hace sus necesidades a un metro de mi cara. Bajamos de nuevo, sigue habiendo cientos de chavales entrenado en las explanadas, Teresa se compra unos colgantes tibetanos.
Y de vuelta en Luoyang Jorge y yo nos volvemos locos para encontrar DVDS vírgenes, algo increíble. Esa noche intentaríamos cenar algo especial, al día siguiente nuestros caminos se separarían….desde luego especial sería, pediríamos una gigantesca marmita de sopa con una gallina… pero con una gallina así, tal cual, a la que no le faltaba ni la cresta, digamos que la cena no fue muy apetitosa pero nos reímos un rato.
Apuramos las últimas horas con Jorge y su madre, que se ha levantado temprano para comprarnos unos bollos y unos yogures bebidos…, detalle de madre. Nos despedimos en la estación de tren, ellos van hacia Zhangzhou, para desde allí coger un avión hasta Pekín, nosotros volvemos a Xi´an para también coger un avión al día siguiente hacia Kunmming, la capital de Yunnan.
Han sido días muy intensos con Jorge y Teresa, hemos aprovechado el tiempo, desde aquí agradezco a Teresa la paciencia y aguante que ha demostrado durante los días que hemos estado juntos (lo digo sobre todo por el trayecto de tren nocturno). Para nosotros empieza nuestra última etapa en China, en la provincia de Yunnan, antes de entrar por tierra a Vietnam para recibir la que creemos será nuestra última visita, la de Jose, la madre de Silvia.
Kung Fu
El Kung fu («Mérito del maestro») es un arte marcial chino que nace en los templos Shaolin. Los templos Shaolin, al encontrarse a una cierta altura obligaba a los monjes budistas a realizar una serie de ejercicios aeróbicos, el objetivo de era mejorar la respiración, la circulación, mantener la condición muscular y controlar el ritmo cardico (tal y como se sigue haciendo), con el desarrollo de los ejercicios fueron poco a poco dirigiéndose hacia otros aspectos como las posturas de imitación de los animales con los que estaban en contacto los monjes, hasta llegar a las técnicas de defensa y ataque. Dedicaron especial atención a los animales y a su contemplación, se percataron de que al imitar diariamente una serie de ejercicios copiados de algunos animales, estos repercutían favorablemente en la salud, tanto interna como externa.
Durante la dinastía Ming, en el 1558 el General Qi Jiguang entrenó una fuerza de 3000 hombres para combatir contra los piratas japoneses y chinos en la provincias costeras. La importancia del templo Shaolin se basó en su valor como proveedor de reclutas en la lucha contra piratas.
Ceremonia de Kung-Fu
El kung fu o boxeo chino es junto con el kárate, el más popular de todas las artes marciales; se utilizan patadas, puñetazos, derribos, giros corporales, presas, caídas, esquives y saltos mortales. En el siglo VI d.C., Bodhidharma, un sacerdote indio, llevó el budismo Zen a China junto con un sistema de dieciocho ejercicios de autodefensa. Los ejercicios evolucionaron hacia una forma de boxeo que junto con el Zen se extendieron por toda China y en el siglo XII llegaron a Japón.
El kárate se desarrolló en Japón. , las técnicas son muy antiguas y derivan del arte chino del boxeo Shaolin del siglo VI, en el 1500 Se desarrolló en la isla japonesa de Okinawa.
Los chavales entrenan durante el día y por la tarde con disciplina y grandes esfuerzos, muchos de ellos viven en el propio templo y llevan vida de monjes.