Shanghai, glorioso pasado y prometedor futuro

4 de septiembre de 2007

Hemos pasado un día de transición en Guilin, una ciudad importante de la provincia de Guanxi. Esa tarde cogeríamos el tren litera que nos llevaría a Shanghai, un viaje de 22 horas para recorrer 1500 Km. Optaríamos por coger billetes de litera dura, la mitad de baratos que litera blanda. El tren es fenómeno, a la izquierda de los vagones hay unos asientos y una pequeña mesa, un estrecho pasillo alfombrado y los departamentos abiertos de las literas, tres a cada lado, una sobre otra, con un colchón de cuero que al final no resulta tan duro y unas sabanas limpias, así como una almohada correcta, incluso hay una tele por cada compartimento. De vez en cuando pasan carritos que venden fruta, noodles o arroz con carne, verdura o huevos. Damos varios paseos por el tren hasta llegar a los compartimentos de litera blanda, no encontramos muchas diferencias, en vez de 6 literas hay 4, las sabanas son más chillonas y hay una puerta para cerrar el compartimento, el restaurante está abarrotado, nos vamos a dormir.

Shanghai-VI

Al día siguiente me despierto a las 8 y media de la mañana, habiéndome acostado a las 11, he descansado muy bien y Silvia al parecer también, ya que sigue frita durante un buen rato más, la experiencia en el tren está siendo un éxito. El tren hace una parada en Shang Rao, que no tengo ni idea de dónde está pero aprovecho a bajar del vagón y comprarme un zumo de naranja, después me entero de que quedan 5 horas para llegar a Shanghai.

Shanghai-IVNada más salir de la estación cogemos la línea 1 del metro, sin salir al exterior. El metro es muy moderno, me recuerda mucho al de Singapur. Salimos a la calle en pleno corazón de la ciudad, en People´s Square, una enorme plaza, de nuevo estamos aturdidos por los edificios, la gente, el calor y el peso de las mochilas, tenemos que coger Nanjing Road, hasta llegar al Youth Hostel donde hacía unos días habíamos reservado. La calle peatonal de Nanjing Road está repleta de gente que va de un lado a otro, es como preciados a lo grande y alto, la actividad es frenética, muchas tiendas, restaurantes abarrotados y de camino algún pícaro que nos ofrece Rolex falsificados. A ambos lados de la ancha calle, que pese al trajín resulta agradable, se mezclan los rascacielos con los edificios coloniales y los grandes anuncios o neones, aún no iluminados.

Nuestro hostal es el «Mingtown youth hostel», que se encuentra a pocos minutos del Bund, a la entrada hay una gran sala con cómodos asientos para dos personas, una de las paredes está copada con una enorme fotografía antigua, también hay un bar con un billar, parece un buen sitio y, efectivamente lo es.

Cuando dejamos las mochilas en la habitación estamos agotados pero aún no podemos descansar, son las cinco y media y la oficina para comprar los tickets del tren cierra a las seis, es uno de los grandes problemas en China, viaja tanta gente que hay que reservar los billetes de tren con muchos días de antelación, que en este caso para nosotros no van a ser suficientes, al llegar a la estación ya no quedan literas para Beijing, por lo que nos va a tocar de nuevo coger un autobús-litera para llegar a la capital el mismo día que Jorge y su madre.

Shanghai-V

Hay que aprovechar el poco tiempo que vamos a estar en Shanghai, por lo que nos vamos directamente al «Bund«, una avenida de dos Km junto al río, el lugar más famoso y visitado de esta ciudad. La avenida tiene un tranquilo paseo, más de una docena de edificios de principios de siglo jalonan la calle, en algunos de ellos hay elementos neoclásicos, en otros aparece el Art Decó, al más puro estilo neoyorkino, por el río circulan desde cargueros hasta lujosos barcos restaurantes o con paneles publicitarios iluminados exageradamente. Justo al otro lado está la zona financiera de Pudong, que sencillamente se podría denominar como el Futuro, una veintena de rascacielos en el que destaca la Torre de Televisión, un alto cilindro con histriónicas bolas de cristal a distintas alturas y donde se encuentran los restaurantes o clubs más lujosos de China. El contraste entre ambas orillas es brutal, observamos el pasado y el futuro desde la zona peatonal que al anochecer se llena de gente. Paseamos por el Bund, esquivando a los que nos quieren vender patines con fluorescentes o peonzas, los edificios de principios del XX son espectaculares y la iluminación es perfecta, a medida que uno se acerca a las moles de hormigón van apareciendo más y más detalles.

Shanghai-IIIVolvemos a Nanjing Road, donde ahora si que dominan los neones y las masas de gente. En un poste hay multitud de cargadores de móviles de distintas marcas al servicio del público, es una buena idea.

Decidimos cenar en un restaurante de una calle adyacente, unos maravillosos filetes empanados, casi se nos saltan las lágrimas.

A la mañana siguiente, tras el merecido descanso, hacemos una minuciosa selección de lo que ver en esta megalópolis, lo primero es ir a comprar los billetes de autobús para Pekín, para después visitar el barrio de la Concesión Francesa, que resultará un remanso de paz dentro de la ajetreada ciudad, las aceras de las calles están llenas de plátanos de sombra y todas las casas coloniales son bajas, parece un barrio residencial, con apenas tráfico, lastima que muchas de las casas para ver están en zonas privadas, aún así resulta un agradable paseo.

De nuevo cogemos el metro para dirigirnos a uno de los numerosos mercados de antigüedades, el de Dongtu Lo, una zona mucho más animada que la Concesión, casas bajas de color parduzco rematadas con graciosos tejados triangulares, restaurantes locales donde chinos en camiseta damart comen noodles o arroz en minúsculas banquetas de bambú o grupos jugando a las cartas o a otros juegos en la calle, son escenas de vida rural rodeadas de rascacielos. El mercado es una larga calle repleta de copiosos puestos, cada uno de ellos con cientos de antigüedades o curiosidades, muchas polvorientas y que parece que llevan el mismo estante durante muchos años, las baratijas se mezclan con objetos que parecen de valor, todo desordenado y dejado, pero con gran encanto. Mao de nuevo es uno de los protagonistas del mercadillo, junto con antiguos posters de publicidad o las célebres cajas de cuero o hueso, una serie de viejos y amarillentos posters revolucionarios llaman mi atención, al final compraré uno de ellos por 17 yuanes (algo más de un euro y medio),… el precio de partida había sido 50.

ShanghaiDesde aquí iremos andando hasta el Parque Yuyian, atravesando la ciudad vieja, una telaraña de callejuelas estrechas, parece un suburbio, rodeado de edificios de apartamentos, es un pequeño universo con las paredes repletas de pintadas, los viejecillos que ven la vida pasar en sus pequeñas sillas y nos sonríen al pasar, casas bajas, viejas pero bien cuidadas, con las macetas en la calle, ventanucas de madera, la ropa tendida al sol, las puertas abiertas de par en par, oxidadas bicicletas apoyadas durante lo que parece mucho tiempo, gente que arrastra carros de madera, zapateros callejeros y un largo etcétera de vidas cotidianas.

Shanghai-IIDe nuevo salimos a la sombra de los edificios, camino del hostal.

Esa tarde decidimos ir de nuevo al Bund pero cogemos otro camino distinto, a orillas de un afluente del Huangpu, nos lo tomaremos con más calma, deteniéndonos en cada edificio del paseo y quedándonos largo rato sentados y observando el panorama, tanto el futurista como el clásico.

Se levantó un buen día en Shanghai, sería nuestro último día en la ciudad y lo aprovecharíamos para ir al bazar de Yuyian, construido para y por los turistas, de nuevo decidimos ir por el Bund, los edificios reciben una bonita luz de mañana mientras los rascacielos de Pudong están ensombrecidos por la calima. El bazar de Yuyian está construido con los típicos edificios de arquitectura china, pero modernos, hay mucho turistas y en las tiendas los precios son cinco veces más caros que en otros mercadillos, resulta divertido pasear por el lugar.

Nos quedan cinco horas para coger el autobús y las gastamos en los cómodos sofás del hostal. Al llegar la desagradable sorpresa, nuestro autobús es dantesco, nada que ver con el anterior que cogimos, las camas no están hechas y huele a orina, tras las protestas nos dicen que vamos a cambiar de autobús, que resulta igual de horroroso.

El resultado es que estaremos ahí metidos durante 18 horas, durante muchos kilómetros iremos despacio por una avería, cuando llegamos a Pekín estamos destrozados y el agobiante calor no ayuda nada. Sin apenas descanso vamos a buscar a Jorge y a su madre al hotel, comienzan las vacaciones con ellos.

 

Shanghai

Shanghai es la ciudad más poblada de China y una de las más pobladas del planeta, se estima que en todo su radio de acción habitan más de cuarenta millones de personas, la ciudad tendra alrededor de quince millones de habitantes.

Shanghai significa «junto al mar», se podría decir que es una ciudad creada por los occidentales, cuando los británicos abrieron su primera concesión comercial en 1842, aprovechando las excelentes cualidades de su puerto, Shanghai no era más que una pequeña ciudad dedicada a la pesca y los tejidos. En 1847 llegaron los franceses, en 1863 se estableció un asentamiento internacional y en 1895 llegaron los japoneses; la ciudad se dividió en asentamientos independientes y se desarrollo al margen de las leyes chinas. En 1930 tenía 60.000 residentes extranjeros y era el puerto más importante de Asia.

Justo frente al Bund, al otro lado del río Huangpu se encuentra la zona de Pudong, donde los rascacielos del futuro constrastan con los edificios de principios del XX del Bund, por la noche es especialmente espectacular. Entre algunos destacables edificios de Pudong se encuentra la Torre de la Perla de Oriente (en la foto) y la Torre Jinmao, que con sus 420 metros de altura es el edificio más alto de China y el 4º del mundo.

El Bund

El símbolo de Shanghai y que fue el primer Wall Street asiático, es un largo paseo junto al río en el que los edificios de los años 30 estilo New York son las estrellas.

Entre los edificios del Bund destaca el Museo Histórico, el antiguo consulado británico, las oficinas centrales de Jardine Matheson, donde comenzaron los primeros comerciantes de opio, el Bank of China, junto a Peace hotel, una obra maestra del Art Decó, la aduana o el antiguo Banco de Shanghai y Honk Kong.