Dubrovnik, la perla del adriático
4 de agosto de 2005
Lo primero que nos encontramos al acercarnos a la ciudad vieja fue una enorme mole de piedra, coronada por un torreón de vigilancia. Era la muralla, en perfecto estado, que rodeaba casi toda la ciudad. Al fondo se veía un islote, barcos de crucero y toda la línea de la accidentada costa dálmata, perdiéndose hasta donde la vista llegaba.
Entramos a la ciudad por una de las puertas, coronada con una estatua de San Blas, que veríamos muchas más veces. Al entrar parecía que te trasladases trescientos años atrás, nos rodeaban edificios renacentistas y medievales, estrechas y empinadas calles bajaban hacia la calle principal, que estaba repleta de turistas. Desde aquí accedimos a la muralla, desde donde las vistas de la ciudad eran excepcionales. Estábamos en la «Perla del Adriático» y desde luego, era más que merecedora de ese apelativo. Tardamos en recorrer la muralla entera alrededor de dos horas, a medida que avanzabas unos cuantos pasos la perspectiva de la ciudad cambiaba. Aún se veían andamios, los trabajos de restauración continuaban, al fin y al cabo la ciudad quedó casi destruida tras la guerra, pero por fortuna casi todos los edificios estaban ya reformados.
Tras el recorrido por la muralla continuamos andando por la ciudad, por sus callejuelas estrechas, que llegaban a recogidas plazas. Había muchos restaurantes, que en ocasiones te dificultaban el paso. La ciudad está repleta de iglesias de distintos estilos arquitectónicos, conventos, palacios renacentistas, edificios de estilo veneciano, sinagogas, etc. Llegamos hasta el pequeño puerto, dominado por la fortaleza de San Juan, sentados en un banco observábamos barcos entrar y salir, mientras la luz empezaba a irse y la muralla se iluminaba. Cenamos en un restaurante dentro de lo que parecía un antiguo claustro, resultó un poco timo, ya que los precios que aparecían en la entrada no correspondieron con la realidad, aunque la comida era bastante buena.
A la mañana siguiente entramos desde otro lado desde donde se podía ver casi toda la ciudad, ubicada en una península. Al entrar dos soldados uniformados al estilo medieval y portando alabardas vigilaban anecdóticamente la puerta. Continuamos la visita, quedaba mucho por ver y, de hecho, no entramos en todos los edificios, ni mucho menos. Llegamos hasta el mercado al aire libre, donde se vendían frutas y hortalizas. Nos resultó curioso que en una de las iglesias en las que entramos hubiese una réplica exacta de la cueva de Lourdes. Poco más tarde dejamos la ciudad, camino de Serbia. Sin duda habíamos visitado una de las ciudades más bonitas y mejor conservadas de Europa.
Ahora, sin saberlo todavía, nos esperaba una de las jornadas más duras de nuestro viaje.
Dubrovnik
Una imponente muralla rodea la ciudad vieja, dominada en su historia por bizantinos, venecianos y húngaros. La antigua Ragusia llegó a ser una ciudad estado libre, al estilo de Venecia. Cuenta con numerosos edificios de gran valor histórico, de los que cabe destacar los de la época del renacimiento. La ciudad recibe el nombre merecido de «Perla del Adriático». Forma parte del patrimonio de la humanidad. La ciudad llegó a disponer de 500 navios. Su representación diplomática abarco gran parte de Europa. La Glama, una aleación de oro y plata era una de sus exportaciones más notables. El nombre de Dubrovnik es eslavo y define la gran cantidad de bosques que albergó la región en el pasado. La ciudad vieja (stari grad) fue fundada en el siglo VII. La principal calle de la ciudad, fue realizada en el siglo XII aprovechando el cauce seco de un canal que dividía la ciudad en dos.
Un espectacular sistema de murallas rodea la ciudad, construidas a partir del siglo X. En total el conjunto mide 1940 metros, con una altura de hasta 25 metros y un grosor en la base que alcanza los 6 metros. Están reforzadas por 3 torreones redondos, 12 cuadrangulares, 5 bastiones, 2 fuertes y la fortaleza de San Juan, junto al puerto. Hacia tierra cuenta además con un antemuro con otros 10 bastiones.
Uno de los principales atractivos de la ciudad es recorrer la muralla rodeando la ciudad. El precio ronda los 7 euros al cambio.
Bombardeos en Dubrovnik
Este plano que mostramos abajo muestra los daños sufridos por la ciudad durante los intensos bombardeos de los días 23-24 de octubre, 13 de noviembre y 6 de diciembre del 1991. Este último fue el más cruento de todos, durante 12 horas ininterrumpidas cayeron más de 2000 proyectiles en el casco antiguo. Los serbios hicieron caso omiso a las banderas azules que señalaban los puntos de interes artístico.