Los Angeles, inabarcable

Abril – Mayo de 2013

Nuestro plan era claro para nuestra visita a Los Angeles, llegar, ir directos s Hollywood Boulevard y pasearnos el Paseo de la Fama y lo que surgiese, comer y llegar esa misma noche al Parque Nacional de Joshua Tree, poca distancia en klómetros pero, no contábamos con Los Angeles y ni nos imaginamos lo que iba a ser ese día.

Los-Angeles

Salimos temprano de nuestro hotel en Santa Bárbara, que distaba unos 150 kilómetros de L.A. Aunque, como bien pronto descubrimos, esta distancia es muy relativa, teniendo en cuenta que el Condado de Los Angeles mide unos 100 kilómetros del extremo norte al sur, por lo que en realidad no sabíamos a cuanta distancia estaría Hollywood Boulevard y tampoco nos informamos sobre el tráfico. La cuestión es que cogimos una carretera que iba paralela a la costa y a medida que íbamos acercándonos a los nucleos urbanos más poblados el goteo de coche iba aumentando. Sin ningún plano de la ciudad y un poco improvisando decídimos aparcar nuestra furgoneta en la mítica playa de Santa Mónica, ya estábamos un poco cansados, no imaginábamos en ese momento lo que nos esperaba, y tampoco nos importaba. Recorrimos el muelle de Santa Mónica, repleto de turistas de todo tipo y que se adentra hasta el mar. Un cartel que estaba siendo muy fotografiado indicaba el final de la Ruta 66, por supuesto todo el cuadro estaba enmarcado por el famoso sol de California, la playa era kilométrica, hasta donde la vista alcanzaba veíamos una playa con mucha gente y una anchura muy respetable. Paseando por el pier se iban cumpliendo todos los tópicos y aparecía alguna sorpresa, patinadoras, videntes, coche de policia aparcados y chiringuitos con souvenirs típicos, imanes o llaveros de California, gafas de sol imposibles o tablas de surf. Incluso el muelle estaba culminado con un pequeño parque de atracciones en un terreno a la izquierda. Decidí que sería interesante y un buen recuerdo grabar todo el paseo hasta el final, donde había un restaurante.

Los-Angeles-IIEra el momento de ir hasta Hollywood Boulevard, decídimos coger un taxi, ni sabíamos como llegar hasta allí y, sinceramente, no nos apetecía acercarnos en furgoneta, creo que hicimos bien ya que tardamos media hora larga en llegar, unos 100 dólares de taxi la broma, más otros tantos de vuelta, se empezaba a torcer la aventura, por supuesto por nuestra desinformación. Pero ya estábamos allí, en cuanto bajamos del taxi empezamos a ver las estrellas de la fama en el paseo, que ya no dejaríamos de ver hasta el final. Un ambiente artificial y un tanto sordido nos acompañó, personajes frikies, algún que otro borracho y turistas que imaginamos estaban alucinando con el panorama, un tanto decadente y muy alejado del glamour del Hollywood dorado. Había inmensas tiendas de souvenirs y bares profusamente decorados, yo buscaba una tienda de cine donde comprar un poster, pero no encontré nada de un mínimo interés. Mientras fotografiaba el Chinese Theatre pasaron por mi lado Darth Vader y un guardia imperial, el show estaba servido. Una estatua de Mickey Mouse nos sirvió a Javi y a mi de mofa y así quedo reflejado en la foto. Nos íbamos turnando para hacernos las fotos junto a las estrellas más celebres, así pasaron por nuestra cámara Marilyn Monroe, Kiss, Greta Garbo, Paul Newman o Motley Crue. La calle seguía y seguía, pero tras un largo paseo decídimos parar a comer en algún sitio.

Elegimos el Cantina Bar, una enorme cerveza Coronita reinaba en su entrada, aunque las verdaderas reinas eran las camareras, ataviadas con un pantalón corto vaquero…muy corto y una camiseta ceñida, Javi y yo alucinamos, sin más, eran dos de esas chicas que no se ven normalmente, parecían modelos. Nuestra mente peliculera nos llevó a la misma conclusión, dos chavalas de algún estado interior del país que habían decidido probar fortuna como actrices en Hollywood y que habían acabado de camareras. El show también estuvo presente dentro del bar, donde al margen de la consabida hamburguesa con muchas patatas y bien mojada en cerveza veíamos en una enorme pantalla imágenes de la NBA y de beisbol, mientras sonaba a un volumen razonable exitos del rock de los ochenta en una jukebox, por supuesto teníamos que alimentar al lugar con nuestra aportación musical, que no fue otra que el Welcome to the Jungle. Nos quedaba el regreso hasta el inicio de la calle y aún nos quedaría alguna sorpresa como una actuación espectacular de un Michael Jackson callejero, la parada obligada junto a la estatua de Marilyn o visitar el Dolby Theatre, donde se celebran los oscar en la actualidad. Pero estaba ya casi todo vendido en Los Angeles, aun nos quedaba volver a la furgoneta y llegar a Joshua Tree, algo que se alargaría mucho más de lo esperado. 

Los-Angeles-IIIPensamos que tomando la autopista llegaríamos en un par de horas hasta nuestro hostal, al fin y al cabo en nuestro mapa aparecía muy cerca del area urbana de Los Angeles, pero nada más coger la autopista nos topamos con la más dura realidad, estábamos parados y lo sorprendente es que circulábamos por una autopista de cindo carriles por sentido, pero daba igual, aquello no avanzaba y la noche iba acercándose. A la derecha, yendo a esa velocidad casi de peatón, pudimos hasta fijarnos en algunas de las mansiones de Beverly Hills, un pequeño consuelo en el calvario, que se alargaría durante cinco cansadas horas más.

Eran las 10 de la noche cuando estuvimos ubicados en el hostal, estábamos exhaustos, el día había sido muy intenso. Javi y yo decidimos ir a comprar unas cervezas y algo de cena a una gasolinera cercana para relajar un poco los ánimos. Así acabo el día, bajo un manto de desierto de estrelals, tomando unas cervezas en la piscina del hotel, con la curiosa silueta de un Joshua Tree. Esto fue nuestro día en Los Angeles, intratable megalópolis, bien para una visita, pero sabiendo de antemano todos sus contras, los pros ya son bien conocidos.

Hollywood

Cierta decadencia nos esperaba en el archiconocido Hollywood y su paseo de la fama, aún así, era imperativo como buenos cinéfilos darnos un paseo para ver que se cocía por allí. Mucho más agradable fue nuestra vuelta por la playa de Santa Monica, otro de los lugares de interés de esta inmensa megalópolis.