Peloponeso, cuna de civilizaciones

24 de agosto de 2005

Tras visitar la asombrosa isla de Santorini pusimos rumbo al Peloponeso, sabíamos que no nos daría tiempo a verlo todo así que decidimos improvisar.

El miércoles por la mañana cruzamos el canal de Corinto sin apenas darnos cuenta y nos dirigimos a Micenas. La antigua ciudadela se encuentra a unos veinte kilómetros de la costa, cerca de la ciudad de Argos. Y se asienta bajo los montes Agios Ilias de 750 m y Zara de 600 m, el paisaje actual resulta bastante seco, con apenas árboles y algunos olivares, pero en otros tiempos debió ser una región fértil y rica. Tras pagar la entrada de ocho euros recorrimos los restos arqueológicos, de los cuales la Puerta de los Leones es lo que se encuentra en mejor estado. Al atravesarla dejas a la derecha un cementerio real en forma de círculo, y subiendo se van dejando restos de habitáculos a ambos lados, en la parte más alta estaba el palacio, del que tampoco queda gran cosa. Hay una cisterna que se puede visitar con linterna, gracias a la cual se abastecían de agua desde el exterior de la ciudadela.

Peloponeso-IVMejor impresión nos dejó el museo, en el que se pueden ver maquetas de cómo fue la ciudadela, y donde hay expuestas innumerables piezas de todas las etapas. Se describe toda su historia, desde el Neolítico hasta nuestros días.

Por último visitamos el Tesoro de Atreo, o Tumba de Agamenón. Se encuentra en muy buen estado. Se llega a ella regresando hacia el pueblo por la carretera a mano derecha.

Un poco decepcionados por la visita nos dirigimos a Nauplia, antigua capital del país. Aparcamos la furgoneta a los pies de una de las fortalezas, comimos en un pinar y nos dimos un paseo por la costa, descubriendo varias zonas de baño al norte de la ciudad. Regresamos y nos dirigimos al pueblo. No llevábamos ni cinco minutos cuando nos encontramos con Iliana, la hermana de Themis; se nos hizo extraño el encontrarnos a alguien allí. Nos explicó por donde pasear y nos despedimos de ella. Resultó ser una ciudad muy bonita, con muchas zonas peatonales, edificios venecianos (el León de San Marcos estaba en cada esquina), y terrazas donde descansar y tomar algo. Nos acercamos al puerto, desde donde se veía un islote con la fortaleza de Bourtzi.

Dormimos allí mismo y por la mañana nos dimos un chapuzón en la zona de baño cercana a la ciudad. Disfrutamos buceando un rato y luego emprendimos viaje hacia el oeste. Teníamos dudas sobre si visitar Mystra o no, pero al final no lo hicimos porque nos apetecía más ir a playas y visitar pueblos, así que nos dirigimos a la segunda península del Peloponeso. Serían las cuatro de la tarde cuando llegamos a Kalamata, el viaje se estaba alargando más de la deseado. Las carreteras eran muy pesadas, con muchas curvas, y avanzábamos despacio; incluso nos cruzamos en plena nacional con unos cabreros y su rebaño.

Peloponeso-IIIYa no quedaban más que 35 km para Cardamila, merecía hacer el esfuerzo y llegar a pasar la tarde allí. La carretera nos sorprendió, más abrupta aún que las anteriores. Derepente nos encontramos en una carretera de montaña, con picos de más de 2.000 m a nuestro alrededor, el camino era espectacular. Tardamos por lo menos otra hora en llegar, pero mereció la pena. Cardamila parecía un pueblo pequeño con algunos negocios y sobre todo muy tranquilo. Comimos algo junto al mar y yo me di un chapuzón para refrescarme.

Al anochecer nos fuimos a pasear por el pueblo y a comprar algunas cosas para la cena. Encontramos un cibercafé y aprovechamos para chequear los mensajes. Descubrimos un pequeño puerto saliendo del pueblo hacia el sur donde decidimos pasar la noche. Al día siguiente un lugareño nos echó de allí, seguramente sin razón, pero con muy malos humos y peores modales. Como ya eran más de las nueve no quisimos protestar, no merecía la pena. Volvimos a aparcar en el pueblo y nos fuimos a bañar, el fondo nos esperaba con algunos ejemplares de meros, algún pulpo, y la fauna típica del mediterráneo.

Peloponeso-VTras el baño nos fuimos en busca de pescadito a Frissia, un pueblo al norte de Cardamila, al que se llegaba por otra carretera que iba más cercana a la costa. Probamos el maravilloso pulpo de la zona y unos pescaditos como boquerones, todo muy sabroso. Después de la comida nos dirigimos a Koroni, frente a Cardamila en el golfo de Messinia.

Koroni es conocida por su fortaleza y por una larga playa de arena dorada llamada Zaga.

Llegamos a Koroni con tiempo suficiente de disfrutar de su playa. Decidimos pasar la noche frente a ella, en un aparcamiento donde ya había una pareja de alemanes con su volkswagen. Nos tomamos unas cervezas en el chiringuito de la playa y luego cenamos algo en la furgoneta. Rafa y Jorge se fueron a inspeccionar el pueblo esa noche, yo rendida preferí hacerlo por la mañana. La antigua fortaleza estaba en muy mal estado, pero el pueblo era bonito, con calles estrellas encaladas y un puerto muy animado con bares y tiendas.

PeloponesoSin pensarlo dos veces nos fuimos hacia Methoni, en busca de la fortaleza en la que estuvo preso Cervantes tras la batalla de Lepanto. No encontramos allí ninguna inscripción sobre el tema, la fortaleza estaba allí, una parte en perfecto estado y la otra en ruinas, pero no había rastro del alcalaíno. Comimos en un merendero junto a la playa y tras retomar fuerzas fuimos hacia Pilos. Queríamos llegar a la playa de Voidokilia, nos había comentado Spidos, el hermano de Themis, que era una playa virgen redonda.

Peloponeso-IIPasando Pilos hacia el norte se llega a Gialova, desde este pueblo sale una carretera que nos acerca a la playa. Aparcamos en el último parking y anduvimos casi media hora hasta una zona de dunas con escasa vegetación; sin avisar apareció la playa, era la playa perfecta, no se puede describir, hay que ir a verla. Pasamos la tarde y nos arrepentimos de no haber llegado antes para pasar el día entero en ella.

Al día siguiente nos esperaba Olimpia, así que recorrimos algunos kilómetros hacia el norte. Dormimos en una aldea junto al mar, donde pudimos oír y ver una celebración griega. No sabemos si era una boda o no, pero estaba claro que estaban divirtiéndose a lo grande.

Por la mañana, tras otros treinta o cuarenta kilómetros, llegamos a Olimpia, cuna de las olimpiadas.

La puerta de los leones

Esta puerta da entrada a la antigua ciudadela de Micenas; que durante 400 años fue la ciudad más poderosa de Grecia, del 1.600 al 1.200 a.C.. La zona ya estaba habitada en el 6.000 a.C, en el Neolítico, y sufrió un fuerte desarollo en la Edad de Bronce con la invasión de pueblos indoeuropeos. Se cree que el motivo con los dos leones enfrentados es la insignia de la Casa Real de Atreo.

En el siglo IX a.C. Homero habló de sus riquezas en La Iliada y La Odisea, de como Perseo, hijo de Zeus y Danae, la fundó; y de como Pélope, que daría nombre al «Peloponeso», relevaría a la dinastía de Perseo. De él desciendan probablemente la casa micénica de Atreo, su gran rey Agamenón, y el también conocido rey de Esparta Menelao. Los restos se encuentran en bastante mal estado. Hay restos de un cementerio real, de casas, de un palacio y de una cisterna secreta.

Por supuesto la región del Peloponeso tiene muchos otros atractivos, en la galería mostramos algunos de ellos.