Tesalia y Macedonia, camino a Turquía

5 de septiembre de 2005

Partimos, no sin pena, de casa de Michalis y de Atenas. Habíamos pasado grandes momentos con ellos y Atenas había resultado ser una ciudad acogedora, al contrario de lo que imaginábamos en un principio. Cogimos la autopista que va hacia el norte, y tras una hora de angustioso tráfico, en lo que imaginamos que era la hora punta, salimos de la ciudad rumbo a Volos. Decidimos acercarnos lo más posible a esa ciudad para dedicar el día siguiente a recorrer la Península de Pilión. En el camino sólo hicimos un alto para comprar algunos víveres, como leche, chocolate y yogur, y otro para ver el monumento conmemorativo a Leónidas I. Las placas explicaban su hazaña ante el ejército persa de Jerjes en el siglo V a.C..

Tesalia-IIDormimos en un pueblo típicamente playero, donde compramos unas, siempre sabrosas, brochetas a la plancha (souvlaki) y unas patatas fritas. Al día siguiente, tras atravesar la ciudad de Volos, en la cual no nos detuvimos, nos dirigimos a Txarangada por la carretera más occidental que discurre junto al mar. La carretera giró a los pocos kilómetros hacia el norte, en breve llegamos hasta una desviación que llevaba a Milies, un pequeño pueblo donde se mostraba la arquitectura típica de la zona. Nos dimos un paseo por el pueblo y llenamos la furgo de agua en la fuente de la plaza, bajo la mirada curiosa de sus habitantes. Regresando hacia la carretera principal paramos dos veces para comprar pan para comer, en el primer sitio estaba agotado, y en el segundo nos encontramos con un monje ortodoxo dando misa en la panadería, yo quise esperar a que acabara pero Rafa me insistió para que siguiéramos y buscáramos otro sitio. No lo encontramos, no me extraña, porque en el siguiente pueblo, Txarangada, todo es difícil de encontrar. La población está formada por cuatro ‘barrios’ desperdigados por la montaña;vimos miles de carteles pero ni encontramos el plátano de sombra de 14 metros de diámetro, ni la panadería. Ya cansados, compramos un poco de pan de molde en una tienda de recuerdos y comimos en un camino. Por la tarde nos acercamos a Agios Ioannis, en busca de una playa tranquila que encontramos sin problemas. El día no invitaba mucho a bañarse, así que, tras hacernos un café y bajarlo a la playa, Rafa se quedó leyendo o escribiendo algo, y yo me di un pequeño chapuzón en la orilla.

Leonidas, paso de las Termópilas

Leónidas, paso de las Termópilas

Para acabar nuestra visita a esta bella península volvimos a Volos por la carretera del norte. Este camino es más abrupto, y tardamos mucho en llegar hasta el alto, donde hay una estación de esquí y de deportes de invierno. En la bajada encontramos la desviación hacia Makrinitsa, uno de los pueblos más bonitos, pero también más turísticos. Es conocida por sus casas ‘colgantes’, porque es donde mejor se observa la arquitectura de la zona: la fachada delantera tiene tres plantas, mientras que la trasera sólo tiene dos, las que corresponden a la segunda y tercera planta de la delantera. También tiene una iglesia muy auténtica, con una fuente y un soportal. Nos dimos un paseo y tras ver las vistas de Volos y la bahía, nos fuimos camino del Olimpo de los Dioses (fruto de otra crónica).

Tesalia-IIITras nuestra aventura en las montañas nos fuimos a Tesalónica, la segunda ciudad de Grecia. Esta ciudad es quizás la culpable de que hoy estemos donde estamos, ya que aquí tuvimos la idea, hace ya más de cuatro años, de emprender esta aventura. Aunque entonces sólo fuese eso, una idea, mientras nos paseábamos junto a la estatua de Alejandro Magno en el paseo marítimo. Era la segunda vez que pasábamos por aquí en nuestro viaje, la primera vez, ya lejana, recogíamos a Gema y a Laura en el aeropuerto, el día 8 de agosto. No quedaba rastro de los barcos-bar de copas donde nos tomamos la primera cerveza con las chicas. En las anteriores visitas no habíamos subido a las murallas de la ciudad, y así lo hicimos esta vez. La vista de la ciudad y de la isla de Samotracia merece la visita, aunque el barrio turco no está muy bien conservado. Tras comprar la postal de rigor descendimos a ver por última vez la Torre Blanca, emblema de la ciudad, y salimos de la misma, no sin antes perdernos casi una hora por sus arrabales.

Siempre nos cuesta encontrar un sitio donde dormir y esta vez no fue menos, acabamos a las afueras de un pueblecillo de paisaje ‘típicamente castellano’, entre dos lagos que aparecen en los mapas pero son difíciles de alcanzar en coche. La mañana siguiente hicimos las compras en Peristerona (otro pueblo ‘castellano’ plagado de tractores) y nos acercamos al lago grande. Dedicamos la mañana a nuestras labores retrasadas: limpieza de ropa, lavado del coche, y una ducha (en estos momentos uno se da cuenta de las comodidades que tiene vivir en una casa o un apartamento con lavadora, cuarto de baño, agua corriente, etc.).

Tesalia-IVTras la media jornada de ‘higiene total’, nos fuimos hacia Kavala. Al entrar desde la autopista hay un mirador donde hay un par de mesas; allí paramos y nos hicimos el café de después de comer. Las vistas mostraban una ciudad bastante grande, con el puerto y la fortaleza al norte, y al fondo la isla de Thassos. Descendimos por unas cuestas interminables y aparcamos en el puerto en un sitio donde aparentemente estaba prohibido (este hecho nos ha pasado por todas partes en Grecia, parece estar prohibido aparcar en muchos sitios pero la gente lo hace, y nunca ponen multas, o al menos eso nos dijo Michalis; todo lo contrario que en Croacia, donde están al acecho para sacarte los cuartos al aparcar). Tras pasar por una papelería y comprar un par de carpetas donde clasificar entradas, folletos, etc.; fuimos hasta el acueducto romano y desde allí emprendimos la subida hacia el barrio otomano. Mis gemelos no se lo podían creer, aún estaban muy doloridos de la ascensión al Myticas. Rodeamos la fortaleza entre casas de colores con dos plantas y con balcones de madera. El descenso no fue menos doloroso, yo diría que aún más; pensé que nunca se me iban a pasar las agujetas, pero el tercer día en Estambul ya estaba curada. Ya en el puerto compramos algo de fruta y vimos como intentaba pescar la gente en la orilla.

Ya nos quedaba la última etapa en Grecia, nos encontrábamos a pocos kilómetros de la frontera. Aún así decidimos quedarnos un poco más y cruzar por la frontera más norteña, a pocos kilómetros de Edirne. Así, tras dejar Alexandropoulis al sur, pusimos rumbo norte haciendo una parada en la reserva natural de Dadia y otra en Soufli, famoso por sus sedas; donde visitamos su Museo de la Seda, muy informativo, con fotos de época.

La última noche la pasamos a un kilómetro de la frontera, en el pueblo de Castanies. Un pequeño pueblo muy animado por el trasiego de vehículos entre Grecia y Turquía. Allí dijimos adiós a nuestro periplo de más de un mes en Grecia, con la que nos volveremos a encontrar en el futuro ¡¡seguro!!

Camino a Turquía

Península de Pilión

Las casas típicas de los pueblos de la Península de Pilión tienen tres pisos en su cara anterior y dos pisos en su cara posterior, debido a que se construyen en las laderas de las montañas. Los materiales utilizados son piedra y madera, obtenidos de los bosques y montañas circundantes.

Los pueblos se encuentran diseminados por las montañas cuyo acceso se puede hacer en vehículo. Sus calles no permiten la entrada de los mismos y las mulas y los burros siguen siendo el medio de carga más habitual.

Leonidas I

El lider espartano es conocido por su heroica acción en la batalla de Termópilas en el año 480 a.C.. Siendo rey de Esparta y al mando de unos mil hombres se enfrentó al ejército persa bajo el mando de Jerjes, que contaba con un millón setecientos mil hombres. Murieron todos los hombres, incluido él, pero retrasaron el impetuoso avance de los persas.

Tesalónica

 O Salónica, es la capital de la Macedonia griega, y la segunda ciudad más poblada del país. Como muchas otras ciudades vió crecer desorbitadamente su población con el intercambio de personas entre Grecia y Turquía en la decada de 1920.