Llegada a Groenlandia
Junio y julio de 2009
Rondábamos las dos horas de vuelo desde Reykjavik cuando nuestro avión de hélice entró en Groenlandia. Ya desde un principio percibí lo primigenio y poderoso de los paisajes que me obstinaba en fotografiar desde el pequeño ventanuco del avión.
Un territorio subyugado por el hielo, montañas solitarias e inhóspitas, muchas de ellas sin pisar por el hombre, y glaciares interminables, alimentados por el Inlandis, el gran glaciar de Groenlandia, que ocupa el 85 % de esta isla de más de dos millones de kilómetros cuadrados y que alcanza un espesor de hasta 2500 metros.
Sí, verdaderamente uno se siente muy insignificante en este lugar, donde la naturaleza se muestra implacable en sus actos, pero también frágil y serena, mostrando todo su esplendor con nada que uno se pare a observar.
Llegada
Algo más de dos horas desde Islandia, previo enlace en Copenhague, te llevan hasta la «tierra verde», como fue bautizada Groenlandia por los vikingos.