La tribu de los Bishnoi

16 de noviembre de 2006

Bishnoi-IVDecidimos pasar nuestro último día en Jodhpur haciendo una excursión en jeep para visitar a los Bishnoi, una tribu del desierto del Thar conocida por su extrema actitud ecológica y que vive en una zona a 40 kilómetros de la ciudad. Cogimos el jeep a las 7 de la mañana, iba con nosotros un turista local jubilado, procedente de Calcuta y que, aunque en un principio resultó agradable, acabó siendo un poco pesado, haciendo preguntas de todo tipo, algunas de ellas un tanto indiscretas, a Silvia acabó por sacarla de quicio. Muy pronto abandonaríamos una Jodhpur desierta para coger una carretera comarcal que se adentraba en el desierto, camino de nuestra primera parada, el poblado de los Bishnoi en sí, pero primero aparcaríamos para ver algunos grupos de camellos que cruzaban la carretera y algún que otro antílope lejano que en cuanto detectaba nuestra presencia salía corriendo.

Al llegar a la casa del pueblo pareció como si todo estuviese preparado para nuestra visita y en realidad sería así, al fin y al cabo esto era una atracción turística y todas las paradas estaban de antemano prefijadas. Aún así todo resultó natural, nos recibieron dos hombres y una mujer, que emanaban tal carácter, que resultaba imposible que pudieran fingir, estaban por encima de nosotros, los hombres lucían una vestimenta blanca, grandes turbantes y no menos lustrosos bigotes, iban a lo suyo, pero nos recibieron con hospitalidad, la mujer, mientras, calentaba algo en la leña, llevaba un sari y un pañuelo que le cubría la mitad de la cara, su rostro era robusto y estaba cubierto por un largo pendiente que iba de la oreja a la nariz, así como aparatosos collares dorados. Salió una abuelilla, con más arrugas que años, se sentó frente a nosotros, para la foto que sabía que queríamos hacerla, posó y tras la foto de rigor se fue, sin más, tenía 94 años y supongo que ya estaría cansada de recibir intrusos con cámara compulsiva.

Nos sentamos sobre una especie de manta sobre el suelo y uno de los hombres comenzó a preparar algo en un extraño artilugio, era una especie de infusión de opio, una vez preparado se lo iban vertiendo directamente en las manos, primero entre ellos, luego entre nosotros, ellos repitieron varias veces, sin duda estarían acostumbrados, nosotros fuimos más discretos, al fin y al cabo no sabíamos si los efectos iban a ser muy fuertes, parecía agua sucia y tenía un sabor amargo horrible, nuestro guía no paraba de narrarnos los beneficios del opio, cual si fuera bálsamo de Fierabras.

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Después permanecimos un rato sentados, observando a los Bishnoi, que continuaban su vida al margen de nuestra presencia, tomamos algunas fotos más y continuamos camino. El guía nos llevó a un recinto, una especie de parque que conmemoraba la rebelión de los Bishnoi, allí nos soltó y allí estuvimos un rato dando vueltas, observando a los elegantes pavos reales e incluso a algún que otro antílope.

Bishnoi-IINo podría decir con seguridad si me había hecho efecto el opio, pero digamos que en este momento si me sentí algo más ligero y me entró una sed voraz, estuvimos recogiendo alguna pluma de pavo real, que esperamos conservar hasta nuestra vuelta.

Continuamos la excursión bajo un calor seco, nos llevaron a un lago a observar pájaros de distintas especies, había cientos de ellos, pero demasiado lejos como para verlos con claridad, estuvimos conversando como pudimos con uno de los locales y continuamos camino hasta nuestra siguiente parada, un taller de alfarería, regentado ya por musulmanes, así que desde este momento ya no veríamos más a los Bishnoi, pese a que los panfletos que nos embaucasen en Jodhpur mencionaban únicamente la visita a esta tribu del desierto.

BishnoiMientras avanzábamos por la estrecha carretera vimos unos buitres gigantes que tomaban el sol, paramos para hacerles algunas fotos, sorprendentemente uno de ellos ni se inmutó cuando bajé del jeep, así que me pude acercar apenas a un metro de donde estaba para hacerle fotos, ni se movía, me miraba un poco de reojo, vigilándome, pero nada más, pensé incluso que había sido puesto por el ayuntamiento, como parte de la excursión de los Bishnoi.

Llegamos al taller de alfarería, un chiringuito enorme repleto de objetos de barro, animalitos, portavelas, etc… nos sentamos alrededor del torno del alfarero, que se dispuso a hacernos una demostración de cómo en tres minutos podía hacerse un jarrón decorado a partir de una masa amorfa de barro. Luego me tocó a mi modelar, me sentía como Demi Moore, guiadas mis manos por mi particular Patrick Swayze, había que ser delicado al apretar con las manos el barro, un poco más presión de la cuenta y todo se deformaba, como así me ocurrió al principio, hasta que le pillé el truco al asunto.

Bishnoi-IIIDe lo que restó de la visita puede ser deducido, nos intentaron vender cosas, lógico, pero nosotros nos negamos educadamente, al fin y al cabo la excursión no nos había salido barata precisamente.

Nuestra última visita sería a una casa de nativos, tejedores de telas, tenía un bonito patio con las telas expuestas en las paredes, había dos chozas hechas en adobe y con los tejados construidos con ramas, las ventanas y las puertas estaban pintadas con pintura blanca, mostraban en su mayoría motivos geométricos, aunque también había dibujados arboles y hasta un león. El interior también estaba decorado, ahí nos sentamos y esperamos a que nos trajesen la comida, que fue algo justita, entre otras cosas nos dieron una especie de hierbas especiadas, algo muy extraño, parecido a las vainas de los guisantes, luego estaríamos viendo un rato cómo trabajaban con el telar, el hombre tenía un gran turbante colorido y un enorme bigote, su trabajo era exquisito, al igual que desorbitado el precio que nos pedía.

Volvimos a Jodhpur hacia las tres de la tarde y cogimos la furgoneta, camino de Jaisalmer, camino del desierto del Thar.

Los Bishnoi

Los Bishnoi son una población dispersa por el desierto del Thar, en el Rajhastan, constituyen un avanzado modelo de naturalismo respetuoso con el entorno y es una de las sociedades más conservacionistas del planeta. En el siglo XV, Jambhoji, un ciudadano de un pueblo cercano a Jodhpur denunció que la causa de la sequía que asolaba la región era el mal comportamiento del ser humano con la naturaleza. Más tarde este hombre se convirtió en un santón errante y formularía los 29 principios que regirían a su comunidad. Bis significa 20 y noi 9. 10 de estos principios se refieren a la higiene personal y a mantener una buena salud, 7 se refieren a pautas sociales, 5 son de caracter religiosos y los otros 7 marcan las pautas para una correcta preservación del medio y un respetuoso uso de animales de labor.

Entre algunas de sus normas destaca el especial cuidado que tienen al cortar leña, ya que ésta debe de estar totalmente libre de insectos. También prohiben la ropa azul, ya que para tintar de este color se usa una gran cantidad de pequeños arbustos.

La historia cuenta que 366 Bishnoi murieron por defender la vida de los árboles. El Maharaja Abhay Singh mandó a sus soldados cortar 200 arboles, los Bishnoi se ataron a esos árboles para defenderlos. Hubo una masacre y cuando el maharaja se enteró acudió en persona a disculparse y desde ese momento prohibió la tala de arboles, así como las cacerías. Los Bishnoi sólo crían vacas y búfalos, las vacas son consideradas tabú, ya que devoran la vegetación. No comercían con la leche ni con los productos que obtienen con sus animales, que tampoco los mandan a los mataderos.

Los Bishnoi viven en pequeñas villas llamadas Dhaanis, que siempre mantienen impolutas, las paredes de barro las revisten de estiercol de vaca, que les sirve de aislante contra el duro calor del desierto.