Delhi, entre el orden y el caos
4 de noviembre de 2006
Delhi es la capital de la mayor democracia del mundo, sin embargo no es la ciudad más grande del país, la superan Bombay y Calcuta que a su vez han de ser más caóticas, polutas y pobres. No obstante es un buen ejemplo de lo que es actualmente India, no faltan los contrastes, no faltan las vacas en las calles ni los niños pidiendo en algunas esquinas.
Los ricos y los pobres viven juntos pero no revueltos, los primeros se mueven en New Delhi, compran en Connaught Place y en los mercados del barrio diplomático donde a veces los precios se asemejan a los de Europa, conducen coches de importación, llevan a sus hijos a los mejores colegios y entre ellos se comunican en inglés. Nosotros hemos convivido con ellos varios días ya que los pocos días que estuvimos allí aparcamos en un pequeño aparcamiento gratuito de Nehru Park. Cada mañana un hombre nos deja el periódico en inglés en la luna del vehículo, ¡gratis!, nosotros lo ojeamos mientras tomamos un café observando a los indios que llegan con sus cochazos vestidos de ‘sport’ y se hacen el recorrido de gimnasia como si estuvieran en Central Park. No deja de parecernos extraño que mientras a unos pocos kilómetros las gentes luchan por ganar unas rupias aquí estén ellos con sus chándales y sus deportivas corriendo por el parque.
También les vimos comprando en Khan Market, quizás el mercado más caro de la ciudad, donde las carnicerías parecen de Luxemburgo y el aceite de oliva o el queso francés se pagan a precio de oro. Ya habíamos estado aquí en verano con Laura, tomando un café en una cafetería dedicada al cine, nos tocó pagar el café a precio español, a Laura no le vino mal ya que al día siguiente estaría de nuevo en Madrid, así se iba adaptando a nuestra economía. Aunque quizás fuese el concesionario Lamborgini lo que más nos impresionó, seguramente hay uno en Madrid pero yo no lo he visto, y por éste pasé cada mañana esos días.
A menos de dos kilómetros de Connaught Place, donde se encuentran todas las tiendas de marcas extranjeras y los restaurantes de moda, como el Mc Donalds, se extiende Old Delhi, con su Fuerte Rojo y su magnífica Mezquita del Viernes. Nada tiene que ver con la Nueva Delhi, aquí parece que no ha pasado el tiempo, la basura se acumula en las esquinas, los cables se enredan en marañas sobre nuestras cabezas, la comida se prepara y se sirve en la calle, las gentes duermen en las aceras. El día que fuimos a visitar la mezquita llegamos temprano, en rickshaw, la puerta norte estaba aún cerrada por lo que rodeamos toda la mezquita para poder acceder por la puerta sur, decenas de personas dormían a su alrededor, en la calle, rodeados de sus propias necesidades y la basura del día anterior, un fuerte contraste con nuestro escrupulosamente limpio aparcamiento en Nehru Park.
Cuando entramos a la mezquita aún no había llegado ningún turista, tuvimos que pagar 200 rupias por la cámara de fotos, y como teníamos dos cámaras primero entró Rafa con la nueva cámara y luego entré yo mientras él se quedaba con las cámaras; el hombre de la puerta había sido bastante desagradable y no nos dejó entrar con las dos tras prometerle usar sólo una. La mezquita es impresionante, parecida a la de Lahore, con su tono rojo y blanco y sus cúpulas redondeadas, el ambiente matinal era agradable aunque el cielo grisáceo por la polución le daba un aspecto un poco lúgubre, como a casi toda la ciudad. Esa misma mañana recorrimos las calles de Old Delhi para vivir la ‘otra Delhi’, sonrisas amables de musulmanes nos invitaban a comprar dulces, panes o simplemente a tomarles alguna fotografía.
De allí fuimos a Main Bazar, donde se alojan todos los viajeros y mochileros que llegan a India, decenas de tiendas de ropa, bolsos y otros artículos atraen a los turistas, es barato, muy barato, casi no se regatea aquí, directamente te preguntan por la cantidad de artículos que te vas a llevar, y en función de ese dato te dan un precio. Mucha gente compra aquí en grandes cantidades y lo envía a Europa para allí venderlo, algunos tienen sus tiendas en Francia o España, otros, los más jóvenes, venderán los productos en mercadillos y ferias en primavera y verano, como en el rastro de Madrid, donde India ocupa una buena cantidad de puestos.
Junto a las tiendas hay negocios de mensajería, donde se preparan los paquetes para enviar a Europa (o América, o Israel, o Australia), cuantos más kilos más barato el envío. El resto de los negocios son Guest Houses, en general de pésima calidad, internets y locutorios, y un par de restaurantes.
Muchos de los viajeros que paren en Delhi sólo verán este rincón de la ciudad, de allí irán a la Estación Central para coger un tren a Varanasi, Goa o Rajastán, sin apenas dedicarle unas horas a la capital de la nación. Aunque no es la ciudad más interesante de la India siempre merecerá la pena dejarse caer por los barrios de Old Delhi y visitar la mezquita, así como darse un paseo por Connaught Place y comprar algún recuerdo en el mercado tibetano de Janpath, Delhi no es sólo el Main Bazar y sus tiendas de ropa.
La Capital
Jama Masjid
La Mezquita del Viernes es la más grande de la India. Su edificación se inició en el año 1644 y no se terminó hasta 1658. Hay tres puertas de acceso a la mezquita, los turistas suelen entrar por la norte aunque también pueden hacerlo por la sur donde el ambiente de barrio musulmán nos recordó al de las ciudades sirias o pakistaníes. Se levantó en mármol blanco intercalado con piedra arenisca roja, siguiendo los canones de la arquitectura mogol. El patio puede albergar hasta 25.000 personas.