Las colonias portuguesas de Diu y Daman

4 – 12 de diciembre de 2006

Diu-VIIIDiu está apartado de todo, en el extremo sur de la mitad norte del estado de Gujarat, a más de quinientos kilómetros de la ciudad más cercana, lo que significa un mínimo de diez horas de autobús; quizás por eso son pocos los extranjeros que se aventuran a venir hasta aquí, aunque indudablemente merece la pena el desvío. Se trata de una pequeña isla de diez kilómetros de largo por dos de ancho cuya población principal es la ciudad de Diu que da o recibe el nombre de la isla. Fue de dominio portugués hasta el cercano año de 1961 y las mejores huellas de estos casi cinco siglos de dominación se hallan en las calles de la ciudad, iglesias, edificios coloniales, un fuerte e inscripciones en nuestra vecina lengua.

Dos jornadas completas condujimos para llegar desde Udaipur en Rajastán hasta este lugar, la primera fue rápida, por una autovía excelente hasta Ahmedabad, la capital del estado, y otros tramos de autovía en construcción hacia el este. Esa noche en el camino fuimos invitados a pernoctar junto a lo que había sido un hotel restaurante de carretera, el dueño hablaba un inglés perfecto debido a que había vivido en Inglaterra muchos años. Rafa conversó con él largo rato y pronto se dio cuenta de que le obsesionaba en gran medida el terrorismo internacional culpando, como suele ocurrir en occidente hoy en día, a los musulmanes de todo el terror que asola el planeta. Aunque en desacuerdo total con él no quisimos entrar en polémica, comentamos ligeramente que en todas partes cuecen habas y poco más, sabíamos por experiencia que este tema es difícil de tratar, las personas que están plenamente convencidas de que los musulmanes son en conjunto malos no suelen atender a razones. Este hombre no sería el primero ni el último en declarar su odio hacia Pakistán, nos los habíamos encontrado mucho peores en India; lo que nos parece curioso es que en tres meses en Pakistán nadie nos declarase un rechazo parecido hacia la India.

Dos o tres horas más nos acercaron a la costa, dejamos a la derecha el desvío a Porbandar, ciudad que vio nacer a Mahatma Ghandi, y por fin a las cuatro de la tarde cruzamos el puente que separa la isla de Diu de tierra firme. Un control de policía y un cartel informan al visitante de que entra en una zona con legislación especial que depende directamente del gobierno central en Delhi.

Diu-III

Tras perdernos por la isla la primera media hora regresamos a la ciudad para buscar un lugar donde aparcar que no distara mucho de las tiendas y los mercados. No nos lo podíamos creer, ¡qué ven nuestros ojos!, una mercedes azul aparcada junto a la playa, Nico y su Balance Mobile, se nos había adelantado y nos guardaba un sitio junto a él. Ya sabía que llegábamos porque Bruno, un francés que viaja en todoterreno y con el cual quizás compartamos un contenedor hacia Malasia, le había comentado que llegaríamos uno de esos días, nosotros en cambio no esperábamos volver a ver a Nico hasta Goa, ¡qué agradable sorpresa!

Diu-IITuvimos que esperar hasta la tarde para conocer a Esther, la novia de Nico, una preciosa rubia holandesa de metro noventa, una artista cuya ocupación en Amsterdam era hacer esculturas de gran tamaño para jardines y vestíbulos de edificios y hoteles. En seguida hicimos migas, es unA persona de trato fácil, amable, en contraste con Nico que tiene un carácter más fuerte, está claro quien es el gruñón de la pareja.

La primera noche era tarde ya pero decidimos que al día siguiente haríamos una barbacoa con gambas y pescado, podríamos comprar todo el en pintoresco mercado de pescado de Diu. Ese día fueron ellos a comprar, nosotros también nos acercamos a conocer el lugar e hicimos la primera toma de contacto adquiriendo unos hermosos lenguados, sería el comienzo de una gran amistad entre nosotros y el pescado y marisco fresco de las costas de la India, pasaríamos meses afianzando la relación.

¡Qué lujo!, una playa perfecta para nadar a veinte metros de la camioneta, unos pinos donde colgar la hamaca a la sombra, una compañía estupenda y como colofón una sabrosa cena aderezada con patatas asadas, ensalada y vino oporto macerado en la región, herencia de Portugal.

Diu-VII

Y así pasamos esos cinco días, unas auténticas vacaciones en el mar, si no fuese porque teníamos mucho trabajo, la web se retrasaba y se retrasaba, nos pusimos a la tarea y actualizamos allí mismo antes de emprender rumbo al sur. Nos empezábamos a dar cuenta de que cada vez nos cuesta más trabajar en la web, en otros países como Turquía, Irán o Pakistán siempre sacábamos tiempo para ir preparando las crónicas pero en la India cada vez es más difícil, durante el día no paramos y así puede pasar un mes sin que hayamos hecho nada de nada.

Diu-VILa tercera y última barbacoa lo bordamos, unas gambas hermosas en su punto y unos filetes de tiburón, la carne del escualo no es como la de un pescado normal, es más compacta y grasa, exquisita, un manjar para nuestros exigentes paladares, en nuestras barbacoas de Goa no faltaría ni un sólo día el tiburón en el menú. Si me explayo tanto con la comida es porque realmente añoraba el pescado, parte fundamental en mi dieta en España desde que era una cría, prácticamente no lo comía desde Grecia, una o dos veces en Turquía y una vez en el Golfo Pérsico, me emocioné al ver el cambio que iban a dar nuestros hábitos culinarios los siguientes meses, y cuando más lo estoy disfrutando es cuando compro la mercancía directamente al pescador que llega con su barca a la playa donde estamos aparcados, podemos estar seguros de que está fresco y no es de piscifactoría.

Diu-IVAunque andábamos un poco perezosos una de las mañana arrancamos el motor y recorrimos la isla, paramos en el extremo occidental en un pequeño puerto, unos hombres descuartizaban mantas-rayas mientras otros descargaban las barracudas de los barcos. Otra breve parada en Nagoa Beach nos permitió ver a los turistas indios disfrutando del mar a su manera y tomarnos los primeros cocos, y de allí, vuelta a casa, el lugar más bonito y tranquilo de la isla, la playa de Chakratirth, a menos de dos kilómetros del dentro de la ciudad y a tan sólo medio de la muralla.

Varios paseos vespertinos fueron mostrando los encantos del lugar, las estrechas callejuelas serpenteantes que no permiten a los potentes rayos del sol penetrar, las iglesias y pequeños altares desperdigados por la ciudad, un sinfín de inscripciones en portugués, en paredes y en hoteles desvencijados, jardines con poderosas sombras para mitigar los efectos devastadores de la canícula, que en esta región alcanza los cincuenta grados. Sólo una de las iglesias sigue en funcionamiento, pero las gentes rezan en sus hogares, el vestíbulo de las casas siempre está sobrecargado con cruces, santos y estampitas, tanto o más que en las casas de sus vecinos hindúes, el cristianismo está muy arraigado allá donde los portugueses pusieron sus banderas.

Diu-VEn la tercera visita al mercado de pescado las mujeres ya nos conocían, todas nos llamaban para mostrarnos su mercancía y las que tenían los ejemplares más hermosos nos los mostraban orgullosas, como ese tiburón de más de un metro que Rafa sopesó para divertimento de las allí presentes. La variedad de género era brutal, sólo faltaban los moluscos, ni almejas, ni berberechos o coquinas, habríamos de esperar a Goa para catarlos. Fuera del mercado cubierto se colocaban en primer lugar las vendedoras de pescado desecado y tras ellas las vendedoras de vegetales, donde comprar los ingredientes necesarios para la ensalada o para el mojito, fácil de preparar con el ron añejo de la zona.

Es curioso como en una región con mayoría musulmana y donde el consumo de alcohol está completamente prohibido se encuentren las dos ciudades donde adquirirlo es más fácil y más barato. En Diu la botella de vino oporto cuesta unos dos euros y la botella de ron algo menos, en Damán, más al sur, es aún más barato, suponemos que es por herencia de los portugueses que en estos dos enclaves esté permitido y muy bien aceptado su consumo. Son decenas de negocios los que se dedican a servir y vender alcohol, muchos más de los necesarios para esta pequeña localidad, pero si ahí están será por algo, para vender a los jóvenes del estado y de los estados vecinos de Maharastra y Rajastán los elixires que tanto cuesta adquirir en otros lugares.

DiuEl fuerte esperó hasta que hubimos actualizado la web, como premio a nuestro duro trabajo. Se encuentra en el extremo oriental de la isla, dentro de la zona amurallada de la ciudad de Diu, su estado varia de unas zonas a otras, las murallas están bastante bien conservadas no así las edificaciones del interior, que incluían varias capillas, una de ellas rodeada de losas de piedra con inscripciones. En una pequeña isla se levanta el Fortim do Mar, entre la isla y tierra firme. Con esta visita acabamos de explorar esta magnífica ciudad, una joya escondida en un estado desértico y hostil, un lugar donde perderse y olvidarse del agobio de la India.

Daman

Nos despedimos de Diu pero no del estado de Gujarat, nuestro rumbo este nos llevaría en primer lugar hasta Alang, un puerto en el mar Arábigo famoso en el mundo entero por ser uno de los dos o tres lugares donde llegan toda clase de navíos para ser desmontados y vendidos por piezas más tarde.

Comimos de camino y llegamos a Alang a la hora de más calor, Rafa y yo no teníamos muy claro si entraríamos a visitar el lugar, el precio que nos podían pedir era desorbitado ya que normalmente se exige un permiso especial que cuesta 50$; sin embargo Nico estaba convencido, para él resultaba muy interesante, podría tomar fotografías únicas. Condujimos por una carretera franqueada por tiendas con todo tipo de artículos relacionados con los barcos, desde la vajilla de los cruceros, hasta los salvavidas, las butacas o las máquinas (turbinas, compresores…). En la entrada nos paró un guardia, los cuatro fuimos a la garita donde cuatro hombres nos dijeron que no podíamos acceder al recinto, que necesitábamos el permiso que se obtiene en Ahmedabad, insistimos y al final dijeron que podíamos regresar la mañana siguiente, que en la oficina podrían hacernos el permiso, 50$ la entrada normal, 75$ con cámara de fotos y una barbaridad que no recuerdo con cámara de vídeo.

PuertaRegresando a las tiendas de ‘cosas’ les comentamos a Nico y Esther que nosotros no íbamos a visitarlo, ellos tampoco querían gastarse ese dinero, decidimos pasar la tarde buscando objetos curiosos y luego salir de allí y buscar un lugar donde dormir. Las tiendas son auténticos museos, son como barracones enormes donde se puede encontrar de todo, pudimos comprobar que los griegos y los españoles siempre han estado presentes en el mar, vimos varios carteles en estos idiomas, encontramos cientos de vajillas y mobiliario de grandes cruceros de lujo, espejos, lámparas, ropa de cama y restaurante, herramientas y un largo etcétera que nos mantuvo entretenidos un par de horas. No nos fuimos con las manos vacías, Nico compró unas pinzas para la barbacoa y nosotros nos compramos una minibarbacoa y unas pinzas, ya podríamos asar nuestro propio pescado.

Desviándonos por un camino un par de kilómetros encontramos un lugar para pasar la noche entre unos páramos, algunos hombres que pasaban con los tractores se acercaron a curiosear pero nada agobiante, miraron y se fueron a sus hogares.

La siguiente jornada fue muy larga, conduciendo sin parar, sólo para comer y para intercambiar unas palabras con una pareja de ciclistas alemanes que nos cruzamos, el hombre había hecho en el pasado un viaje de siete años en bicicleta y tiene publicados varios libros relacionados con ese viaje. Pasamos la noche entre campos sembrados a escasos 300 metros de la autopista que recorre la costa oeste de la India.

Daman-IVEl tercer día llegamos a Damán después de comer, no resultó ser tan agradable como Diu, quizás porque está en una zona superpoblada, llena de grandes ciudades como Barucha, Surat y a ciento cincuenta kilómetros al sur Bombay, la ciudad más poblada de la India. Ya en los kilómetros previos pudimos ver el despliegue de medios: hoteles, restaurantes, gasolineras y sobre todo tiendas de alcohol, a un precio aún más barato que en Diu, un buen lugar donde aprovisionarse para las navidades (botella de ron 750 ml a 1,2 euros, botella de vino Oporto a 1,5 euros). Llegando al pueblo intentamos cruzar a la ciudad antigua para ir a la playa del sur, playa de Jampore, pero no era posible, el único puente que comunica con esa parte estaba en mal estado y sólo se permite el paso a vehículos de dos ruedas y peatones. Nos fuimos a la playa del norte, playa de Devka, si se puede llamar playa, porque es un conjunto bastante sucio de rocas y arena en donde no se puede nadar ni tomar el sol, sin embargo encontramos fácilmente un aparcamiento con palmeras donde aparcar. Esa primera tarde Rafa y yo nos fuimos dando un paseo por la playa hasta el pueblo donde localizamos un internet desde el que chequear el correo y unas cuantas tiendas donde aprovisionarnos antes de dejar la ciudad.

Nuestra idea desde hacía tiempo era dejar la camioneta aparcada en algún hotel de Damán e ir a Bombay en tren desde allí, la estación de tren de Vapi se encuentra a tan sólo diez kilómetros y desde allí a la gran ciudad hay ciento setenta kilómetros, sería un agradable paseo de tres o cuatro horas. Nico y Esther en un principio pensaban ir en coche pero se animaron a dejarlo allí e ir en tren con nosotros; esa misma tarde Esther preguntó en los dos hoteles cercanos y en uno de ellos nos dijeron que no había problema, por cincuenta rupias al día nos cuidarían las furgonetas.

DamanAl día siguiente fuimos a recorrer la ciudad vieja, Moti Damán, mucho más pequeña de lo que nos imaginábamos. En ella encontramos muchas huellas del dominio portugués, algunas iglesias, un antiguo monasterio en ruinas y un edificio oficial, quizás el ayuntamiento o consejo, aún escrito en lusitano. Ya de regreso nos encontramos con nuestros amigos, que venían de dar un paseo en bicicleta por los alrededores, como buenos holandeses quisieron comer en ese momento, apenas las doce, les acompañamos hasta un restaurante junto a la desembocadura y seguimos nuestro paseo, nosotros comeríamos en Nani Damán más adelante.

Después de comer fuimos a arreglar un pequeño pinchazo en la nueva cámara de una de las ruedas, esperamos que el último antes de Malasia. Al atardecer paseamos por el puerto, junto al fuerte de San Jerónimo; algunas familias viven junto a los barcos en chavolas fabricadas con hojas de palmeras en condiciones de miseria, los niños y las gallinas corretean entre las embarcaciones sin inmutarse por el nauseabundo olor a pescado que inunda el lugar. A pocos metros los pescadores terminan de arreglar las redes y preparar los aparejos para lanzarse a la mar en busca de nueva mercancía, el pan de cada día.

Ya de noche fuimos a mirar los billetes de tren pero ya era tarde para comprarlos, nos recomendaron ir a la estación temprano al día siguiente y así lo hicimos, por suerte un rickshaw pasó junto a nosotros cuando comenzamos a caminar los dos kilómetros hacia la estación de taxis y nos dejó en un taxi en pocos minutos. El taxi nos dejó en la estación en menos de media hora y comenzó la aventura, el primer tren directo a Bombay era un tren de lujo muy caro, compramos billetes para el siguiente, que según ellos llegaba a Virat, una estación de Bombay que resultó estar como Cercedilla de Madrid, tuvimos que coger otro tren, esta vez un cercanías, Esther y yo nos acoplamos en un vagón para mujeres y pudimos comprobar como se vuelven locas en cada parada, empujones, gritos, pisotones, ¡menos mal que nosotras íbamos sentadas! Nico y Rafa sufrieron más, iban de pie y tuvieron que tragar con empujones todo el trayecto.

Al día siguiente fuimos a recorrer la ciudad vieja, Moti Damán, mucho más pequeña de lo que nos imaginábamos. En ella encontramos muchas huellas del dominio portugués, algunas iglesias, un antiguo monasterio en ruinas y un edificio oficial, quizás el ayuntamiento o consejo, aún escrito en lusitano. Ya de regreso nos encontramos con nuestros amigos, que venían de dar un paseo en bicicleta por los alrededores, como buenos holandeses quisieron comer en ese momento, apenas las doce, les acompañamos hasta un restaurante junto a la desembocadura y seguimos nuestro paseo, nosotros comeríamos en Nani Damán más adelante.

Después de comer fuimos a arreglar un pequeño pinchazo en la nueva cámara de una de las ruedas, esperamos que el último antes de Malasia. Al atardecer paseamos por el puerto, junto al fuerte de San Jerónimo; algunas familias viven junto a los barcos en chavolas fabricadas con hojas de palmeras en condiciones de miseria, los niños y las gallinas corretean entre las embarcaciones sin inmutarse por el nauseabundo olor a pescado que inunda el lugar. A pocos metros los pescadores terminan de arreglar las redes y preparar los aparejos para lanzarse a la mar en busca de nueva mercancía, el pan de cada día.

Daman-IIYa de noche fuimos a mirar los billetes de tren pero ya era tarde para comprarlos, nos recomendaron ir a la estación temprano al día siguiente y así lo hicimos, por suerte un rickshaw pasó junto a nosotros cuando comenzamos a caminar los dos kilómetros hacia la estación de taxis y nos dejó en un taxi en pocos minutos. El taxi nos dejó en la estación en menos de media hora y comenzó la aventura, el primer tren directo a Bombay era un tren de lujo muy caro, compramos billetes para el siguiente, que según ellos llegaba a Virat, una estación de Bombay que resultó estar como Cercedilla de Madrid, tuvimos que coger otro tren, esta vez un cercanías, Esther y yo nos acoplamos en un vagón para mujeres y pudimos comprobar como se vuelven locas en cada parada, empujones, gritos, pisotones, ¡menos mal que nosotras íbamos sentadas! Nico y Rafa sufrieron más, iban de pie y tuvieron que tragar con empujones todo el trayecto.

Al regresar de Bombay comprobamos que los coches estaban intactos, pagamos las doscientas rupias y nos acoplamos de nuevo en el aparcamiento de la playa. Como despedida temporal nos fuimos a cenar pescado a un buen restaurante de la ciudad, un antiguo caserón de madera portugués restaurado y convertido en hotel, Hotel Marina.

Diu

La ciudad de Diu se halla en el extremo este de la isla, justo en la punta se levanta el fuerte mientras que al oeste la ciudad se ve delimitada por una gran muralla. Paseando por la ciudad se disfruta de un ambiente puramente colonial, las iglesias blancas, las casas encaladas pintadas de tonos suaves, las cruces y pequeños altares en las esquinas, todos ellos con un cierto aire de decadencia.

Al igual que Damán, Diu pasó a formar parte del nuevo estado de India en el año 1961 tras formar parte del Reino de Portugal durante casi cuatro siglos y medio.

La isla contiene otras pequeñas poblaciones, como Vanakbara, en el extremo más occidental. En esta pequeña aldea, junto al mar, es posible ver los barcos de pesca que vuelven cargados de barracudas y a hombres fornidos descuartizando mantas-rayas de varios kilos.

Damán

Damán es una pequeña localidad de pescadores situada en el extremo sur de Gujarat, a pocos kilómetros de la vecina región de Maharastra. La flota pesquera descansa en el barrio denominado Nani Daman, junto al pequeño fuerte de San Jernónimo, el lugar tiene gran colorido gracias a las banderas de colores que adornan los barcos. Damán es junto a Diu y a Goa una de los enlcaves portugueses más importantes que hubo en India, el dominio del Reino de Portugal se inició en el año 1531 y duró hasta 1961.