Gratas visitas

9 de noviembre de 2006

Y llegaron nuevas visita, Ana y Marta que venían desde España para pasar con nosotros algo más de dos semanas recorriendo la provincia del Rajastán. Todo fue sincronizado, nosotros nos levantamos a las cuatro y media de la mañana y ellas llegaron a las seis al aeropuerto de Delhi, según el horario previsto.

FatepurSiempre es emocionante recibir visitas, no sólo por la nueva compañía, obviamente lo más importante, también por los suministros y pequeños regalos que nos llegan desde España. En esta ocasión nuestras particulares reinas magas nos trajeron una buena mercancía, piezas del coche que necesitábamos y que son imposibles de encontrar en India, una selecta variedad de productos culinarios de nuestra amada piel de toro extendida, comenzando por el indiscutible jamón serrano, un par de manchegos, algunas latas de anchoas del Cantábrico y aceite de oliva, que se puede conseguir en India, pero a precios astronómicos y nunca de buena calidad. Anota volvió a suministrarnos de películas, que nos acompañaran en muchas noches de furgoneta u hostales, una camiseta de los Goonies, que sospecho procede de alguna tienda Pop de Fuencarral o Chueca, cartas de amigos y un largo etcétera…, no podíamos querer más cosas…, bueno, otro par de manchegos no hubieran venido mal.

La bienvenida oficial a India para Ana y Marta consistió en una vaca paseando por el aeropuerto, un pequeño anticipo de lo que se irían encontrado en el camino. No perdimos tiempo, queríamos evitar los atascos de Delhi, que ya conocíamos de otras ocasiones, así que salimos lo más rápido posible hacia Agra, para que ellas visitaran el indiscutible Taj Mahal, íbamos a tiro hecho y volvimos al hostal Akbar Inn, en el que ya habíamos estado con Laura. Al llegar al hostal y tras una reparadora siesta en la que Ana y Marta cogieron algo de fuerzas fueron a visitar el monumento. Silvia se fue con ellas y yo ni salí del hotel, me quedé jugueteando con la nueva cámara y leyendo el flamante libro de fotografía, también suministrado por nuestra más prolija mecenas, Anota.

Algo más tarde cenamos juntos en el hotel y nos acostamos pronto, había sido un largo día para todos, en especial para Ana y Marta, que entre el jet-lag, el largo viaje y el tremendo choque cultural estaban agotadas.

Al día siguiente emprenderíamos camino hacia Rajastán, pero de camino visitaríamos una antigua capital del imperio Mogol, Fatephur Sikri, muy cercana a Agra. En la carretera, antes de acceder al recinto amurallado de la antigua ciudad, unos personajes nos intentaron cobrar no sé qué, una especia de peaje de entrada, no les hicimos ni caso, ya sabíamos de las picardías de esta gente en ocasiones. Aparcamos en la entrada principal de la Gran Mezquita, enseguida fuimos «asaltados» por niños y personas de dudosa reputación que nos ofrecían sus servicios como expertos guías, los «Hola, Hola Coca-cola» y «Mira, Mira Cachemira» nos retumbaban los oídos por doquier.

Fatepur-IIUn guía nos dijo que no hacía falta pagar ticket para visitar la mezquita y alrededores de la ciudad, finalmente fuimos con él, a cambio de cien rupias, resultaron interesantes algunas de sus explicaciones, pese a su sospechoso brillo mañanero en los ojos. La principal entrada a la mezquita, profusamente decorada con inscripciones en árabe era grandísima, estaba en un alto por lo que se podía ver la nueva ciudad de Fatephur, cubierta por la neblina. Si la entrada era espectacular, el recinto interior de la mezquita era inmenso, cada lado mediría por los menos doscientos metros de largo y toda ella estaba construida en mármol de distintos colores, aunque predominaba el blanco, el guía nos dijo que la mezquita se construyó a imagen y semejanza de la Meca. Había personas sentadas en el suelo, charlando, muchos buscavidas que intentan sacar algo de los turistas, que aparecían en grupos, aunque ni mucho menos en masas como ocurría con el Taj Mahal. El calor empezó a apretar pero fue una agradable e interesante visita a lo largo de los diversos recintos de la mezquita, que se rodeaba a través de largas columnadas, distribuidas en Iwanes, al más puro estilo de las mezquitas persas. Tras la visita el guía nos llevaría a varios puestos de trabajadores del mármol, por si comprábamos alguna pieza, que desde luego tenían un trabajo exquisito, como exquisito era el precio que nos pedían por alguna de ellas, exagerado, aunque supongo que algún extranjero despreocupado por el dinero les comprará, no era nuestro caso.

Tras la visita a la mezquita recorrimos los alrededores de la antigua ciudad de Fatephur, que fue abandonada a causa de las sequías de la zona, se podían ver algunas calles en piedra y quedaban en pie algunos edificios y palacios, aunque el estado general del yacimiento dejaba bastante que desear. Nos despedimos de nuestro guía, que además del precio pactado se ganó una propina, y seguimos dando unas vueltas por entre los restos, fue un paseo corto ya que el sol pegaba fuerte, eran las doce de la mañana.

Emprendimos camino al Rajastán y su capital, Jaipur, conocida como la Ciudad Rosa, por el característico color de todas las fachadas dentro del recinto amurallado, en el centro de la ciudad.

Nada más entrar en Rajastán accedimos a una estupenda autopista. con dos carriles para cada sentido, una grata sorpresa que nos acompañaría durante gran parte de nuestro recorrido por la provincia, eso sí, tuvimos que luchar por un precio justo en cada uno de los peajes por los que pasábamos, siempre, salvo contadas excepciones, nos intentan engañar con lo que hay que pagar en los peajes.

Comimos en un restaurante de carretera y al atardecer llegaríamos a Jaipur, la ciudad rosa, la capital de Rajastán, encontrar un lugar para aparcar fue una odisea, como siempre.

Fathepur Sikri

Fathepur Sikri fue la capital del imperio Mogol entre 1571 y 1585, durante el reinado del emperador Akbar. El edicio principal es la Jama Masjid, una enorme mezquita que mezcla elementos persas e hindús y de la que se dice es una replica de la mezquita de la Meca.