Las cuevas budistas de Ellora

19 de diciembre de 2006

Las cuevas de Ellora y Ajanta se encuentran en el centro del estado de Maharastra, a unos cuatrocientos kilómetros de Bombay. Las primeras son famosas por sus tallas en piedra y las segundas por sus frescos o murales pintados.

Ellora-III

Al abandonar Damán nuestra intención era visitar ambos lugares aunque no sabíamos muy bien el orden. Ese día nos dimos una paliza a conducir, el primer tramo se nos dio bastante bien aunque, como es costumbre en India, no avanzamos a más de 40 Km/h de media. Paramos a comer a la salida de Nashik, unos champiñones masala a la brasa que estaban un poco secos y las típicas dhal (lentejas) que tanto nos gustan. La pesadilla vino por la tarde, cuando nos desviamos por una comarcal amarilla cuyos primeros sesenta kilómetros resultaron ser los peores de los últimos meses; sacamos algunas conclusiones sobre los mapas y las carreteras de este país, lo que en nuestro mapa se muestra como carretera amarilla puede ser en la actualidad o bien la mejor carretera del estado, incluso con tramos de doble vía, o la peor carretera secundaria, abandonada a su suerte los últimos años, es una lotería.

Ellora-IIDesesperados se nos hizo de noche, pero fue justo en el instante en que la carretera mejoraba, y en un esfuerzo final llegamos a Ellora. Fue una buena decisión continuar pues encontramos fácilmente un hotel donde aparcar por treinta rupias la noche, en lo que parecía un tranquilo jardín. Pasadas las diez de la noche un autobús con cincuenta personas, que alborotaban como mil o dos mil, llegó al hotel, pensamos en un primer momento que pararían a cenar y se irían, pero no, se fueron acomodando por los rincones. En pocos minutos el hotel era suyo, las mujeres hacían la colada y colgaban las ropas por todas partes, los hombres preparaban fuegos para cocinar, nos vimos rodeados por un auténtico campamento, y cimentamos la idea de que la etnia gitana proviene de la India, cada vez está más claro, al menos no les dio por ponerse a bailar y taconear hasta el alba.

Ellora-VEstábamos agotados y Rafa ya tenía bastante claro que no quería conducir hasta Ajanta, cada vez se le hacía más insoportable coger el volante, por lo que cada vez me tocaba a mí conducir más horas. Decidimos que visitaríamos las cuevas de Ellora al día siguiente y que tal vez yo fuera a Ajanta en autobús al día siguiente.

Esta idea duró menos de doce horas, por la mañana el gerente del hotel, si es que el lugar se podía llamar así, porque más parecía una feria, nos comentó que era el día de cierre, no podríamos visitar las cuevas hasta el día siguiente, ¡vaya chasco! Quizás fuera mejor así, nos tomaríamos el día de descanso y haríamos la colada y otras cosas que teníamos pendientes.

ElloraPudimos descansar porque el autobús, que iba de peregrinación por el estado, se fue a eso de las doce tras visitar el cercano templo de Grishneshwar; la tranquilidad duró hasta las nueve o diez de la noche, momento en el que se repitió la escena de la noche anterior.

Ellora-VILa visita a las cuevas nos llevó toda la mañana, casi cuatro horas, comenzamos por las cuevas más antiguas, las budistas, situadas en la zona sur del yacimiento. Las primeras cuatro son muy simples, con apenas una o dos esculturas, a partir de la quinta ya van apareciendo más decoraciones en las paredes, pero nada comparado con el recargamiento desbordado de las cuevas hinduistas y jainistas. La décima cueva nos llamó la atención, el techo parece un gran esqueleto vertebrado, como si estuvieras en la tripa de una ballena.

Continuamos nuestra visita huyendo de los gritos enloquecidos de los colegiales, que parecían más interesados en nosotros que en las cuevas, las cuales acabaron resultando, como imaginábamos, un poco repetitivas. Decidimos separarnos, yo me iría hasta la cueva 34, la última, y Rafa seguiría como hasta ahora, calculamos que nos encontraríamos en la número 25. Él en su periplo visitó la majestuosa Kailash, la cueva más importante de Ellora y por la única que hay que pagar, 500 rupias.

Ellora-IVYo comencé por las cuevas jainistas, en bastante mal estado de conservación por encontrarse menos resguardadas del sol, el viento y las lluvias, desde allí me dirigí hasta la cueva 29, la más moderna de las cuevas hinduistas y la que más me gustó, con varias paredes con escenas talladas donde no faltaba la vaca sagrada con su bien formada joroba.

Estábamos a veinte de diciembre y pretendíamos pasar las navidades en una tranquila playa de Goa comiendo pescadito, unánimemente abandonamos la idea de visitar Ajanta, esos maravillosos frescos tendrán que esperar a otra visita.

Las cuevas budistas de Ellora

En total hay 34 cuevas, las 12 primeras y más antiguas son budistas, las 17 siguientes son hinduistas y las últimas 5 son jainistas. Las cuevas budistas son las más sencillas y menos recargadas, tal vez por su antigüedad pero también porque el arte budistas suele ser más discreto que el hinduista o el jainista. Las doce se datan entre el 450 y el 650 d.C. La cueva más importante es la número diez, se trata de una enorme cueva con el techo recordando las costillas de un gran mamífero, en planta una hilera de columnas separa el habitáculo principal de un pasillo exterior. Una gran estatua de buda sentado descansa en el fondo de la sala principal.

 La cueva más famosa de Ellora, y por la única que hay que pagar, es el Gran Kailash, recibe su nombre de la montaña sagrada para hinduistas y budistas situada en el Tíbet. Su ejecución se inició durante el reinado de Khrisna I o Khrisnaraj, entre los años 757 y 783 d.C., y continuó durante varios reinados de la dinastía Rashtrakuta. Es la ‘escultura’ más grande de la India, se usó un único bloque de piedra para su ejecución. En la parte superior una cúpula redondeada que en su momento lució un tono blanco recordaba las cumbres nevadas del monte Kailash. Sus relieves son los más trabajados de Ellora y los que se encuentran en mejor estado de conservación.

 Hay cinco cuevas jainistas en Ellora, todas ellas posteriores al 800 d.C.. Se encuentran alejadas de los grupos principales de cuevas, en lo más alto de las colinas, a unos dos kilómetros de la cueva 29. Como todo el arte jainista estas cuevas muestran profusidad en su decoración, en el pasado todas las cuevas estaban pintadas con vivos colores que no han sobrevivido al tiempo, sólo en algunos rincones donde la luz penetra poco se pueden intuir tonos rojos y azules.