Playas desérticas de Kerala

13 de enero de 2007

KeralaEntramos a Kerala por la nacional 17 que bordea gran parte de la costa occidental de India, «el País de Dios», como es conocida esta provincia del sur de India tiene unas características que la hacen única.

Kerala es un estado comunista, elegido democráticamente, el estado cuenta con la tasa de alfabetización más alta de India, con un 99% de los niños escolarizados, la tasa de mortalidad infantil es la más baja del país, siendo a su vez la provincia más desarrollada y con más infraestructuras.

Nuestra primera parada en Kerala fue en el fuerte Bekal, una fortaleza portuguesa junto al mar, que se erige sobre un pequeño acantilado. Accedimos por una entrada que daba al mar y circunvalamos el castillo, a ambos lados desde algunos de los bastiones se veían dos largas bahías, y unos interminables bosques de palmeras. A la hora de dejar el castillo intentamos salir por la puerta principal, pero un hombre nos pidió las entradas, nosotros no teníamos ni idea de que había que pagar para visitar la fortaleza, que tenía un precio desorbitado para India, así que volvimos a la entrada por la que habíamos pasado. Una vez fuera de la fortaleza un guardián tocó su silbato y creemos que los pitidos iban dirigidos a nosotros, pero nos hicimos los suecos y fuimos a tomar un zumo a un chiringuito cercano.

No pasó nada e incluso Silvia quería quedarse a dormir en el propio aparcamiento, pero a mí no me hacía mucha gracia, no sé por qué no le haría caso ya que nos costó mucho encontrar un buen lugar esa noche, tuvimos que quedarnos en una zona de obras junto a la carretera, infinitamente peor que el aparcamiento de Bekal. Por la noche llamaron a nuestra puerta, era la policía, que supongo que estaría alucinando de ver un vehículo extranjero en un descampado, pero el encuentro no trascendió, se fueron sin hacer preguntas.

A la mañana siguiente llegaríamos a la playa de Muzapilagad, un grato descubrimiento en la turística Kerala, no se veía ni rastro de desarrollo en ese aspecto, ni turistas, ni restaurantes, ni hostales, ¡una enorme playa de cinco kilómetros para nosotros solos! Aún más curioso nos resultaba porque habíamos llegado al lugar gracias a un panfleto de Kerala que cogimos en Expocio o Fitur tres años antes, esta playa aparecía como una de las seis playas más importantes del estado, pero los touroperadores la desconocen.

Kerala-IIIHicimos la primera inspección caminando, la playa era enorme, la arena compacta permitía conducir toda su longitud sin problema, más tarde descubriríamos que era el deporte local conducir por ella al atardecer. Aparcamos cerca de la playa, en una zona con césped, y decidimos estrenar el toldo que habíamos fabricado unos días antes, funcionó a la perfección, como palos y vientos utilizamos los de la tienda de campaña, ya teníamos nuestra sombra.

Los niños y no tan niños se acercaban a husmear por donde estábamos y así hicimos algunos amigos, entre ellos dos chavales que siempre venían a vernos y un hombre jubilado que al menos vino dos veces al día durante los cuatro que pasamos allí. Fue divertido ver como la gente se iba enterando de nuestra presencia y cómo, intentando no resultar cotillas, se asomaban a vernos discretamente, fuimos la atracción del lugar esos días.

Kerala-VIDescubrimos la belleza del lugar en pequeñas dosis. La primera mañana caminamos hasta el extremo norte de la playa, un canal nos separaba del siguiente tramo de playa, Rafa intentó cruzar pero pronto se dio cuenta de que la profundidad era engañosa, yo, más atrevida, avancé y acabé calada hasta la cintura. Tuvimos que preguntar a un hombre del lugar cuál era el mejor tramo para cruzar, nos lo indicó y cruzamos sin mojarnos las rodillas, yo iba arrastrando los pantalones largos empapados. En ese lado encontramos una pequeña cala donde el mar estaba bravío, había muchas rocas y parecía cubrir mucho, el entorno era idílico, con sombras bajo las palmeras, arena dorada y nadie a la vista.

Esa misma tarde fuimos de paseo por el pueblo hacia el sur, el pueblo se extendía sin un orden claro, las casas y cabañas se desperdigaban sin que ninguna valla delimitara su espacio, no sabíamos muy bien cuando estábamos invadiendo su intimidad, sin darnos cuenta nos hallábamos junto al pozo o la cocina.

Kerala-IVLas gentes, muy amables, nos saludaban e invitaban a sus hogares, en la calle principal, parcialmente asfaltada, los hombres descansaban bajo las sombras. Notamos rápidamente el cambio de carácter, la comunicación era fácil, el inglés no era desconocido para muchos de ellos, curiosos como en el resto de India, pero más educados y respetuosos se dirigían a nosotros con un abanico de preguntas más amplio de lo normal, no sólo el ‘where are you from?’. Pudimos comprobar que Kerala es diferente, las gentes parecen más cultas y despiertas.

Kerala-VEl único fallo del lugar fue la falta de tiendas donde comprar, menos mal que teníamos provisiones de verduras para tres o cuatro días, la fruta y el pescado no sería un problema, pronto hice migas con los pescadores y en un par de ocasiones adquirí gambas recién descargadas por un precio inferior a medio euro. Otro de los días nos dimos un banquete, unos niños me habían mostrado como coger almejas en la playa, ¡qué descubrimiento!, estábamos en una auténtica playa marisquera, encontré tres tipos de moluscos, las coquinas, demasiado pequeñas para mi gusto, unas almejas redonditas y otras en forma de media luna enormes.

Recogí una buena cantidad de estos dos últimos tipos y las cociné a la marinera por separado, con mucho ajo y mucha cebolla, Rafa, que en un principio estuvo reacio a mi iniciativa acabó chupándose los dedos, menudo lujo, ¡comiendo marisco gratis! Ese día recordé a las marisqueras gallegas, convencida de que lo que cobran es mucho menos de lo que deberían, una acaba con la espalda molida de tanto agacharse.

Otro paseo una de las tardes nos llevó hasta el extremo norte de la playa, junto al canal donde yo me había empapado el primer día. En pocos minutos se organizó un partido de fútbol, allí dejé a Rafa luciendo sus dotes futbolísticas españolas ante un grupo de niños enloquecidos con la idea de tener a alguien de Madrid entre ellos (a Kerala también llegan los encantamientos del Real Madrid y el Barça).

Kerala-IILa última noche nos invitaron a ir a un festival a Thalassery, el pueblo cercano, era el primer día de una festividad en honor a unas deidades locales, no hinduistas. Ese día sólo había hombres tocando los tambores y la humanización de una de las deidades en un hombre que pareció entrar en trance durante el ritual. Durante esta visita pudimos ver los alrededores, los famosos backwaters, con sus criaderos de cangrejos y las embarcaciones, uno de los mayores reclamos de Kerala.

La mañana del día 17 levantamos el chiringuito y seguimos la carretera hacia el sur, siempre hacia el sur, en dirección a Trivandrum, desde donde en una semana volaríamos a Sri Lanka. Pasado Kozhikode nos desviamos hacia la playa de Kappad, famosa por el desembarco de Vasco de Gama hace más de cinco siglos. La bonita playa tenía un único alojamiento, un lujoso hotel con piscina y tratamientos ayurvédicos, definitivamente no era nuestro estilo pero era el único lugar donde comer algo, así que nos dimos un homenaje, Rafa comió cordero asado y yo pescado a la brasa. Esa misma tarde diríamos adiós a las tranquilas y poco concurridas playas del norte de Kerala, su capital cultural, Fort Cochin, nos esperaba.

Provincia de Kerala

Kerala es conocida por muchos atractivos turísticos, uno de los más famosos son los «Backwaters», una serie de cientos de kilómetros de canales de agua que van desde el mar hasta el interior, formando laberintos, lagos e islas en el interior, recorren todo el estado y sirven de sustento a miles de familias. Hay que tener precaución al vadear algunos de ellos, ya que el suelo es fangoso, y abundan serpientes de agua venenosas, algunos insectos también venenosos. Y al andar por las orillas cuidado con las cobras. Nos llevamos una buena sorpresa al enterarnos que habíamos pasado cuatro noches en un matorral que era un nido de cobras, menudo susto.

Kerala ha vivido una larga etapa de colonización, con holandeses, británicos, portugueses, musulmanes procedentes de oriente medio e incluso judíos. En 1504 el marino portugués Vasco de Gama ancló sus naves en esta playa, en busca de las riquezas procedentes de las especias.