Jodhpur, la ciudad azul

15 de noviembre de 2006

Jodhpur-IIEl trayecto desde Pushkar hasta Jodphur fue rápido y cómodo, aquí en Rajastán nos estábamos encontrando con las mejores carreteras de India, incluso durante gran parte del recorrido disfrutamos de doble carril en cada sentido. Jodphur es el corazón de Rajastán, la ciudad azul, con la impresionante fortaleza de Mehrangarh ubicada sobre una colina y que domina toda la ciudad. Llegamos justo antes de comer y aparcamos como pudimos en la calle que iba a dar directamente a la torre del reloj, la ecuación caos y tráfico igual a aturdimiento se volvía a cumplir, como en todas las ciudades en India.

Fuimos a comer a un restaurante local en el que degustamos el Thali Rajastani, un menú a base de yogur, vegetales y arroz, después vendría la odisea de buscar un hostal para Ana y Marta y un aparcamiento tranquilo para nosotros. Un enorme camión holandés estaba aparcado en un concurrido aparcamiento público, desde luego era todo menos un remanso de paz, pero al menos ya teníamos una posible opción. De todos modos decidimos coger la furgoneta y ponernos a buscar hoteles con aparcamiento a las afueras del meollo, haberlos los había, pero en algunos nos decían que no directamente y en otros nos pedían cantidades desorbitadas. Al final a Silvia se le ocurrió que podríamos ir a dormir al parking de la fortaleza, fue la mejor idea que pudo tener y el mejor sitio que podíamos escoger, mientras, Ana y Marta escogieron un hostal alejado del centro pero con unas habitaciones decentes y recomendado por la Lonely Planet, esa misma noche nos daríamos cuenta que no había sido la mejor opción ni mucho menos, dentro de la ciudad azul, en pleno centro, había multitud de buenos hostales, con restaurantes en los áticos y mucho más baratos, así que al día siguiente cambiarían de hostal, mientras que nosotros pasaríamos la noche en el aparcamiento, pagando 20 rupias al día y disfrutando de las mejores vistas de la ciudad, tanto al amanecer como por la noche.

JodhpurTras quedarse la chicas bien ubicadas en el hotel «recomendado» decidimos ir a cenar, como siempre ocurre las pasamos canutas para coger un rickshaw que nos llevara por un precio honrado hasta la torre del reloj, la mala fortuna vino cuando cambiamos de uno a otro, ya que creemos que en ese momento perdimos las llaves de la furgoneta, una auténtica faena, que más tarde, tras una búsqueda exhaustiva por dentro, se confirmaría, no era nada bueno que nos hubiésemos quedado sin una copia de la llave de arranque, ya que ahora sólo nos quedaba una. El Rickshaw nos dejó justo en la torre del reloj, en la que directamente apenas se podía respirar, estaba atestada de gente, vendedores ambulantes, mujeres y niños pidiendo dinero, en fin, un caos, que se remató al pasar junto a un famoso lugar en Jodphur, especialmente para el turista, que se dedica a hacer tortillas de todo tipo, incluida la española (qué bueno, habrá que verla); junto al pequeño restaurante el humo era densísimo, estaba como concentrado, Ana y yo decidimos irnos de ahí, era demasiado.

Por suerte encontramos un buen lugar para relajarnos, cenamos tranquilamente en el ático de un hostal, que sería el que escogerían Ana y Marta para la segunda noche, teníamos unas espectaculares vistas de la fortaleza, así como de muchas casas con la fachada azul, iluminadas por las luces de tungsteno, el día había sido cansado, pero la noche remedió un poco tanto el cansancio como el disgusto por haber perdido unas llaves.

Por la mañana me levanté temprano para disfrutar del amanecer en la ciudad pero de nuevo la polución o el efecto invernadero impedían ver el sol y los colores que crea, el tono del cielo era extraño, aun así impresionaba ver toda la ciudad azul bajo mis pies, como los ruidos empezaban a aparecer a lo lejos, los primeros coches, algunos rezos hindús y la llamada al rezo musulmana.

Jodhpur-VIEsa mañana visitaríamos la fortaleza de Mehrangarh, una de las más impresionantes que hemos visto durante el viaje, incluso me atrevería a decir que la mejor. Está construida sobre una base de roca viva, de la que emergen las decenas de almenas y los muros que la circunvalan, a lo largo de un área inmensa. La organización turística del castillo nos puso a nuestra disposición unas audioguías en castellano, es el primer lugar en India y el único hasta el momento en el que se pueden conseguir estas guías, que están incluidas en el precio de la entrada, todo está muy organizado, simplemente teníamos que pulsar el número que teníamos que escuchar cuando pasáramos a su lado, las explicaciones fueron muy buenas y te daban una buena dosis de información, de la historia de los castillos, de las distintas dinastías Rajputas que rigieron la región, la vida social, etc. La fortaleza está totalmente reformada, gran parte de la inversión fue hecha por el actual Maharajá de Jodhpur, que aunque ya no es regente, sigue gozando de muchos privilegios y prestigio.

Jodhpur-IVAccedimos a través de una monumental puerta de la que sobresalían unos imponentes clavos de acero, puestos para evitar las embestidas de los elefantes de guerra en las batallas. Estuvimos más de dos horas recorriendo las distintas salas o los numerosos palacios, también visitamos varios museos, en los que se mostraban desde armas o armaduras Rajputas, joyas, asentaduras de Maharajás o elefantes, muebles antiguos, una preciosa exposición de fotografías de Maharajás de principios de siglo y hasta un avión inglés, también de principios de siglo, propiedad del antiguo Maharajá.

Desde las almenas y los muros exteriores se divisaba la ciudad y se podía rodear todo el castillo, toda la larga línea de muro estaba atestada de cañones, apuntando a Jodhpur, fue hasta el momento una de las mejores visitas turísticas que hemos hecho en India.

Después de la visita al castillo daríamos un paseo por la ciudad vieja, repleta de callejones en cuesta, algunos sin salida, el azul dominaba la visita, que fue algo más corta de lo que me hubiera gustado.

Jodhpur-IIIEsa misma tarde Silvia iría a intentar hacer una copia de la única llave de arranque que nos quedaba, pero fue inútil, sólo consiguió que se abriese la puerta, estas llaves están codificadas por Volkswagen y ellos son los únicos que pueden hacer una copia, por lo que tendríamos que seguir el viaje, por lo menos hasta Malasia, que es donde Volkswagen tiene sede, con una sola copia, así que si perdíamos ésta, nos quedábamos parados, sin más. Iríamos después al primer hostal donde estuvieron las chicas, por si había suerte y estaban allí las llaves, pero no la hubo.

Fue una tarde tranquila, cenamos en otra terraza con vistas a la fortaleza y decidiríamos hacer una excursión en jeep al día siguiente, para visitar a la tribu de Los Bishnoi, una tribu respetada del desierto, que se caracteriza por su estricto código ético y ecológico.

Jodhpur-VPero aún nos quedaba una sorpresa, al ir de camino hacia la furgoneta nos llamó la atención una celebración, nos acercamos para hacer unas fotografías, estaban celebrando una boda musulmana y en cuanto nos vieron nos invitaron a sentarnos, nos pusieron dos collares de flores, nos dieron un helado y a mí un cigarrillo, servido en bandeja de plata, al novio, sentado sobre una especie de trono, ni siquiera se le veía, tenía todo el cuerpo cubierto de flores, una orquesta tocaba música y todo el mundo se saludaba y abrazaba entre sí.

Finalmente llegó un caballo, también muy florido y el novio se montó en él, continuando así la procesión. Mientras continuamos andando hacia la furgoneta, todas las mujeres y los niños nos gritaban y reían, sin duda ese collar de flores simbolizaba que oficialmente éramos bienvenidos en Jodhpur.

Fue una perfecta despedida de la ciudad azul y al día siguiente nos esperarían nuevas experiencias con Los Bishnoi, pero eso es otra historia.

Jodhpur

Jodhpur se situa en uno de los extremos del Gran desierto del Thar, siendo la segunda ciudad más grande de la provincia de Rajastán, que es a su vez una de las provincias más grandes de India, con 52 millones de habitantes y una superficie de 350.000 Km2, dos tercios de la superficie de España. La ciudad fue fundada en 1459 por Rao Jodha, el jefe de un clan Rajput conocido como los Rathores.

Fortaleza de Jodphur

La fortaleza de Jodhpur se levanta sobre una colina de 125 metros de alto. Tiene siete entradas distintas, todas ellas monumentales y rematadas por poderosas puertas. El Imperio de los Rathore era conocido como Marwar, que se traduce bajo el siniestro nombre de la Tierra de la Muerte.

Dentro de la fortaleza hay distintos palacios en un estado de conservación perfecto, con nombres tan sugerentes como Sukh Mahal (el palacio del placer) o Phool Mahal (el palacio de las flores).