Shekawati, arte en las paredes

23 de noviembre de 2006

Shekawati-VII

Carteles en Shekawati

Llegaba nuestra última etapa de viaje con Ana y Marta, y con ella la visita a la región de Shekawati, conocida por las Havelis, mansiones que construyesen los ricos comerciantes y decoradas tanto en el exterior como en el interior.

Shekawati-VDejamos Bikaner por la mañana para llegar a Fatephur alrededor del mediodía, esta región no suele ser muy visitada y por lo tanto las infraestructuras para el turista no son muy abundantes. Aparcamos frente a una haveli, en una calle principal sin asfaltar y con numerosos agujeros, todo el pueblo daba sensación de dejadez, al igual que la primera Haveli que visitamos, las paredes estaban desconchadas y apenas se distinguían los dibujos del exterior, la ropa estaba colgada en las escaleras que daban acceso a la casa, al patio interior concretamente, donde se desarrollaba con total naturalidad la vida de una familia, pareció un poco «invasión», llegando con nuestras cámaras e interrumpiendo en cierto modo la vida de la familia, que nos cobró una entrada, obviamente no oficial, pero nos parecía justo.

Shekawati-IVEl patio tenía dos plantas con arcadas que daban entrada a las distintas habitaciones, en el centro había una especie de estanque sin agua en el que se apilaban los trastos de cocina y los pimientos puestos a secar, los dibujos se apreciaban algo más, pero a mi me resultaba más interesante ver a las personas que a los dibujos. Después de ésta visitamos otra haveli, doscientos metros más adelante, esta vez más cuidada y con una entrada oficial del gobierno, había muchas más, pero nos dimos por satisfechos, además tocaba la hora de comer y en Fathepur no encontramos nada, por lo que nos fuimos hacia el siguiente pueblo de la ruta, Mandawa, donde tras unas vueltas encontramos un hotel donde se quedarían las chicas, mientras nosotros aparcamos en la misma puerta, allí mismo comimos y allí mismo nos pegamos una siestecita, tras la cual Ana se levantó un poco enferma, con la palabra malaria rondando su cabecita, nosotros la tranquilizamos aunque entendí perfectamente su preocupación (yo había tenido la misma ya dos veces). Después de que se recuperara un poco fuimos a dar un paseo por el pueblo, un simpático chaval con un inglés más que correcto pese a su edad nos quiso servir de guía y le aceptamos, aunque en realidad no fuéramos a visitar nada esa tarde. Los comerciantes estaban obsesivos por vendernos algo y Ana y Marta se dejaron embaucar por alguno de ellos, que sin regatear iban bajando los precios de las telas. Al llegar a una antigua haveli, convertida en restaurante, el personal echó de malos modos al chaval, cosa que no nos gustó, por lo que decidimos cenar en el hotel, donde cinco extranjeros se afanaban en acabarse una caja de cerveza.

Shekawati-IIIPor la mañana dimos un pequeño paseo para descubrir algunos de los curiosos dibujos que decoran los exteriores de las havelis, concretamente los dedicados a inventos del siglo XX, coches, aviones, equipos de radio, teléfonos, etc.

Shekawati-IISeguimos camino hasta Nawalgarh, el que sería nuestro último pueblo de la región, antes arreglaríamos un pequeño pinchazo que teníamos en una tienda local, tan local que el arreglo no duraría mucho. Nos alojaríamos en la Ramesh Jangid Tourist pension, un hotel con buenas habitaciones y un confortable patio interior. El propietario, un Brahman de la High Class, como el mismo se presentara, resultó un pedante insoportable que nos repitió hasta la saciedad su diferenciación con otras clases, también nos mostraría su exagerado amor a India, con algunos comentarios que podríamos haber rebatido con facilidad, pero no lo hicimos (entre ellos comparó las carreteras alemanas con las indias), sin comentarios. Toda la familia resultó histriónica, en un ambiente de una armonía forzada, poco natural.

El hotel también estaba habitado por otra extraña fauna, como una pareja de franceses jóvenes que parecía como si estuviesen haciendo una tesis o algo por el estilo, manejando numerosos papeles y haciendo anotaciones, no muy comunicativos la verdad, también andaba por allí una vieja con aires de condesa, que miraba altivamente y con cierto desdén.

ShekawatiEl caso es que para comer tuvimos que suplicar que nos hicieran unas dhal, el menú estaba prefijado y no sólo eso, se comía en una mesa común, supongo que para dar un ambiente más familiar al lugar, que en ningún momento se dio. Por la tarde daríamos otro paseo, visitando otras havelis y disfrutando de los alucinantes carteles publicitarios y posters que se repartían por el pueblo, como el que aparece en la foto de la derecha, ¿quién pondría allí ese cartel, y por qué?

Pasamos el atardecer en el ático del hotel y tendríamos que pasar el trago de cenar otra vez en alegre comunión con los demás hospedados, por suerte conocimos a un chaval de Santo Domingo, que también apreciaría como nosotros la extraña compañía y con el que tuvimos una interesante charla, al menos la comida era bastante buena.

Shekawati-VIAl día siguiente dejaríamos a Ana y Marta en la estación, habían sido 17 días intensos por el Rajastán indio, se acababa su viaje y para nosotros comenzaba una nueva etapa, camino del mar, que ya añorábamos, aunque pasaríamos de nuevo unos días en Pushkar y en Udaipur. Por lo menos tuvimos tiempo de hacernos una foto los cuatro antes de que se fueran, el marco fue un restaurante de carretera, un bonito final para una nueva visita que nos dejaba.

Shekawati y las Havelis

Toda la región de Shekawati se conoce como «el museo al aire libre de Rajhastan». Las Havelis fueron mansiones construidas por los ricos mercaderes entre los siglos XVIII y principios del XX, todas poseen un patio interior de planta cuadrada, con distintos accesos a las estancias las más grandes pueden tener más de un patio interior, además de ofrecer privacidad y seguridad a las familias, estos frescos patios protegían del tremendo calor del verano. La decoración comprende diversos y variados motivos, que van desde la mitología Hindu, motivos folclóricos o históricos de la región, hasta los más curiosos, que muestran a extranjeros y los nuevos inventos del siglo XX, como automóviles, aviones o gramófonos.