Cachemira, bella y tensa región

10 de julio de 2006

Cachemira-VIEn un plano turístico habíamos leído que a ochenta kilómetros de Srinagar, junto a una población llamada Sonamarg, hay un camping, no sabíamos exactamente a qué se referiría con camping pero podía ser una buena idea para esa noche.

Cuando llegamos allí era aún de día, pasado el pequeño pueblo encontramos una zona turística con muchas tiendas y una oficina de turismo, antes de parar investigamos unos kilómetros más allá, pero parecía que sólo había campamentos militares. De regreso preguntamos en la oficina de información por el camping e hicimos compras para un par de días, el lugar parecía idóneo para pasar un par de noches.

Regresamos sobre nuestros pasos y nos desviamos por una carretera asfaltada hacia el interior de las montañas, ya casi era de noche, pronto distinguimos a la derecha un grupo de tiendas de campaña, no parecía haber acceso para vehículos, continuamos y encontramos el camping, que no se trataba de otra cosa que de un campamento de verano para niños, únicamente nos permitían aparcar en el parking asfaltado, que tenía una buena pendiente. No nos dimos por vencidos y continuamos la carretera buscando algo mejor, ya completamente de noche, un par de kilómetros más allá la carretera acababa en un aparcamiento con un par de tiendas. Pero cerca Roger había echado el ojo a un lugar donde podríamos aparcar junto al río y así lo hicimos, a la mañana siguiente nos aparcaríamos unos metros más allá, en un rincón más tranquilo.

Cachemira-IIIPor la mañana pudimos comprobar lo buena que había sido nuestra elección, nos quedaríamos tres noches allí. Campamentos de verano alojaban familias con su ganado a lo largo de los arroyos que descendían de glaciares y neveros llenos de caudal, sus miembros más jóvenes se pasaban el día en torno a nuestras furgonetas curiosos y expectantes, a más de uno se le soltaba la mano para pedir unas rupias. Aprendimos a convivir con ellos sin que su presencia nos resultara excesivamente cargante. También las madres se acercaban de vez en cuando y ellas sí que ponían la mano directamente, por supuesto ignorábamos sus peticiones, teníamos que entrenarnos para lo que nos esperaba en el resto del país.

Cachemira-IVEl primer día nos mantuvimos atareados con la colada y demás tareas domésticas, pero a Laura y a mi nos dio tiempo a realizar una escapada valle adentro, un camino bien marcado llevaba hasta otro campamento con unos chiringuitos para turistas donde los indios que venían del sur terminaban su paseo en pony. Desde allí las vistas eran espléndidas, varios glaciares caían montaña abajo para regar los verdes pastos; decidimos hacer una caminata de unas horas al día siguiente hasta un cerro que se veía a lo lejos, junto a unas cascadas.

Por la mañana nos pusimos en camino Rafa, Laura y yo, nosotras íbamos calzadas con sandalias deportivas, el día anterior habíamos observado que el río había crecido tanto por las lluvias que se desbordaba en varios pasos. Nosotras cruzamos andando atravesando el agua gélida, Rafa dio un rodeo, comenzamos a pensar que no podríamos volver a juntarnos nunca cuando el río comenzó a ser más ancho y más bravo, veíamos a Rafa cada vez más lejos, media hora después, tras cruzar un pedregal y pasar junto a un nevero donde los niños se tiraban en trineo, encontramos un puente, volvíamos a estar juntos. Pero duró poco, unos minutos más tarde llegamos a un barranco, para sortearlo nos vimos obligados a ascender, Rafa no quiso venir, prefirió quedarse sentado haciendo fotografías, nosotras muy animadas seguimos. Vencer el barranco fue un poco difícil, no había ningún camino marcado y acabamos descendiendo agarrándonos de las piedras, al otro lado sí encontramos senderos que seguir y así llegamos hasta las cascadas, y luego ascendimos al cerro. El camino discurría por la derecha y pensamos que se abriría un valle enorme con muchas cimas, pero no fue así, suaves colinas escondían lo que había más allá, aún así decidimos subir al cerro, en el camino nos acompañaron dos niños con los que compartimos unos mangos, ellos nos confirmaron que no podíamos circunvalar hasta el otro lado, debíamos regresar por el mismo camino.

Cachemira-VLa vuelta fue más rápida, al llegar a las cascadas en vez de cruzar continuamos hasta otro asentamiento, desde allí un sendero bien marcado descendía hasta un gran nevero por donde se veían cruzar animales y personas, y así nos lanzamos a andar por la nieve. A mitad de camino nos encontramos con Nico y su cámara, andaba haciendo retratos a las gentes del lugar, en ese punto turistas locales pagaban unas rupias por tirarse en trineo. Regresamos a casa lentamente, el tiempo nos había acompañado, después de la tromba del día anterior ni una gota había caído en esas horas.

Cachemira-IISonamarg nos tenía atrapados pero había que continuar, después de tres noches nos lanzamos de nuevo a la carretera. El paso Zoji La se encontraba a menos de veinte kilómetros, lo pasaríamos y buscaríamos un sitio donde parar temprano. Pero nunca se puede hacer planes en las montañas, ya lo deberíamos de saber, media hora después de arrancar nos pararon unos militares, la carretera estaba cortada, las intensas lluvias habían provocado derrumbamientos que taponaban varias partes. Y así pasaron las horas hasta que pudimos avanzar más allá de las cinco de la tarde, y la carretera no estaba en buen estado, las piedras y el barro eran los protagonistas, con gran esfuerzo y varios empujones conseguimos ir venciendo cada obstáculo y avanzar metro a metro.

Cachemira-VIICuando llegamos al alto ya casi era de noche, estábamos a 3.530 metros sobre el nivel del mar, un record para nuestra furgo. Tras dudar unos minutos decidimos quedarnos allí a dormir, había una gran explanada horizontal donde aparcar y el paisaje era muy bonito. Aparcamos las furgos una junto a la otra y lidiamos con los chavales que venían a pedirnos unas rupias, se fueron contentos con sus caramelos y unas gorras de propaganda que les dio Roger. Nos preparamos una cena vegetariana, no sé si tocaría pisto, verduras a la plancha o sopa de verduras, seguro que algo delicioso pero ¡cuándo pillaremos de nuevo un entrecot o un chuletón!

Esa noche nos vimos los cinco una película en la mercedes, una muy rara y excéntrica con un título más raro aún, pasamos un buen rato viendo a Dustin Hoffman de psiquiatra tarado.

Por fin llegaríamos a Ladakh al día siguiente, aunque no haya una frontera muy nítida y se considere la misma región (Jammu and Kashmir) en el primer pueblo ya se veían rasgos orientales en muchas caras. Este primer pueblo resultó estar unos kilómetros después de pasar un cartel que informaba al viajero de que se halla en la segunda región más fría del planeta, con temperaturas de hasta -60ºC; el pueblo no tenía ningún atractivo, comimos algo e hicimos las compras pertinentes.

Allí no nos demoramos mucho, no así en Kargil, población más cercana a la línea de alto el fuego con Pakistán, un núcleo de comercio con todo tipo de infraestructuras, realizamos unas llamadas a España, nos conectamos sin mucho éxito a internet y Laura se compró los primeros souvenirs, un pañuelo verde y morado y una tela bordada blanca, todo por 300 rupias.

CachemiraDespués de Kargil nos consideramos ya en Ladakh, y el lugar donde dormimos así lo mostraba, el paisaje había cambiado drásticamente y la primera familia que vimos tenía más parecido con los chinos que con los indios. No fue mucho más allá de Kargil, junto a un río, en un camino que sólo llegaba a una granja, de la cual salieron un montón de niños muertos de curiosidad, ninguno nos pidió nada, pero se llevaron su dosis de chucherías, no iban a ser menos.

Al día siguiente visitaríamos nuestros primeros monasterios budistas en Ladakh, el Pequeño Tíbet, y continuaríamos disfrutando de la cultura budista tibetana que ya saboreáramos en McLeod Ganj una semana antes.

Cachemira

El Zoji La – 3.530 metros

Aunque el más bajo de los pasos de montaña fue uno de los más difíciles, las intensas lluvias que sufre la región en esta época dificultan mucho la ascensión a causa de los deslizamientos y de la ausencia de firme, en algunos tramos era un auténtico barrizal.

Presencia militar

Si algo caracteriza cada centímetro cuadrado de esta región es la presencia del ejército indio, en cada esquina, a cada paso, si no es un soldado es un convoy o un campamento, desconocemos los efectivos desplegados pero parecen ser infinitamente superiores a los que vimos en Pakistán, en la región de Baltistán.