Amritsar, la ciudad sagrada de los Sijs

1 de julio de 2006

Amritsar-VIYa íbamos avisados sobre lo que se tardaba en pasar la frontera India, así que entramos con mucha calma en el primer chequeo de pasaportes, luego le tocó el turno al chequeo de la furgoneta, nos las pusieron sobre un foso e inspeccionaron los bajos, después tuvimos que esperar un rato hasta que nos dejaron entrar, espera que aprovechamos para tomar el desayuno, pero al final todo fue bastante rápido y correcto, hasta el momento no ha habido frontera más pesada que la siria.

Nuestra idea era pasar unos días recuperándonos en la Bandhari Guest House de Amritsar, un lugar bastante caro pero en el que dejaban aparcar la furgoneta y se podía disfruta de …¡¡¡una piscina!!! Amritsar dista apenas 50 km de Lahore y se encuentra en la misma provincia del Punjab pero la diferencia se deja notar entre ambos países, aunque el paisaje es similar. El Punjab Hindú es de las provincias más desarrolladas de India, además nosotros íbamos a estar en un lugar de privilegio de la ciudad, por lo que durante estos días la entrada en India fue sólo física.

El tráfico era más denso y en Amritsar era caótico, además nos dimos cuenta que los hindús no conducen como los pakistanís, directamente no conducen, no saben, y van como kamikazes, más tarde lo corroboraríamos, conducir en este país es peligroso.

Amritsar-VIILa Guest House se encontraba en el Cantonmentt, el barrio de clase alta, con enormes casonas de estilo colonial inglés, desde luego cuando entramos en el enorme jardín nos dimos cuenta del porqué de tan desorbitado precio, era un lugar de lujo, con un gran salón con televisión, acceso a internet, un restaurante en el jardín y demás lujos, entre ellos, por supuesto, la piscina. En el lugar estaba también aparcado el enorme autobús de turistas y bueno, el recibimiento no pudo ser mejor, tras nuestro baño en la piscina, el hombre al que habíamos llevado hasta la frontera nos invitó a unas cervezas, así daba gusto. Ese día no haríamos nada más que comer y bañarnos, por la noche veríamos una película en la Mercedes de Nico y Roger.

Poco más haríamos la mañana siguiente y esperaríamos hasta la tarde para visitar el Golden Temple, la mayor atracción de Amritsar y el principal templo de la religión Sij, que tiene su mayor concentración en esta provincia y en la vecina Rakjasthan.

AmritsarCogimos un rickshaw hasta uno de los bazares, para continuar andando hasta el templo. En este momento sí nos dimos cuenta de que estábamos en India, las mujeres iban con llamativos vestidos y empezamos a ver Sijs, ataviados con sus turbantes, su cuchillo y su larga y cuidada barba. El bazar estaba rebosante de gente y en el lugar había un ruido ensordecedor. Llegamos a las inmediaciones del templo y tuvimos que comprar unos pañuelos naranjas para poder entrar, también tuvimos que dejar las zapatillas en una consigna y entrar en el recinto del templo pasando por unos canales de agua, para limpiarnos los pies, aunque poco podía limpiar el agua de esos canales, que estaba marrón.

El Golden Temple se encontraba en el centro de un lago y sólo se podía acceder a el a través de un pasillo, las familias se bañaban en el lago con sus hijos y otros lo circunvalaban, los suelos estaban decorados con baldosas con escritos en sánscrito, muchos rezaban y otros se recogían a la sombra de otro pasillo abovedado, el templo se veía repleto de gente y en el pasillo de acceso también había una larga y desordenada cola. Era un lugar especial, desprendía cierta energía que se veía acompañada de una sosegante música que acompañaba todo el paseo alrededor del templo, estuvimos paseando tranquilamente hasta que casi anocheció.

Amritsar-IIUna vez fuera del recinto del templo me encendí un cigarro, de repente, sin darme cuenta, me encontré rodeado de 8 ó 10 sijs, que me obligaron a apagarlo de muy malas formas, por si eso fuera poco, una vez de vuelta en el bazar, me volví a encender otro cigarro y volvieron a obligarme a que lo tirara, más tarde me enteraría de que los sijs odian el tabaco ya que lo consideran impuro para el cuerpo y el alma, para otra vez ya lo sabía.

Buscamos un sitio para cenar, finalmente paramos en un restaurante local donde comimos Tofu rebozado en un aceite más que usado, pero no estaba mal y a partir de este momento el Tofu, al que llaman Queso, sería uno de nuestros principales alimentos, más concretamente en modo de Paneer, un plato típico hindú.

Esa noche asistiríamos a otro espectáculo, veríamos el partido de cuartos entre Inglaterra y Portugal con algunos ingleses totalmente borrachos, nosotros íbamos con Portugal pero, claro, no se nos notaba, al final ganó Portugal en los penaltis, pero nosotros contuvimos nuestra alegría hasta salir del salón.

Al día siguiente nos dedicamos a la buena vida, aunque Silvia y yo fuimos a hacer unas compras, los rickshaw esperaban agolpados a la puerta de la Guest House. En India hay dos tipos de rickshaw, los motorizados a tres ruedas, iguales que los que existen en Pakistán y los de «a pedales», mucho más baratos pero en los que pueden aparecer ciertos conflictos éticos, al fin y al cabo te llevan a cuestas.

Amritsar-IVEsa tarde tomamos la decisión de que Silvia fuera a Delhi a recoger a Laura y que yo les recogiera al día siguiente en Jalandhar, mucho mas cerca de Dharamsala, de ese modo no sería muy duro llegar para el cumpleaños del Dalai Lama. Esa tarde llegarían Cesco y Bobo, ya recuperado, aunque según nos contó le metieron un litro de antibiótico, al parecer le había entrado algún virus por la comida o la bebida. Con ellos pasaría el día siguiente, mientras Silvia viajaba y se encontraba con Laura, esa tarde, antes de ver la semifinal Italia-Alemania, cenaríamos en un restaurante de semilujo en la ciudad, que nos costaría 400 rupias, algo mas de 6 euros. Después disfrutaría de la pasión de Cesco y Bobo por el fútbol, especialmente cuando en los cinco últimos minutos de la segunda parte de la prorroga Italia marcó dos golazos, no dormí en la furgoneta la última noche, me colé en la habitación de lujo que habían cogido.

Amritsar-IIIA la mañana siguiente me despedí de ellos hasta Dharamsala, pero no les volveríamos a ver, resultó imposible encontrarlos allí. Cogí la furgoneta y me dirigí a Jalandhar, en busca de Laura y Silvia, al llegar me confundí de estación y me tuve que ir a otra en rickshaw, ahí estaba Laura, de nuevo, en lo que sería su tercera visita en nuestro viaje. Esa noche intentaríamos dormir en una gasolinera en Pathankot, pero sería imposible, demasiado calor, por lo que bien temprano emprendimos viaje a Dharamsala, en busca de nuestro primer contacto budista.