El monte Batur
28 de abril de 2007
Nuestro destino tras la estancia en Ubud sería el Volcán Batur, ubicado a una altura de 1.717 metros sobre el nivel del mar, en el centro de la isla. Nos lo pusieron difícil en Ubud para poder irnos en transporte local y casi nos vimos obligados a coger un jeep que nos llevara, pagando, por supuesto, una cantidad desorbitada. Enseguida, tras salir de la localidad, la carretera comenzó a subir poco a poco, atravesábamos arrozales mientras observábamos como algunos volcanes del centro de la isla se iban haciendo cada vez más grandes. Tras una hora de jeep hicimos nuestra primera parada «forzada», para visitar una plantación; un chico joven salio a recibirnos educadamente, por desgracia nosotros sabíamos que quería vendernos algo, pero fue muy educado y tuvimos una amena charla mientras tomábamos un café cultivado por ellos mismos. También nos enseñó una gran cantidad de las plantas y los frutos que siembran en la plantación, veríamos por primera vez en nuestra vida los racimos de café o la planta del cacao, además del árbol del mango y un largo etcétera de plantas tropicales. Finalmente, antes de partir, compraríamos algo de café ya tratado y un poco de canela.
Tras otra hora de conducción llegamos a Penelokan y cual fue nuestra sorpresa cuando el vehículo paró a la entrada del pueblo donde un policía en un puesto de control nos cobró para poder acceder, increíble…, nuestra decepción en Bali seguía in crescendo con este tipo de regulaciones, que no eran más que tretas para sacar dinero al turista. Nada más pasar el control y girar en una curva hacia la izquierda llegamos a un gran mirador junto a la carretera, observamos una profunda depresión en la que descansaba el lago Batur a la derecha y, justo enfrente, la majestuosidad se nos presentaba en forma de cono volcánico.
La vista era espectacular, las nubes cubrían parte del cielo, y del cráter del volcán surgía una inmensa lengua de lava negra petrificada que ocupaba la gran mayoría de la ladera que veíamos, dando un bonito contraste con todo el verdor de la zona. Nuestro mosqueo por la bromita de la entrada se nos pasó por unos instantes y disfrutamos unos minutos de las vistas, aunque al poco llegaría de nuevo nuestro cabreo con la gente, resulta que en la zona del mirador sólo había un hotel de lujo, con lo que teníamos que bajar hasta el pie del lago para alojarnos en un hostal más a nuestro alcance, de nuevo comenzó la odisea, no había modo de bajar si no era pagando el trayecto a algún local, andando eran varios kilómetros; algunos personajes (por llamarlos de un modo demasiado correcto), nos pidieron para el trayecto lo mismo que habíamos pagado para venir desde Ubud.
Nuestro cabreo ya era notorio y hasta insulté a alguno en su cara, utilizando el nombre a modo de adjetivo que también denomina al honorable macho cabrío. Finalmente, tras plantearnos seriamente el hacernos el recorrido andando un hombre un poco menos sinvergüenza nos cobró algo menos (aunque aún era un robo), pero al menos pudimos llegar abajo, donde nos alojamos en un hostal corriente….donde también hubo intento de engaño. En fin, daba todo un poco de asco. No había ni un turista y bueno, la verdad es que el lugar era un remanso de paz, teníamos frente a nosotros el volcán y a unos cientos de metros se encontraba el lago, rodeado de verdes colinas coronadas con amenazantes nubes. Sabíamos que detrás de esas nubes se encontraba el volcán Agung, el mayor de Bali, con 3.142 m, pero ni el primer día ni el resto del tiempo pudimos verlo.
A la mañana siguiente, tras luchar de nuevo para que nos subieran hasta arriba visitaríamos el templo de Pura Ulun Danu Batur, en el pueblo de Kintamani, donde el espectáculo estaba de nuevo en una distinta perspectiva del volcán y la depresión, más que en el templo en sí. Al volver comeríamos en un buffet justo enfrente del volcán, para luego pasear todo el camino de vuelta hasta coger a otro desgraciado que nos llevara hasta abajo. En nuestro camino nos topamos con un personaje que nos ofrecía un tablero de ajedrez con piezas talladas, no sé que pasó por mi mente pero al final se lo compramos, resultó ser una castaña (dos años viajando para que nos sigan engañando), desde luego el tipo hizo la semana con dos pardillos como nosotros.
Esa misma tarde nos acercaríamos al puesto de control donde comenzaba el trekking hasta la cima del volcán, nuestra intención era levantarnos de madrugada al día siguiente para llegar a ver el amanecer desde la cima.
¡¡¡Qué jarro de agua fría nos llevamos cuando nos dijeron que había que pagar para hacer el trekking!!!, otra más de la larga colección de decepciones en esta isla. Ya estábamos hasta el gorro, nos sentamos en unas piedras de lava del camino y disfrutamos del atardecer, al día siguiente nos iríamos de ese lugar, era demasiado. A la mañana siguiente me levantaría muy temprano para ir a tomar unas fotos del lago, de los campos de cultivo sembrados en su orilla y de algunas personas trabajando. Después nos iríamos decepcionados del lugar, aunque por primera vez podríamos coger un autobús hasta nuestro siguiente destino…
Volcán Batur
El Monte Batur es el segundo volcán sagrado de Bali, aunque no el segundo más alto ya que tan sólo mide 1.717 m. Los balineses lo consideran el consorte femenino del sagrado Monte Agung, el más importante de la isla.
Aunque no es el más elevado sí es uno de los más impresionantes con el lago Batur a sus pies, el más grande de la isla, que descansa en una caldera de 11 km de diámetro y 180 metros de profundidad. El Pura Ulun Danu Batur es un templo consagrado al lago Batur y a la diosa del lago, Dewi Danu, no es el único templo en el lugar pero sí el más visitado.
El lago Batur y las tierras volcánicas permiten el desarrollo de una agricultura muy variada, aquí no se ven campos de arroz sino huertas de verduras y hortalizas que se venderán en los mercados de toda la isla.