Un jarro de agua fría

23 de abril de 2007

Nunca olvidaré el jarro de agua fría que me llevé al llegar a Bali, la famosa y mítica isla de Bali, llevábamos semanas deseando que llegara ese día, el 23 de abril, y cuando llegó todo fue de mal en peor. Nuestro primer contacto con los indonesios fue en el mostrador de inmigración donde se compraban los visados, 25 dólares por persona por 30 días de estancia, no un mes, hecho importante para nosotros, el policía que nos tenía que poner el sello de entrada nos confirmó con toda la arrogancia del que se sabe en una posición de poder que tendríamos que pagar una multa para salir del país si no cambiábamos nuestro vuelo del día 23 de mayo al 22, no dábamos crédito, no íbamos a pasar en el país ni 30 días, poco más de 29, pero ese 23 de abril contaba como un día entero, aunque no aterrizamos hasta las nueve de la noche, y el visado no era de un mes. Lo peor no fue la noticia en sí sino el desagradable tono de las autoridades, con las que volveríamos a tener contacto al día siguiente.

Llegada-a-Bali

Templo de Tanah Lot

Con las mochilas al hombro nos acercamos a la taquilla de taxis con precios prefijados, y, aunque nuestro destino era Central Kuta, nos cobraron 5.000 rupias más de lo que indicaba el cartel. Nuestro taxista, un chico joven balinés hinduista, no nos entró muy bien, ya que uno de sus primeros y únicos comentarios fue una desagradable crítica hacia los musulmanes, hacia los cuales nosotros sentimos especial afinidad, debió sentir que había metido la pata y que no éramos los típicos turistas occidentales anti-Irán, anti-Pakistán. Terminó de meter la pata conduciéndonos hasta un hotel de unos ‘amigos’, del que seguramente hubiese recibido comisión por nuestra estancia, pero dio la casualidad de que sólo quedaban habitaciones de las caras, con aire acondicionado y, a juzgar por el precio, sábanas de seda y oro. Aunque Rafa no estaba de mucho humor para buscar otra cosa yo insistí y en menos de dos minutos un chico me comentó en la misma calle que si buscábamos habitaciones económicas en su hostal podíamos quedarnos por 40.000 rupias (3,3 euros al cambio), la habitación no era nada del otro mundo, eso sí, grande y con baño, pero el lugar era muy acogedor, en la entrada de la habitación había una mesa con dos sillas y un tendedero para la ropa (mobiliario que se repetiría en todos los alojamientos de la isla). Allí sentados disfrutaríamos las dos mañanas de un sabroso desayuno incluido en el precio, rodeados de árboles y ofrendas para los dioses.

Llegada-a-Bali-IIEl primer día alquilamos una moto en el hostal por 35.000 rupias y salimos a explorar la zona, lo que inicialmente iba a ser una pequeña excursión mañanera se prolongó hasta las 3 de la tarde. Nuestra primera parada fue en Tanah Lot, uno de los templos más famosos y visitados, erigido junto al mar entre peñascos. No se trata de una única edificación, varios templos de distintos tamaños e importancia se encuentran desperdigados por el complejo. El rato que pasamos paseando en este lugar fue el primer momento de bienestar desde que aterrizamos, si no fuera por estos lugares…

Tras una retahíla de noes a los insistentes comerciantes apostados estratégicamente entre la taquilla y la entrada al templo, nos subimos de nuevo en nuestra montura y bajo un sofocante calor condujimos hasta Krambitan; el tráfico era horrendo, sobre todo en las grandes vías, sólo nos sentíamos seguros y nos relajábamos en los pequeños caminos asfaltados entre aldeas. Krambitan, como tantos pueblos en Bali, está repleto de templos, con sus clásicos ladrillos rojos y las estatuas de piedra gris, materiales típicos del sur de la isla, sin embargo la localidad no es famosa por sus templos sino por los palacios de la que fue en su momento la familia real Tabanan. Únicos visitantes en el lugar nos sorprendió la amabilidad y hospitalidad de las gentes, nadie nos pedía ni nos ofrecía nada y parecían saludarnos con total franqueza, se notaba que por allí pocos extranjeros pasaban. Penetramos en el palacio Puri Anyar por una puerta con la forma arquetípica, dos pilares piramidales de bastante altura, nos pareció curioso que nadie exigiera el pago de una entrada, todo lo contrario, pudimos pasear por los jardines y patios cubiertos sin ser molestados, las estancias que se abrían a nuestro paso estaban habitadas, como más tarde nos explicaría un joven artista que mora en una de ellas, tres son las familias que se apropiaron de las instalaciones y velan por su conservación. El lugar es mágico, con altares en muchas esquinas, estatuas amenazantes guardianas del lugar, para el que esté interesado saber que se puede pernoctar en una de las habitaciones por 250.000 rupias (~20 euros).

Llegada-a-Bali-IVEsa mañana terminó con la visita al templo de Pura Sada, en Kapal, otro lugar que visitamos en completa soledad, comenzábamos a darnos cuenta de que la isla es destino de turistas que buscan sol y playa, pocos salen de sus hoteles de lujo en Jimbaran o Nusa Dua. Por la tarde, casi sin tiempo para descansar, pusimos rumbo al sur con la idea de visitar el templo de Pura Luhur Uluwatu, a mitad de camino topamos con la policía, que se dedica a parar a los extranjeros que van en moto para sacarles los cuartos. Habíamos ido toda la mañana con el carnet de conducir internacional en la mochila pero no la habíamos cogido por la tarde y se nos había olvidado coger ese documento, el policía insistió en que pagáramos 50.000 rupias y se olvidaría del asunto, nosotros insistimos en que no íbamos a pagar porque teníamos los documentos necesarios, y así nos pasamos un buen rato, viendo como los motoristas locales pasaban sin casco a toda velocidad pero nadie les paraba. Propusimos al impresentable hombre de uniforme que yo me quedaría allí mientras Rafa iba al hostal a por el maldito carnet, enfurecido nos dijo que nos largáramos de allí mientras paraba a otra pareja, el chico hablaba castellano y nos preguntó que qué pasaba, cuando nos disponíamos a explicarle el embrollo el policía casi pierde los estribos, nos fuimos pitando de allí, temiendo el regreso dos horas después.

El templo no tiene nada de especial, pero su localización es sublime, en unos acantilados rocosos de 100 metros, pena que llegamos tarde para fotografiarlo, culpa de la imprevista parada…

Llegada-a-Bali-IIIYa de regreso en Poppies II, una de las calles de mochileros de Kuta, cenamos e intentamos cambiar dinero, digo intentamos porque ¡¡no fuimos capaces de encontrar un sólo negocio honrado!! El primer intento lo hice yo sola, me acerqué a un local, no tenía muy buena pinta pero el cambio era muy bueno, presenté 100 dólares y esperé el cambio en rupias, me presentaron 900.000 rupias, las conté, me tenían que dar algo más por lo que me propusieron que les diera un billete más grande y me daban el cambio, acepté sin darle importancia, pero cuando me devolvieron todo el dinero, no sé muy bien porqué, decidí recontarlo allí mismo, faltaban 100.000, mientras me liaban con la calderilla uno de los chicos había quitado sigilosamente del taco dos billetes de 50.000 rupias, yo no daba crédito a lo que estaba pasando, en mi vida de viajera me había encontrado con gente de esta calaña. Ya con Rafa intentamos en otros dos negocios, la táctica era diferente pero el resultado era el mismo, ¡¡¡a cuántos turistas habrán robado estos desgraciados!!

Llegada a Bali

Tanah Lot

En la región de Tabanan, accesible desde el sur y centro de la isla, se levanta uno de los templos más emblemáticos de la isla. El santuario principal se encuentra en un islote al que se puede llegar caminando durante la marea baja. El templo se atribuye al monje Danghyang Nirartha que viajó a la isla en el siglo XVI.

Templo Pura Sada

Este santuario es de los más antiguos de la isla, se erigió en honor del espíritu de Ratu Sakti Jayaningrat, de identidad incierta. La primera edificación data del siglo XII, tuvo que ser reconstruido tras el terremoto de 1917.