Sagrado monte Bromo

6 de mayo de 2007

La noche del mismo día que visitamos el cráter de Ijen Kawah llegamos, yo diría que milagrosamente, a la ciudad de Probolingo, desde donde se asciende al pueblo de Cemara Lawah situado a menos de cuatro kilómetros del Monte Bromo. Llegar fue una odisea típica de estas islas, cogeríamos unos tres transportes y siete u ocho horas después habíamos recorrido los menos de 200 kilómetros que separan Bayunwangi de Probolingo. Pasamos la noche en el hotel Bromo View, muy cerca de la estación de autobuses desde la que partiríamos al día siguiente.

BromoSi se nos hizo largo llegar hasta allí aún más subir hasta Cemara Lawah, poco después de las siete de la mañana estábamos ya en la estación, localizamos el bemo que nos subiría, el conductor nos comentó que partiría cuando estuviera lleno el vehículo y que el pasaje eran 20.000 rupias. No le dimos importancia a ninguno de los dos comentarios, sin embargo a las nueve y media aún seguíamos allí, esperando a que llegase más gente; durante la espera me fui a dar una vuelta y comprar un cuaderno donde tomar notas, un amable hombre de una de las agencias de la estación se ofreció a llevarme a una tienda donde comprarlo, su mujer un rato después me diría que el precio de nuestro pasaje era de 15.000 rupias, que no pagáramos más, no me hubiese importado hacerlo si hubiésemos llegado a nuestro destino para desayunar, pero al paso que íbamos ¿llegaríamos para la cena? Sobre las diez de la mañana partimos, los siguientes minutos fueron casi peores que la espera, como de costumbre la furgoneta andaba a cinco o diez kilómetros por hora parando en la puerta de cada casa en busca de más pasajeros, que, por cierto, no sé dónde pretendía meterlos, hueco encontró porque recogeríamos a otras siete u ocho personas más, superábamos con creces los 25 pasajeros que, según los conductores, puede llevar uno de estos chismes, que en España no llevaría ni a ocho o nueve personas.

Bromo-VIA las once y media de la mañana llegábamos por fin a Cemara Lawah, el conductor puso mala cara cuando sólo le di 30.000 rupias, pero no insistió en que le diera las otras 10.000, ¡menudos listos! Nos dejó directamente en la puerta de un hostal, el Cemara Indah, donde las vistas al Monte Bromo, el Monte Bladok y la planicie volcánica son increíbles.

Estábamos tan agotados del transporte local que sin pensarlo decidimos pasar allí las siguientes tres noches, nos precipitamos, como comprobaríamos al día siguiente, con un par hubiese sido suficiente, aunque es mejor descansar en un lugar así que en cualquier otro. Negociamos un precio para las tres noches de 100.000 rupias (~8 euros) por día con desayuno, el sitio es bastante turístico y los precios son muy altos comparados con los de la vecina isla de Bali, cierto es que cogimos una habitación con agua caliente, era evidente que la temperatura en el lugar no era nada tropical, nos vendría bien una buena ducha caliente.

Ya instalados salimos a las mesas a disfrutar del panorama, simplemente espectacular, Rafa decidió tomarse una sopa para comer sentado allí mismo, un hombre con su puesto ambulante ofrecía la típica sopa con bolas de pescado insípidas y verduras que tantas veces nos ha tocado comer por estas latitudes, yo pospuse la comida para más tarde, la tomaría en un warung o taberna local del pueblo, tocó higaditos con arroz. En el paseo que dimos ese mediodía por la localidad conocimos a un conductor de jeep que se ofreció a llevarnos al día siguiente a ver el amanecer desde Penanjakan, la actividad que hacen todos los visitantes, en el hotel nos habían informado que el precio por persona era de 75.000 rupias en un jeep compartido por 4 ó 6 personas, seguramente nos pedirían 300.000 rupias por llevarnos a los dos si no encontrábamos a alguien con quien compartir el vehículo. Nos sorprendió cuando este hombre se ofreció a llevarnos por 150.000 a los dos solos, era evidente que la afluencia de visitantes no era muy grande y que ‘mejor pájaro en mano que ciento volando’, accedimos y quedamos con él a las cuatro de la mañana, por si acaso nos dormíamos nos tocaría en la puerta a menos cuarto. Con la visita arreglada nos fuimos a la habitación a echar una merecida siesta.

Esa primera tarde recorrimos las afueras del pueblo, lleno de campos y huertas cultivadas, nos encontrábamos en una de las regiones más fértiles del mundo, así lo permiten los suelos volcánicos ricos en nutrientes. La temperatura era agradable, no habíamos cogido las chaquetas, sólo una camiseta de manga larga, y por un momento pensamos que tendríamos que regresar a por ellas, pero no, el sol del trópico calienta a pesar de estar a más de 2.000 metros.

Bromo-VNos cruzamos con hombres que regresaban de trabajar en sus huertas con la azada al hombro, el turismo es una buena fuente de ingresos, pero casi todos los hombres trabajan en el campo para redondear sus cuentas, comentamos entre nosotros que estas gentes son privilegiadas en Indonesia, por estar frente a esa maravilla de la naturaleza, como pudimos comprobar al ver docenas de casas en proceso de remodelación, algunas verdaderos chalets.

Y llegó el gran día, antes de las cuatro ya estábamos camino del mirador, pagamos la entrada al parque, otras 25.000 rupias por persona, y descendimos la empinada carretera de acceso a la planicie, una media hora después estábamos en el mirador. Tomamos un café caliente para entrar en calor, hacía siglos que no pasábamos tanto frío, se nos había olvidado, y anduvimos los últimos cien metros hasta la cima, en poco minutos comenzó a clarear, entre rojos y morados yo buscaba los volcanes de las fotos que había visto en el hostal, pero miraba para el lugar equivocado, cuando me di cuenta me quedé boquiabierta, una fumarola salía de las entrañas del Monte Semeru, el volcán más alto de la isla de Java, con sus 3.676 metros. Sorteando los empujones de los más maleducados pudimos disfrutar de uno de los amaneceres más bellos que hemos visto, más de una hora nos quedaríamos allí, cuando ya el resto de los visitantes se había largado. Media hora después nos encontraríamos con algunos de ellos en la subida al cráter del Monte Bromo, cuyas fumarolas irritan los ojos con sus componentes sulfurosos. Algunos hombres de la etnia local, tenggereses, hinduistas criadores de caballos, ofrecían sus monturas para recorrer el corto tramo desde el aparcamiento hasta la escalera de acceso al cráter, hombres de las montañas, curtidos por el frío y el viento.

Bromo-II

En el cráter del Monte Bromo

Pasamos un buen rato ese mismo día intercambiando impresiones con un viajero belga que nos dejó aún más impresionados que las vistas matutinas, hablando de la financiación de su viaje comentó que en Bélgica cuando llevas un año trabajando para una empresa (estatal o no) puedes solicitar una excedencia, que como veréis nada tiene que ver con las españolas. Dicha excedencia tiene que tener un plazo fijo, de entre un mes y cinco años, no tiene porque tener ninguna causa determinada y no exige nada durante el periodo de vigencia (como firmar cada ene meses o estar localizable en el país), el trabajador la solicita y recibe ¡¡¡¡500 euros al mes!!!!, durante todo el período, «Rafa, antes de la próxima expedición nos tenemos que cambiar de nacionalidad, en África o América seremos belgas, ¿dónde hay que firmar?». El chico nos comentó que él también se sorprendió cuando descubrió esa oportunidad y quiso encontrar la trampa pero, simplemente, no la hay, la única trampa posible es que con ese dinero nadie puede vivir en Bélgica o Europa, pero si tienes unos ahorrillos te puedes pasar cinco años viajando por el mundo por la cara y la incorporación al puesto de trabajo es inmediata al regresar, si nosotros hubiésemos tenido algo así hace meses habríamos comenzado a estudiar el itinerario por Australia y América, destinos descartados de nuestra agenda hace ya mucho tiempo. Lo extraño de todo esto es no encontrar a más belgas disfrutando de este chollo, él mismo en más de un año sólo se había cruzado con otro chico, allí mismo, en Java, un par de semanas antes, ¡estos belgas están locos, quién fuera belga!

Bromo-IVLa misma cara de tontos que a nosotros se les quedó a Marco y Sara cuando se lo explicamos esa noche, esta pareja de portugueses, fotoreporteros, las pasaban canutas para conseguir el dinero suficiente para realizar los viajes que les permiten preparar los reportajes para las revistas, la idea de hacerse belga también se les pasó por la cabeza…jajaja. Esta encantadora pareja viaja por el mundo con sus cuadernos de notas, su equipo fotográfico y su portátil recopilando materias, como lo llaman ellos, para vender a las revistas de viajes que, según ellos, cada vez las compran por menos dinero; hablan un español perfecto y están afincados en Lisboa podéis ver su trabajo 4seephoto. Pasamos buenos ratos charlando con ellos e intentamos volver a encontrarnos en Malasia, pero nuestros caminos se cruzaron y no pudo ser, tendrá que ser en Madrid o en Lisboa, o en cualquier otro rincón del mundo.

Si el segundo día nos estábamos arrepintiendo de haber pagado las tres noches por anticipado el encuentro con esta pareja hizo que mereciera la pena. Tras despedirnos de ellos el tercer día nosotros nos fuimos caminando a la planicie, queríamos observar de cerca las coladas de lava petrificadas, solos nos adentramos en un paisaje hostil y seco, con el Monte Bladok a nuestra derecha, un estrecho sendero surcaba la colada, grandes grietas se abrían a ambos lados, en ellas una tímida vegetación brotaba en las sombras. Regresamos caminando por el fondo de una de las grietas, las paredes estaban formadas de un material que se deshacía al tocarlo, los grises y los ocres dominaban el paisaje, era muy agradable encontrarse solos en ese lugar, lejos de los jeeps, los caballos y los turistas, caminando por lugares donde seguramente ninguno de esos turistas se habría adentrado nunca.

Bromo-IIIY tal como llegamos nos fuimos, todo el relax de esos días se esfumo en el camino de regreso a Probolingo, acabamos a gritos con el conductor del bemo, que, a mitad de camino se detuvo sin dar explicaciones, no pretendía llevarnos a nuestro destino porque no había más pasajeros ¡pero ¿qué cree?, que van a aparecer de debajo de las piedras!, le obligamos a continuar y, a dos por hora, fuimos de casa en casa, dos o tres grupos de mujeres nos salvaron al montar camino de Probolingo, tres horas después de partir llegábamos, de nuevo cabreados, a la estación, y lo que quedaba aún ese día…

Parque Nacional de Bromo y Semeru

El Parque Nacional de Bromo-Tengger-Semeru es el mejor ejemplo de paisaje volcánico de la isla de Java. El monte Semeru es el más alto de la isla de Java con sus 3.676 metros y, tal y como se muestra en las fotos, es un volcán muy activo.

Quizás el mejor lugar desde el que explorar el parque sea la aldea de Cemara Lawah, desde donde las vistas a la caldera y a los montes Bromo y Bladok son simplemente inmejorables. Una excursión en jeep permitirá subir al mirador en Penanjakan al amanecer, recorrer los rincones de la caldera y acceder al cráter sulfuroso del monte Bromo. Las laderas de estos volcanes están habitadas por una tribu, los tenggereses, el único grupo hinduista (mezcla de hinduismo y animismo) que aún reside en la isla de Java.