Yogjakarta y Solo, corazón de Java

10 de mayo de 2007

El alma de la isla de Java se encuentra en el centro del país, donde dos ciudades acaparan lo mejor de la historia de la isla, ambas poseen palacios, mercados y teatros que atraen tanto a turistas indonesios como a extranjeros, se trata de Solo (o Surakarta) y Yogjakarta (más conocida como Yogja).

Solo-IILa primera de ellas en nuestro itinerario fue Solo, llegamos aquí desde Probolingo en un interminable viaje de 7 horas en una furgoneta compartida con cinco chavales alemanes que se pasaron el trayecto parando a comprar cervezas y a expulsarlas, yo no daba crédito cuando les oí decirle al conductor que parara la primera vez, el hombre al ver el panorama cambió su correcta actitud inicial y acabó apagando el aire acondicionado y fumando como un descosido, al igual que Rafa y alguno de los de atrás, yo viví todo en un duermevela, del que sólo desperté cuando nos dejaron en una calle desierta de la ciudad a las 4 de la madrugada. No dejé que se fuera el conductor hasta que estuve segura de que en el hostal que habíamos escogido nos abrían la puerta, pero debe ser práctica habitual que los clientes lleguen a estas horas intempestivas.

Había escogido la Cakra Guest House porque tenía piscina, un lujito no nos iba a venir mal, la habitación era muy simple, pero estábamos solos en el primer piso, con nuestra terraza y un baño para cada uno. El hotel es un auténtico museo, una antigua fábrica de batik, los muebles de los pasillos y los patios son de madera, verdaderas antigüedades, como las lámparas, la piscina se encuentra en un patio con un pequeño altar en un extremo, el lugar perfecto para relajarse, y como colofón en el hotel hay una sala de música con instrumentos de gamelan, donde cada pocos días se reúne un grupo de aficionados a practicar.

Estábamos tan contentos con nuestro hotel que decidimos pasar allí tres noches, dos días enteros en Solo nos permitirían visitar a fondo la ciudad, con sus mercados y sus palacios. El primer día nos dimos una buena paliza a caminar, tras tomar el desayuno en el concurrido Warung Baru, entrañable cafetería con sabor colonial, nos dirigimos hacia el Kraton, el palacio principal de la ciudad. De camino cruzamos sin detenernos el mercado del batik, el Pasar Klewer, que visitaríamos con más calma al regresar del palacio.

El Kraton, como ya nos imaginábamos, nos decepcionó un poco, la arquitectura no es el fuerte de la isla, lo componían unos edificios sencillos con amplios patios, en el patio principal un templete decorado con estatuas parecía el lugar de las representaciones de danza y gamelan, aunque en ese momento no había ninguna. Lo que sí nos gustó fue ver a los beçak rojos con sus gorros cónicos pedaleando, el contraste con el blanco de la muralla exterior era genial.

Esta vez sí paramos en el mercado del batik, animadísimo, lleno de mujeres regateando, yo hice lo mismo y acabé comprándome un vestido de tirantes por menos de dos euros, me tocó un comerciante muy duro de roer. De allí continuamos paseando hacia el río, un largo paseo bajo un sol abrasador, tendríamos que regresar sobre ruedas después de la visita al mercado local, este amable conductor (fotografía de la izquierda) se llevó una propinilla por dejarnos en el Warung Baru donde comeríamos.

SoloEl día aún no había hecho más que empezar, después de la siesta nos dimos un chapuzón en la piscina, para nosotros solos y una pareja de holandeses, y allí mismo nos echamos una partidita de ajedrez. Aunque regresaríamos al día siguiente a hacer unas compras quisimos localizar esa misma tarde el bazar de las antigüedades, el Pasar Triwindu, que ya cerraba cuando lo encontramos. Esa noche, de postre, asistimos a un concierto de gamelan en la sala de música del hostal, aunque muy interesante tenemos que reconocer que acabamos aburridos, la música en sí no es muy entretenida que se diga, con todos nuestros respetos, aún así duramos más que los holandeses.

La segunda jornada fue de relax, pequeños paseos por los alrededores, unas compras y piscina, si alguien va por allí que no dude en alojarse en este lugar, es como trasladarse a otro tiempo y tendrá una superpiscina para él solo.

Cogimos el segundo tren de la mañana hacia Yogja, un relajado viaje de una hora entre las dos capitales del Centro de Java, el vagón parecía uno del metro, con hileras de asientos a ambos lados y mucho espacio en medio para quedarse de pie. Fue uno de los trayectos más agradables en toda Indonesia, con horario fijo y precio fijo, aunque no faltó algún empujón de alguna indonesia maleducada.

Yogja es el corazón de la isla, la ciudad mimada, la artista, en su territorio descansó la capital del imperio javanés más importante, la localidad era conocida como Mataran. El auge del imperio se vivió entre los siglos VIII y X, luego inexplicablemente el reino fue trasladado al este y la región cayó en el olvido hasta el siglo XVI, momento en el que un sultanato se creó al este de la actual ciudad, el cual reinaría en Java Central hasta el día de hoy, aunque en los últimos años el sultán ha ido perdiendo poderes en favor del gobierno central. La ciudad de Yogjakarta como se la conoce hoy en día fue fundada en 1755 para alojar la capital del sultanato, también fue la capital del país durante la guerra contra los holandeses en los años 50.

Yogjakarta-II

Kraton de Yogjakarta

El eje es la concurrida y siempre abarrotada Jalan Malioboro, una ancha avenida jalonada de tiendas, restaurantes, modernos centros comerciales y mercados locales; en su extremo norte se encuentra la estación Tugu, en la que nos bajamos nosotros, y en el otro extremo una gran explanada en torno a la cual se levantan los edificios más importantes, como el Kraton y la Gran Mezquita.

Cometimos el error de seguir a un hombre que nos ofreció una habitación barata, en realidad el error fue quedarnos en la habitación que, aunque barata, era muy cutre, paliamos la equivocación mudándonos el segundo día a una preciosa habitación en el Hotel Bladok, éste con piscina. No sólo cometimos ese primer error sino que, creyendo que el dueño nos llevaba a ver un festival, acabamos en una galería de batiks de la que no saldríamos con las manos vacías. Nos recibieron con una taza de té y comenzaron a explicarnos cómo se realizan los batiks artesanales, y nosotros, que no llevábamos ni media hora en la ciudad, nos dejamos engatusar con aquellas maravillas. Todo eran casualidades, la galería sólo abría viernes y sábado por la mañana, como era sábado por la mañana si queríamos comprar algo tenía que ser en ese momento, los batiks más bonitos eran los ejecutados por maestros, los más caros, claro. Nos dieron una lista, cada letra del abecedario correspondía a un precio, cada cuadro tenía una letra, así podíamos saber cuánto costaba cada uno. Yo me hubiese ido de allí sin más si no hubiese sido porque me encapriché de una escena rural con campesinos y chozas, pero como soy perro viejo acabé consiguiendo un descuento del 50%, cuando el hombre aceptó como un caso especial mi oferta pensé en la cantidad de gente que habría pagado el precio escrito, sin ir más lejos unas australianas se llevaban uno con un 10% menos de su precio, ¡seguramente valía la mitad!

En cuanto salimos a la calle Malioboro comenzamos a oír a los comerciantes diciendo que cuidado con las Galerías de Batik, se nos pusieron los pelos de punta, uno de ellos nos indicó como llegar hasta la escuela gubernamental, una vez allí pudimos ver cómo los fabrican y constatar que habíamos hecho una excelente compra, con el descuento, claro, tal y como nos confirmó un maestro, ufffffffffffffff.

YogjakartaCansados de ver batiks nos dirigimos al Pasar Ngasem, el bazar de los Pájaros está en una callejuela detrás del Kraton, las jaulas de madera cuelgan por cada esquina mientras los pobres animales no paran de piar en sus jaulas, no puedo negarlo, me dio un poco de pena ver a alguno de los animales, sobre todo a los perros en sus diminutas jaulas y a las crías de lechuzas con las patas atadas. Ya en otras ciudades nos habían llamado la atención los hombres que se pasean con carros llenos de grillos, por un momento pensé que eran para consumo humano, pero no, los capturan para venderlos como alimento de aves, el bazar estaba lleno.

En otro momento de nuestra estancia, intentando huir del mundanal ruido, nos escapamos por una callejuela estrecha por la que no cabían los coches, así nos hallamos en uno de los muchos barrios rurales de la ciudad, barrios silenciosos donde sólo se oye el agua que corre por el canal y a mujeres haciendo la colada en las puertas de sus casas, un mundo aparte en la sofisticada Yogjakarta, una auténtica aldea dentro de la ciudad.

No podía faltar en la visita una actuación artística, dado que en Bali ya habíamos visto danzas decidimos esta vez ver el famoso teatro de sombras o Wayang Kulit. Vimos una representación en el Museo Sono Budaya, como llegamos con antelación el maestro nos enseñó el taller donde fabrican las figuras y tras la explicación nos ofreció comprarle una. El hombre es un genio, él solo maneja las figuras mientras unas mujeres cantan al son de la música de una orquesta gamelan, a pesar de no entender el idioma captamos perfectamente la historia, sacada una vez más de los escritos del Ramayana hindú, un extracto del rapto de Sita, la mujer de Rama, por parte del demonio Rawena, igual que en la danza Kecak que vimos en Bali.

Yogjakarta y Solo

Kraton Kasunanan de Solo

El Palacio Real fue construido entre 1743 y 1746, al igual que el de Yogjakarta definía el centro neurálgico de la ciudad, del reino y del cosmos, según sus creencias.

Kampung en Yogjakarta

Fuera de los circuitos típicos en la ciudad se pueden descubrir barrios que parecen pueblos. Este kampung es como una colonia privada, no se puede acceder en vehículo, todo el interior es peatonal; las viviendas se contruyen junto a un canal que aporta el agua necesaria para vivir.

Pasar Ngasem o Bazar de los Pájaros en Yogjakarta

Uno de los lugares más interesantes de Yogja es el mercado de los Pájaros, cercano al Palacio Real, en él se pueden ver todo tipo de aves, en su mayoría aves de corral y pajaritos pequeños, pero también periquitos, loros, lechuzas y algunos otros pájaros tropicales, además de los grillos para alimentarlos. También tienen algunos mamíferos como perros y cobayas.

Cultura de Indonesia

Batiks

Hay infinidad de batiks en todas las ciudades javanesas, algunas piezas están hechas a mano y son verdaderas obras de arte, como las que se podían ver en esta galería, pero la mayoría de las que se venden en los mercados y puestos callejeros son prendas hechas en serie con máquinas, o con moldes de metal.

Wayang kulit

El teatro de sombras es todo un arte mantenido a lo largo de los años en la isla. Las figuras son obras de arte en sí mismas, fabricar una de ellas puede llevar días, incluso semanas, el material utilizado es el cuero, que primero es tratado, luego recortado y agujereado según el personaje y finalmente pintado con todo lujo de detalles. Las representaciones son escenas del Ramayana hindú, en su versión indonesia.