Yazd, la ciudad de adobe en el desierto

15 de marzo de 2006

Yazd-IVDe nuevo dormiríamos en un puesto de la luna roja creciente y pasaríamos una divertida noche, comunicándonos mediante gestos. A la mañana siguiente nos levantamos temprano y tras recorrer los pocos kilómetros que nos quedaban hasta Yazd decidimos que nuestra primera visita sería el Templo de Zoroastro, el edificio que alberga el fuego sagrado de esta religión y también el centro más importante de los zoroastrianos en Irán. Es un edificio sencillo, rematado con el signo del dios Ahura Mazda, el interior alberga algunos dibujos del profeta y algunas de las oraciones, el fuego sagrado se puede ver en el interior de un recinto cerrado a través de un cristal.

Tras la visita y cambiar algo de dinero en el que obtuvimos beneficio (nos dieron 8 euros extras) fuimos camino de la ciudad vieja. Lo primero que nos encontramos fue el complejo Amir Chakhmaq, entrando por un pequeño bazar abovedado con algunos restaurantes se accedía a una enorme puerta decorada, con los típicos iwanes a sus lados, el espacio se abría a una plaza muy concurrida en donde se veían unas torres de ventilación y la cúpula de una mezquita. Muchas personas tomaban el picnic en un parque frente a la puerta, nosotros nos quedamos un rato sentados en un banco, viendo a la gente pasar.

Pano-Yazd

Imagen panorámica de Yazd

Leyendo la guía descubrimos que las torres de ventilación que veíamos estaban sobre un aljibe antiguo que en la actualidad se usaba como gimnasio o «Casa de Fuerza», llamado aquí Zurkhane, al acercarnos un cartel en inglés indicaba que todas las tardes se daban demostraciones, decidimos acercarnos. Al entrar un anciano nos recibió con una gran sonrisa y accedimos al recinto del aljibe convertido en gimnasio, el espacio era circular, decorado con muchas fotos del profeta Hussein, había unas curiosas y pesadas pesas alrededor del recinto que servía de tapete del gimnasio y un púlpito con un tambor y un atril. Visitamos el aljibe y compramos entradas para el espectáculo de la tarde.

Mezquita-del-viernesNos dirigimos hacia la Mezquita del Viernes, ya muy cerca de la parte antigua de la ciudad, se podía notar mientras te ibas acercando, ya que las construcciones iban cambiando del hormigón al cuidado y atractivo adobe. En la mezquita estuvimos un buen rato hasta que nos adentramos en otro mundo, la ciudad antigua.

Mezquita-en-YazdEl intenso día que pasamos en Yazd ha sido una de nuestras mejores experiencias en Irán. Mientras se pasea entre las estrechas y solitarias calles de la ciudad antigua, rodeado de construcciones en adobe, parece como si te trasladases al siglo V, muchas de las calles están sin asfaltar y la arena calza las calles, entre algunas de las calles existen arcos que unen ambos lados con el fin de evitar la insolación, la luz y las sombras dan un ambiente muy especial. Yazd está entre los grandes desierto de Dasht-e Kavir y Kavir-e Lut, y en verano las temperaturas son escandalosas, nosotros mismos lo notamos y eso que estábamos a principios de marzo. Lo mejor es callejear sin rumbo fijo, de repente puede aparecer alguna mezquita de adobe o alguna plaza con tranquilos jardines, el silencio es abrumador, cuesta creer que estás en una ciudad de 400.000 habitantes, por las calles sólo se ve pasar alguna mujer oculta y desconfiada en su chador o algún hombre fumando en algún soportal, pero las mejores vistas de la ciudad están desde lo alto, a nosotros un hombre nos indicó como subir al tejado de una casa, sin duda él sabía que desde ahí las vistas eran espectaculares y desde luego que lo eran, se veían multitud de torres de ventilación, muy características en esta ciudad y los tejados de adobe muy bien cuidados, de color tierra clara, a lo lejos se divisaban algunos minaretes, como los de la mezquita del viernes, los más altos de todo el país, unas horas antes habíamos conocido a unas muchachas de Kermanshah, con las que nos hicimos unas fotos, al fondo las áridas montañas nos recordaban la dureza del desierto, que en este oasis da un respiro, algo que se sabía muy bien desde hace siglos ya que Yazd era una de las paradas más importantes en la ruta de la seda.

Un japonés se nos unió en la cúpula, estaba haciendo un interesante viaje de cinco meses desde Uzbekistán a Estambul, con él estuvimos hasta que el sol nos dejó, picaba demasiado. En una de las plazas visitamos la antigua prisión que construyera Alejandro Magno, aquí un chaval engañó a mi tierno corazón, me llamó desde la entrada de una mezquita y en cuanto entré se puso a llorar, tenía unos papeles con escritos del Corán que parecía vender, yo le di un tomán (un euro) y salió disparado corriendo calle a través, menudo pícaro.

YazdDecidimos volver a la furgoneta para descansar, antes llamamos a nuestros padres y nos comimos unas deliciosas brochetas de mollejas e hígado por apenas dos euros con la bebida incluida.

Por la tarde asistimos al «espectáculo» en las casas de fuerza, estábamos solos, al principio había un hombre levantando unas enormes tablas de madera mientras unos niños le ayudaban, a medida que pasó el tiempo fueron apareciendo más personas, de distintas edades, justo antes de comenzar habría unas 20 personas, de cinco a más de cincuenta años. Uno de ellos subió a una especie de púlpito y abrió las hojas de un libro que tenía apoyado en un atril, mientras colocaba un tambor.

Yazd-IIITodos fueron entrando ceremonialmente en el habitáculo circular, tocaban y besaban el suelo, empezaba la ceremonia. El hombre del púlpito comenzó a recitar en árabe mientras tocaba el tambor, de vez en cuando paraba y hablaba a los participantes, que le respondían al unísono. Primero hicieron unos ejercicios de flexiones, para más tarde empezar a hacer ejercicios de brazos con unas enormes pesas, todo al ritmo del tambor, que en ocasiones cogía un ritmo desenfrenado, más tarde, de uno en uno, se ponían a dar vueltas en el escenario, parecía como si entraran en trance. La sesión duró una hora, al acabar todos se besaron y comenzaron a hablar, momento en el que aprovechamos para irnos. Sin duda no entendimos ni la mitad del espectáculo, aunque lo que vimos fue muy especial.

Esa noche dormimos junto a un hospital en la misma ciudad.

Yazd-IIA la mañana siguiente fuimos a visitar las torres del silencio zoroastrianas, en las afueras de la ciudad, aunque nos levantamos pronto al subir notamos que ya el calor apretaba, no había mucho que ver en las estructuras redondas, así que no estuvimos mucho tiempo, el justo para tomar algunas fotos del desierto y de la ciudad. Después aparcamos en un lugar tranquilo para darle los últimos retoques a la web, para poder actualizarla. Emprendimos camino tras comer, atravesando desierto y lagos de sal. Esa noche dormiríamos a la vera de un hotel, donde conoceríamos a una pareja de suizos que iban a cruzarse Irán en bicicleta, venían de Dubái.

Yazd

 Depósitos de agua y torres de ventilación 

Estas estructuras se reparten por toda la ciudad, se componen de 4 elementos, un deposito cilíndrico bajo la superficie del suelo que esta conectado con algún Qanat (canal subterraneo) que lo alimenta de agua, una cúpula encima del deposito, el Pasheer, que es la plataforma desde donde se extrae agua del depósito y las Badgirs o torres de ventilación que con un ingenioso sistema consiguen retener el aire fresco e introducirlo en el deposito de tal modo que el agua se mantenga sin estropearse por el calor que azota en esta ciudad; cada depósito tiene dos o cuatro torres. Los badgirs son uno de los sistemas de energía más limpios y eficaces que se han inventado (en realidad es un aire acondicionado), suelen construirse con ladrillo de arcilla secados al sol, paja y yeso mezclado con arcilla.

El Templo del Fuego y Las Torres del Silencio

El Templo del fuego o Casa del fuego alberga el fuego sagrado de la religión zoroastriana. El edificio fue construido en 1934 por los zoroastrianos de Yazd con la ayuda de los parsis (zoroastrianos descendientes de persas que viven en Bombay). Las llamas del fuego arden sin interrupción desde el siglo V y realizó muchos viajes hasta que fue trasladado a este templo en el 1935.

Las Torres del Silencio se levantan a las afueras de la ciudad sobre unas colinas desérticas. Eran usadas por los zoroastrianos como lugar de inhumación de sus cadáveres, primeramente los cuerpos eran dejados a merced de los buitres para despues ser quemados en cal viva en el mismo lugar. Esta práctica fue usada por los creyentes hasta bién entrado el siglo XX pero finalmente se prohibió por motivos sanitarios.

Zurkhane o Casas de Fuerza

 En las Zurkhane o casas de fuerza diseminadas por Irán se practica el Vargesh-ye bastani, la práctica deportiva más tradicional del país, en donde un grupo de hombres de todas las edades se reune en un recinto y comienzan a hacer ejercicios físicos al son de un maestro de ceremonias que canta poesías en honor a Ali y a Dios, mientras los participantes gritan los nombres de los familiares de Mahoma. Los ejercicios son variados, levantamiento de pesas, tablas de 40 kg cada una, flexiones , etc, todos con un significado simbólico.