Provincia de Kerman, camino a Pakistán

2 de abril de 2006

Bandar-e Abbas nos había dejado un amargo sabor de boca y no queríamos abandonar el país con esa sensación, la ciudad de Kermán y sus alrededores servirían para reencontrarnos con el Irán que más nos gustaba, el de las bellas mezquitas y los animados bazares, el de sus gentes amables y curiosas.

Kerman-IV

Bazar Vakil

La carretera que une ambas ciudades atraviesa de nuevo un paisaje montañoso y desértico, más árido si cabe que los anteriores, sólo algunos oasis con abundantes palmeras rompen el eterno tono ocre. Tardamos varias jornadas en realizar el trayecto, queríamos hacer un poco de tiempo antes de cruzar a Pakistán, muchos pasos de montaña estarían aún cerrados en la Autopista del Karakorum y las áreas del norte. La primera parada la hicimos a menos de cincuenta kilómetros del mar, de nuevo con nuestros amigos de la Luna Roja Creciente, ya hemos perdido la cuenta de cuántas veces nos han acogido en sus instalaciones. Esta vez no nos invitaron a comer pero antes de irnos por la mañana el jefe nos llenó el vehículo de comida: un litro de leche, dos panes, cuatro latas enormes de atún, salsa de limón para ensaladas y varias botellas de agua; hacía caso omiso a nuestro ‘ya es suficiente, no se preocupe’.

Kerman

Carteles de Mártires de la Guerra Irán-Irak, frecuentes en todo el país

La segunda parada fue en una mezquita de carretera, a menos de treinta kilómetros de Sirjan, paramos entre varios trailers con matrículas extranjeras. Una breve inspección me llevó hasta unas dependencias, como no, del servicio de emergencias, allí estaban Sadegh y Mojtaba. Esa noche no pasamos ningún momento con ellos, fue el turno de los camioneros uzbecos que también pernoctarían allí; eran cuatro hombres, tres mayores y uno más joven, simpáticos y charlatanes no dejaron de engalanar su país, lo comparaban con Irán, según ellos Uzbekistán es una maravilla de limpieza y orden, con buenas carreteras, comida buena y barata, un lujo para los turistas que se dejan caer por esta antigua parada de la Ruta de la Seda. Les hicimos saber que entraba en nuestros planes iniciales visitar su país, pero que las trabas que imponía el país intermedio, Turkmenistán, nos habían echado para atrás, sin comerlo ni beberlo habríamos tenido que desembolsar casi 600 euros sólo en visados y papeleos (o sobornos) fronterizos. Insistieron mucho en que fuéramos e incluso nos dieron sus direcciones y teléfonos de contacto. La guinda fue cuando nos regalaron un pan uzbeco y nos convidaron a dos grandes tazones de un guiso de carne y verduras cocinado por ellos mismos ante nuestras miradas perplejas, ¡una auténtica delicia para nuestros paladares!

Kerman-VIICuando nos despertamos ya se habían ido camino de Bandar-e Abbas donde entregarían su mercancía y esperarían a que les llenaran la caja con productos recién llegados de Dubái.

Ese día le tocó el turno a nuestros otros amigos, nos invitaron a té y estuvimos charlando un buen rato con ellos, Mojtaba tenía un sitar y nos mostró su talento con el instrumento. Cuando ya estábamos pensando en irnos insistieron en que nos quedásemos a comer, aceptamos gustosos y fue una excelente idea, el pollo guisado con patatas estaba delicioso. La sobremesa se alargaba y poco a poco la pereza se apoderó de nosotros, más aún cuando Rafa se enteró de que esa misma noche televisaban el Madrid-Barça y podría verlo con ellos. No hubo más que hablar, allí nos quedamos, a pasar la tarde, a cenar y a dormir. El partido fue soporífero y acabó más tarde de la una hora local, yo casi me arrepentí de no haberme acostado antes.

Nos habían hablado de un lugar llamado Maymand, un pueblecito en las montañas patrimonio nacional, hacia allí nos dirigimos esa mañana con la idea de visitarlo al día siguiente, pero como tantas veces los planes cambiaron y nos vimos esa misma tarde paseando entre casas trogloditas excavadas en la roca y rodeados de decenas de turistas iraníes que acababan ese día sus vacaciones de año nuevo.

Kerman-IIIYa anochecía y no sabíamos muy bien por qué carretera circulábamos, pero la dirección era correcta, o bien llegábamos a Kermán o bien a Rafsanjan. Dormimos en una gasolinera en las montañas, donde volvió a fallar la calefacción, esta vez sin razón aparente. Al día siguiente llegamos a Rafsanjan, muy conocida por sus alfombras; desde aquí Kermán se encuentra a menos de una hora de camino, a las once estaríamos allí.

En otros tiempos la ciudad de Kermán fue muy transitada por los turistas, aunque lejos de los circuitos tradicionales la provincia escondía una joya mundial, la ciudadela de adobe de Bam, que prácticamente desapareció de la faz de la tierra el 26 de diciembre del 2003 por culpa de un terremoto devastador. Ahora Kermán recibe visitas a cuentagotas, aunque en sí misma es una ciudad muy bella y conocida mundialmente por sus pistachos que se comercializan en cada esquina. Sólo tiene un fallo, y es que la cercanía con el vecino Afganistán ha provocado que el número de drogadictos aumente considerablemente, en ninguna ciudad iraní hemos visto tantos chicos y hombres enganchados a la heroína, de hecho incluso vimos alguna mujer, las primeras en todo este tiempo.

Kerman-VQueriendo evitar el encontronazo con un grupo de ellos nos fuimos temprano de la zona del bazar, ya nos habían fichado y enseguida se habrían acercado a pedirnos dinero, no nos apetecía nada pasar por ese mal trago. Buscando un locutorio dimos con un puesto de la policía donde nos dijeron que podíamos pasar la noche en su aparcamiento, ellos mismos nos informaron de que los locutorios estaban en la zona del bazar, tendríamos que volver de nuevo allí esa tarde.

La ciudad está semirodeada por montañas redondeadas que me recordaron a las gargantas de la cara sur del Atlas en Marruecos; en las faldas de la montaña han creado unas zonas ajardinadas y arboladas para disfrute de los ciudadanos. Es una gran idea porque la ciudad está creciendo sin parar desde que varias marcas japonesas y coreanas decidieron implantar sus fábricas de coches cerca de la capital provincial, dando empleo a muchas personas.

Nuestra segunda jornada en Kermán comenzó muy temprano, uno de los policías nos despertó a las 6 de la mañana, haciendo signos de que ya era hora, no dábamos crédito, pero ¿qué podíamos hacer?, pues levantarnos e irnos de allí. El madrugón nos sirvió para realizar algunas visitas más a mezquitas, vivir cómo se despierta un bazar, comprar dos depósitos para gasoil y tratar de encontrar una fuente de alimentación para el portátil, la nuestra había muerto definitivamente el día anterior; no hubo manera, nos mandaron de un sitio a otro y en la última tienda nos dijeron que no la encontraríamos en Kermán. Pues nada, nos tocaba un descanso obligado de trabajo en la web, que, tal y como se presentarían los acontecimientos en nuestro cambio de país, no era mala idea.

Kerman-VI

Kerman-IIYa con los nervios por la cercana entrada a Pakistán partimos camino de la frontera, no quedaba ninguna parada en medio, tal vez en Bam, pero sólo si necesitábamos comprar alguna cosa. Llevábamos más de cincuenta kilómetros cuando vimos un cartel que indicaba unos jardines, no sabíamos de su existencia y nos pareció un buen sitio donde parar a comer y de paso echar un vistazo. Lo que encontramos fue bastante espectacular, dos edificios a distintas altitudes separados por una serie de fuentes en terraza rodeadas de flores y árboles, un lugar muy bucólico frecuentado por parejas de recién casados y familias. Entre el rumor de las aguas y las hojas de los árboles decidimos que ya no esperábamos más, Pakistán nos esperaba a menos de 350 kilómetros, teníamos que enfrentarnos de nuevo a la frontera y a un nuevo pueblo, con fama de hospitalario, pero también de fanatismo religioso, ambas cualidades ganadas a pulso y completamente ciertas.

Kerman

En una de nuestras últimas etapas en Irán, camino de Pakistán, visitamos esta ciudad, sin turismo alguno, ubicada en el desierto. En Kerman vimos de los mejores trabajos en ladrillo en Irán, luciendo en algunas mezquitas. También pudimos ver el despertar del bazar abovedado.

Maymand

En nuestra guía no aparecía este encantador pueblo escondido en las montañas entre Sirjan y Rafsanján, pero si es muy conocido por el turismo local, nos lo recomendó una persona en Kerman. 

Las casas trogloditas están excavadas en la roca blanca, cuyas puertas se adornan con piedras recolectadas en las montañas de los alrededores. También los establos se construyen excavando la roca, se podría decir que la vida en este pueblo es medieval.