La ciudad del Rey Shapur
22 de marzo de 2006
De camino al Golfo Pérsico visitaríamos las ruinas de otra gran ciudad persa, Bishapur. Este yacimiento también se encuentra en la provincia de Fars pero en el oeste, muy cerca de la vecina provincia de Khuzestán, lo cual se hacía patente por el calor. La carretera que discurre desde Shiraz es muy bonita pero el tráfico era muy denso a causa de las vacaciones y se nos hicieron un poco pesados los 135 kilómetros. Cuando llegamos a la puerta del lugar ya eran las cinco de la tarde y, aunque aún teníamos tiempo para realizar la visita, decidimos dejarlo para el día siguiente. En una caseta de información un chico que hablaba inglés nos comentó que podíamos dormir junto al puesto de la policía que se encontraba a tan solo veinticinco metros, cruzando la carretera.
Un paseo por los alrededores nos llevó en primer lugar hasta el río, flanqueado por palmeras, junto a él unas familias preparaban la cena, durante las vacaciones cogían los camiones y viajaban por todo el país, unas veinte personas por vehículo, las mujeres iban ataviadas con los trajes que usan algunas tribus nómadas, ¡lástima que no se dejaran fotografiar! Desde el río continuamos valle adentro y ascendimos por un risco hasta los restos de una fortificación, desde allí se disfruta de una hermosa panorámica de la zona e incluso se distinguen a lo lejos algunos relieves escavados en la roca en la otra orilla del río.
Temprano fuimos a la taquilla, cuando ya comenzábamos a perdernos entre las piedras una pareja de chicos se acercó a ofrecernos sus servicios como guías, la chica hablaba muy bien inglés, ella sería la encargada de mostrarnos el yacimiento, el chico le iba comentando cosas para ayudarle en su explicación. Nuestra visita se hizo muy amena gracias a su compañía, seguramente de haber estado solos no habríamos obtenido tanta información. A la chica le apasionaba el Templo de Anahita, gran parte de sus explicaciones se centraron en este lugar, se trata de un gran templo levantado con bloques de piedra de gran tamaño, un lugar sagrado dedicado al agua. También visitamos los restos de los palacios del rey Shapur, donde tuvo como prisionero de lujo al emperador romano Valeriano; ésta es una de las razones por las que se cree que el yacimiento tiene mucha influencia romana, pero nuestros guías no estaban de acuerdo, decían que todos los elementos arquitectónicos ya se habían usado antes en Persépolis. Cuando el calor más apretaba nos ofrecieron ir hasta la otra punta del lugar, donde hay dos columnas que conmemoran la creación de la ciudad a manos de un arquitecto sirio, Rafa se quedó charlando con otros guías voluntarios mientras yo me acercaba hasta allí, además de las dos columnas pude visitar los restos de algunas viviendas y de unos baños.
Nuestros guías nos recomendaron un par de sitios para visitar en los alrededores, aunque antes cruzaríamos a ver los bajorrelieves excavados junto al río, esta última visita arqueológica fue muy breve, el calor ya era insoportable.
Pasada la ciudad de Kazerun, a unos once kilómetros, se halla el lago de Perishane, muy frecuentado por turistas iraníes, pensamos que sería un buen lugar donde comer, en una sombra junto al agua; ¡qué lejos de la realidad!, como en otros tantos lugares del país nos encontramos unas horribles instalaciones que impedían el acceso al lago. Cientos de coches se arremolinaban junto a las puertas de acceso, nosotros, en un ataque de agorafobia, nos fuimos de allí rápidamente.
Teníamos referencias de otro lugar a pocos kilómetros, cruzando un pequeño puerto ascendimos hasta unas dehesas donde las familias disfrutaban del buen tiempo y las vacaciones haciendo picnic. Copiamos la idea y buscamos una sombra donde aparcar la furgo, comer y descansar, pena que cuando más a gusto estábamos vinieran a molestarnos unos grupos de chavales con las motos.
Antes del atardecer regresamos al lago, aunque seguía habiendo muchos coches esta vez aparcamos y dimos un paseo por las instalaciones, no había gran cosa que hacer salvo ver cómo algunos turistas hacían cola para subirse a una lancha motora que les llevaría a dar un paseo por el lago. No nos entretuvimos mucho tiempo, el Golfo Pérsico nos esperaba, nuestra curiosidad por esta región crecía día a día, ¿seríamos capaces de encontrar playas desiertas donde bañarnos?
Bishapur
A 153 kilómetros al oeste de Shiraz el rey sasánida Sepur I, hijo de Artajerjes I, fundó una ciudad en plenos montes Zagros, junto al río que hoy lleva su nombre. El lugar está protegido por las montañas y el clima permite buenas y abundantes cosechas.
La ciudad data del siglo III d.C. y se encontraba en el camino imperial que unía Persépolis con la ciudad de Susa.
El rey Sepur I, también conocido como Shapur, fue la pesadilla de Roma en aquellos tiempos, hizo prisionero al emperador romano Valeriano que permaneció junto a él en el palacio. La influencia romana parece ser evidente en los palacios de la antigua ciudad, algunos de los cuales poseían bellos mosaicos ahora expuestos en el museo del Louvre de París y en el museo Nacional de Teherán.
El templo de Anahita
Una de las joyas del yacimiento de Bishapur es el Templo de Anahita, la diosa del agua. Se accede al interior por unas escaleras y en su interior hay un gran patio que en su momento era un estanque con agua que fluía sin cesar. Alrededor, penetrando por las puertas, se encuentran unos corredores que esconden el complicado sistema de canalizaciones que mantenía siempre el mismo nivel de agua en el estanque, a pesar de las crecidas del río.