Isfahan es la mitad del mundo

6 de marzo de 2006

Describir una ciudad como Isfahán es casi tan difícil como hacerlo con Estambul, sus numerosos monumentos, los puentes sobre el río Zayandeh, los artesanos del bazar y sus gentes hacen de ella una de las ciudades más bellas del planeta, para nosotros será un hito inolvidable en el camino.

Puente de Sio Seh Pol

Puente de Sio Seh Pol

Nuestra estancia fue de cinco días, tres noches las pasamos en un hotel y dos aparcados junto a la gran plaza del Imán. La verdad es que la elección del hotel no fue nada complicada, en el primero que entramos nos quedamos. El gerente, o quizás dueño, del hotel Aria nos recibió entusiasmado, uno de sus hijos vive en la ciudad de Marbella y está encantado de alojar a españoles en su hotel. El precio es fijo (aunque a nosotros al final nos hizo un descuentillo), veinte dólares la habitación doble con desayuno, son habitaciones amplias y con agua caliente, y nuestro baño tenía una enorme bañera, la primera que veíamos en nueve meses. Nos permitieron aparcar en la puerta todos los días, así teníamos bien vigilada la furgo. Este hotel se encuentra frente al hotel Abbasi, de lujo, en una zona muy céntrica, a cinco minutos del río y de la plaza del Imán, en él coincidiríamos con cuatro o cinco ciclistas rusos que estaban recorriendo parte del país en ese medio de locomoción, una gente muy rara.

Isfahan-IILa mayor parte de nuestro tiempo en la ciudad lo pasamos en la plaza, que nos tenía hechizados, pudimos vencer el encantamiento en dos o tres ocasiones, las necesarias para recorrer otros puntos de interés. Pero antes de nada decidimos intentar prolongar el visado, un taxista nos llevó hasta la comisaría que gestiona los pasaportes y allí una chica nos atendió rápidamente en inglés, fue muy amable pero nos dijo que no podía hacer nada, que aún nos quedaban quince días y que volviésemos la última semana, nos confirmó que en cualquier ciudad importante nos tramitarían la extensión del visado sin problema.

La segunda mañana anduvimos varias horas, primero nuestros pasos nos llevaron a la otra orilla del río atravesando el puente Sio-Seh Pol en dirección al barrio de Jolfa o barrio armenio, allí visitamos la Iglesia de Santa María y la Catedral Museo de Vank. El museo estaba lleno de gente, varios colegios o institutos estaban de excursión cultural en el lugar; sus vitrinas muestran todo tipo de objetos religiosos relacionados con la iglesia ortodoxa armenia, entre ellos el libro más pequeño del mundo, de 7 mm de alto, donde se recoge el Padre Nuestro en siete idiomas diferentes, entre ellos el español. Lo que más llama la atención es la primera sección de la planta baja a mano izquierda, aquí se expone un resumen del genocidio sufrido por el pueblo armenio a manos de los turcos en torno a la I Guerra Mundial (en época de Atatürk).

Isfahan-IVEl museo es de gran interés y también el interior de la iglesia donde se pueden observar unos frescos en perfecto estado, pero no se permite tomar fotografías, por lo que no podemos mostraros estas obras de arte.

En taxi nos dirigimos hasta el puente Khaju, uno de los muchos que cruzan el río y sin duda el más bonito, en sus inmediaciones nos sentamos a descansar y disfrutar del ambiente; unos jardineros colocaban flores en el paseo junto al río, algunas familias hacían su habitual picnic y parejas furtivas se sentaban tras algún arbusto a charlar. Paseando llegamos hasta el otro puente emblemático que ya habíamos cruzado esa misma mañana, el Sio-seh Pol, prolongación de la arteria principal de la ciudad; aunque el mapa nos mostraba distancias aparentemente cortas estábamos agotados, era el momento perfecto para quitarnos de encima algunas cosas que teníamos pendientes. Llamamos desde una oficina de correos a nuestros respectivos padres, es el mejor modo de hacerlo, otros locutorios cobran más del doble por la misma llamada, luego pasamos un rato en internet, yo no lo aproveché porque mi ordenador era una castaña y fallaba todo el rato hasta que se estropeó del todo ante la angustia de la chica que gestionaba el local. Una pizza rápida y al hotel a descansar, nos lo teníamos bien merecido.

Isfahan-IIIEl día siguiente nos permitió conocer otro barrio de la ciudad en viernes, su día festivo, al contrario de lo que habíamos observado en otros lugares el tráfico se intensificó y nos costó un buen rato llegar y aparcar cerca de la Masjed-e Jame o Mezquita del Viernes. Otro hecho curioso fue ver como los bazares de la zona estaban a pleno rendimiento, mientras que el gran bazar de la ciudad permanecía cerrado. Recorrimos las calles abarrotadas hasta la mezquita y llegamos justo en el momento inoportuno, la hora del rezo, nos dimos media vuelta y nos escabullimos del ajetreo por unas callejuelas que llevaban hasta el minarete de Alí, uno de los más altos e importantes de la ciudad, en el camino visitamos una escuela con una bonita cúpula adornada con azulejos azules. Una hora más tarde pudimos visitar la Mezquita del Viernes, y no lo hicimos solos, coincidimos con cinco turistas franceses en la entrada.

Ya de vuelta hacia el coche le comenté a Rafa la necesidad que tenía de cambiar mi atuendo, llevábamos ya bastantes días en Irán y seguía viendo a las chicas con sus chaquetas por encima de la rodilla y los vaqueros debajo. Pregunté en un par de tiendas, por prendas parecidas a la que al final me compré me pedían más de 15.000 tomanes (unos 15 euros), finalmente encontré la típica tienda de rebajas y lo adquirí por menos de la mitad, me lo llevé puesto.

IsfahanEsa tarde quedamos con los chicos afganos que habíamos conocido el día anterior, se presentaron con otro amigo más mayor que ellos, un iraquí afincado en Irán desde hacía muchos años. Todos ellos profesan la religión musulmana en su vertiente chií, ambas perseguidas por los regímenes de Sadam Hussein en Irak y talibán en Afganistán. El chico iraquí hablaba muy bien inglés y nos contó muchas cosas de su país, cómo había perdido a familiares bajo el régimen de Sadam, cuáles son las actuales condiciones de vida en la mayoría del país, sin agua potable y con tres horas de electricidad al día, además de los toques de queda que son el pan de cada día. Los chicos afganos eran más jóvenes y habían nacido en Irán, a pesar de ello por ser hijos de refugiados no tienen derecho a tener la nacionalidad iraní y se les trata con cierto racismo en el país; en numerosas ocasiones hemos oído como unos niños les dicen a otros ‘afgani, afgani’. Resultó ser una velada muy instructiva para nosotros y para ellos, charlamos durante horas e intercambiamos emails para seguir en contacto.

Habíamos esperado hasta el sábado para llevar el coche al taller, al igual que a nosotros nos tocaban unas noches de hotel a la furgo le tocaba darse una ‘ducha’. Lo del taller fue una auténtica odisea, llegamos sobre las 8 de la mañana y allí nos quedaríamos hasta las 4 de la tarde. El lugar estaba especializado en volkswagen y audi, marcas casi inexistentes en el país, pero por desgracia para nosotros no tenían ninguno de los filtros que necesitábamos, no dábamos crédito. El modelo de vw transporter que se encuentra en Irán es el del año 1992 y ninguno de los filtros coincide, por otra parte todos los coches del país funcionan con gasolina y no con gasoil, lo que dificultaría aún más encontrar los recambios.

Rafa se fue con uno de los hombres a una tienda de filtros, le mostró nuestros recambios y lo único que consiguió fue un filtro de aceite cuya junta coincidía pero era un poco más pequeño (es decir que tendríamos que cambiarlo antes). Por fin se pusieron al trabajo, cambiar el aceite y el filtro de aceite no fue complicado, pero cuando le llegó el turno al filtro de combustible la cosa se puso muy negra, tardaron mucho en sacarlo y cuando pusieron el nuevo no estaban muy convencidos, el mecánico sudaba a mares. Volvió a sacarlo y comparó nuestro repuesto con el que estaba instalado, ante nuestra estupefacción nos dijo que el repuesto que traíamos no valía, que una de las juntas era demasiado pequeña. ¿Cómo podía pasarnos eso?, pues así fue, al hombre que nos hizo la revisión en Madrid, le pedimos que además de cambiar los filtros nos vendiera un filtro de aceite, otro de gasoil y dos de aire, no sabemos qué hizo, pero nos instaló uno de una marca y el que nos vendió era de otra (original de la casa volkswagen), suponemos que se equivocó.

Le llegó el turno al filtro de aire, donde también usamos el repuesto que teníamos; para no quedarnos sin repuesto nos soplaron el viejo con aire comprimido, así como el de polen. Ya estábamos a punto de irnos cuando comprobamos que el coche no arranca, al intentar cambiar el maldito filtro de gasoil se había introducido aire en el circuito de inyección y no había manera de que el gasoil circulase. El mecánico, muy bueno por cierto, tenía claro el problema pero no sabía cómo solucionarlo porque sólo trabaja con vehículos de gasolina. Ante nuestro asombro intentó miles de cosas y al final nos dijo que se iba a comer, que luego continuaba, eran las 2 de la tarde, regresó pasadas las 3 y al cabo de media hora consiguió que arrancara.

En resumidas cuentas nos pasamos allí todo el día para un simple cambio de aceite y del filtro de aceite y del aire, y la broma nos salió por 50 dólares, que comparado con los 60 euros de Turquía donde en un par de horas le hicieron un chequeo completo, incluidos parabrisas, nos pareció una barbaridad. Ahora tendremos que estar atentos en Pakistán e intentar encontrar los repuestos que necesitamos, por si acaso pedimos que nos limpiaran los antiguos y los guardamos.

Sólo nos quedaba una cosa pendiente en Isfahán, visitar alguno de sus fastuosos palacios, escogimos el palacio Chehel Sutun, que se encuentra entre la Plaza del Imán y la avenida principal. El exterior es muy agradable, con extensos jardines y estanques, el interior es una obra de arte donde las miniaturas son las protagonistas. Pasamos un buen rato tomando fotografías en el interior, la perfección de los dibujos deja a cualquiera perplejo, como les pasó a dos periodistas que conocimos en la ciudad, uno hindú y el otro sudafricano, ambos destinados en Dubái por sus periódicos; coincidimos de nuevo en el interior de este palacio y al igual que nosotros estuvieron mucho tiempo con el trípode y la cámara apuntando a cada esquina.

Isfahan

 Pasear por la orilla del río Zayandeh es un placer, cada puente tiene su propia magia y hay verdaderas obras de arte. El puente Khaju es el mejor ejemplo, data de 1650, mide 132 metros y su anchura es de 12 metros, posee dos niveles por los que se puede cruzar el río. Fue mandado construir por el monarca safávida Abbas I en 1602. A esta altura el río alcanza los 300 metros entre las dos orillas, el puente supera esta medida siendo su anchura de 14 metros. Este puente posee un sistema que sirve para regular el caudal, desviando el agua sobrante para utilizarla como regadío. Se pueden alquilar barcas a pedales por 1.000 tomanes (un euro) cada 40 minutos.

Por todo el país, de norte a sur y de este a oeste, encontraremos las fotografías de los dos grandes líderes espirituales de Irán. En la fotografía de la izquierda se encuentra el Ayatolá Jomeini, líder de la Revolución Islámica que sufrió el país en el año 1979 y que permitió que Irán se transformase en una República Islámica, para lo bueno y para lo malo. Con Jomeini el país se cerró a cal y canto hacia el exterior y un año después se sumergió en una guerra contra Irak que duraría casi 10 años y dejaría un millón de muertos; todo el esfuerzo revolucionario se perdió en la lucha contra el país vecino y hundió a Irán en una gran crisis económica y social. Jomeini murió en 1989 y al día siguiente de su muerte se escogió como Ayatolá a Jamenei (fotografía de la derecha), discípulo de Jomeini. Desde entonces él y sus Asamblea de Expertos gobierna el país, controlando desde muy cerca al presidente electo y sus ministros.

Mientras los sectores más jóvenes exigen mayor apertura y pretenden que se dejen atrás los rencores contra occidente y el gobierno se preocupe más de los problemas internos, como el paro, que oficialmente es del 16% y extraoficialmente de más del 30%.