Kashan, Ferdi y Andrea

13 de marzo de 2006

Kashan-IVEn la visita a Kashan nos aguardaba una grata sorpresa, en una estación de servicio de la autopista que une Isfahán con Kashan conoceríamos a Ferdi y Andrea, una encantadora pareja de alemanes que regresaban de su periplo de medio año por la India y Pakistán. Pasamos esa velada charlando en nuestro hogar, en el suyo no cabía un alfiler, era un verdadero caos.

Decidimos pasar parte del día siguiente juntos, acercarnos a Kashan y tomar un té en algún lugar agradable. Tras desayunar pusimos rumbo a la ciudad que distaba unos treinta y cinco kilómetros de donde estábamos, antes de arrancar Ferdi nos advirtió de que su velocidad máxima y de crucero era de 75 Km/h y a esa velocidad nos movimos. Nuestra primera parada fue al sur de la ciudad donde se encuentran varias casas del siglo XIX que pertenecieron a grandes señores, visitamos una de ellas ‘la casa de Borujerdi’, un pasillo nos llevó directamente hasta un gran patio con un estanque, allí pagamos la entrada de 300 tomanes. Recorrimos las dependencias, algunas de las cuales están en proceso de restauración, destacan los frescos de la sala central y los grabados de estuco de las salas laterales, también hay un complejo sistema de ventilación con varias torres.

Mausoleo-Sultán-Amir-Ahmad

Mausoleo Sultán Amir Ahmad

Antes de aparcar Ferdi nos comentó que su volkswagen tenía algún problema eléctrico y que la tenía que aparcar en una cuesta para que luego arrancara bien, también nos comentó que eran muy despistados y que habían perdido las dos llaves del depósito de gasoil, nos invitó a seguir la visita solos mientras ellos intentaban hacer un duplicado de la llave. Tuvimos la suerte de que allí mismo había una tienda dedicada a ello y el dueño en menos de una hora sacó un molde y le hizo tres llaves por cinco dólares. En ese rato Rafa y yo inspeccionamos el lugar en busca de callejuelas de adobe y torres de ventilación, durante el paseo dimos con el , con sus dos minaretes decorados con azulejos y su cúpula cónica.

Nos despedimos de los niños que se arremolinaban junto a la furgoneta de nuestros amigos y salimos de la ciudad en busca de un lugar tranquilo, el Jardín Bagh-e-Fin, un hombre nos había recomendado ir allí, donde podríamos tomar un té en la acogedora Casa de Té.

El jardín se encuentra amurallado y hay que pagar una entrada de 300 tomanes, una vez dentro se respira paz y tranquilidad, el agua recorre cada rincón del lugar gracias a unos canales perpendiculares que van de estanque en estanque, la vegetación es abundante, con grandes árboles que dan sombra. Junto a las murallas hay una tienda de libros y una casa de té ambientada con un estanque, allí nos sentamos largo rato a tomar té y compartir experiencias.

Ferdi y Andrea nos contaron mil historias que no podemos explicar en unas pocas líneas, sus consejos nos serán muy útiles durante los próximos meses. En Pakistán nos aconsejaron mucha precaución, por culpa del tema de las caricaturas danesas habían tenido problemas, en Quetta habían parado para que Andrea hiciera unas compras, y unas mujeres desde los balcones le tiraron piedras, causándole alguna herida. Nos recomendaron no ir a las grandes ciudades y respetar la vestimenta local, por lo que tendré que seguir llevando el pañuelo una temporada. En relación a los problemas que puedan surgir en Pakistán y que no han surgido en Irán la explicación más consistente nos remite a la educación, Irán es un país bastante desarrollado y sus gentes han estudiado al menos el primer ciclo, siendo la tasa de alfabetización superior al 80%, sólo hemos encontrado respeto y buenas formas hacia el extranjero. Pakistán tiene una tasa de alfabetización del 41%, aunque en el caso de las mujeres no llega al 30%, posiblemente su intolerancia se deba a la propaganda de la televisión y la radio contra occidente, mayor desde el problema con Dinamarca y la visita de Bush al país. En realidad se trata de la misma problemática que hace que en España se vea a Irán como un país muy peligroso y desaconsejable para el viajero, perteneciente al ‘Eje del Mal’ según los EEUU, pero en España en general nadie le tiraría piedras a una persona desde el balcón. Definitivamente no es muy sabio creerse todo lo que los ‘medios’ nos dicen.

Kashan-VKashan-VISobre la India nos dijeron tantas cosas, que es un país muy seguro, que la gente es amable pero a la vez cargante, quizás porque son tantos millones que es difícil encontrarse en soledad, la intimidad no existió para ellos más que en contadas ocasiones. Algo sobre lo que hicieron hincapié fue la suciedad, por una parte la cultura del plástico ha invadido el país, pero no se recicla, por lo que el paisaje está bañado de plásticos de colores; por otra parte está la higiene personal, parece ser que la gente realiza sus necesidades fisiológicas en la calle, allá donde le vienen las ganas, y hay excrementos humanos por todas partes, además de los de los animales.

Y así, entre conversación y conversación, llegó el momento de la despedida. Les recomendamos algunos sitios donde descansar en Turquía, Grecia y Bulgaria y nos deseamos suerte mutuamente. Ellos siguieron camino hacia Teherán y nosotros seguimos la visita por Kashan.

Pasamos allí todo el día, primero nos acercamos a la Masjed-e Jame, pero estaba cerrada y sólo pudimos observarla desde el exterior, no así con la mezquita y madrasa Agha Bozorg. En esta última estuvimos conversando con un estudiante de la escuela coránica de 22 años, le quedaba sólo un curso para terminar y luego quería dedicarse a la propaganda religiosa. Aparcados junto a la puerta comimos algo y descansamos esperando a que abriera el gran bazar, uno de los más antiguos del país, parada caravanera de la Ruta de la Seda.

El bazar no se parece nada al de Isfahán, es un mercado local donde las prendas de vestir son las reinas, entre sus muros pudimos visitar algún viejo caravasar y un antiguo hamam ahora convertido en casa de té. Nos sentamos en su interior a tomar un té y pudimos comprobar como el turismo llega a todos los rincones del país, el chaval que nos había servido nos pidió 3.000 tomanes por el té, unos 3 euros, indignados le dijimos que no, que eso era un robo, y le sonsacamos que es el precio que cobran a los turistas en verano, aún así tuvimos que darle 2.000 tomanes para que se quedara contento, con ese dinero en Isfahán te tomas un té con pasteles y te fumas un pipa de agua en la terraza que da a la Plaza del Imán.

Nos despedimos de la ciudad cuando el tráfico era más intenso, nos abastecimos de verduras y frutas en un puesto local y salimos de nuevo a la autopista. A los pocos kilómetros llegó el peaje, el mismo hombre que por la mañana nos había cobrado nos dijo que pasáramos sin pagar con una sonrisa en la boca. De noche paramos en la estación de servicio paralela a la que nos había permitido conocer a Ferdi y Andrea.

Kashan-IIICamino de Yazd, nuestro siguiente destino, se pueden realizar varias paradas interesantes, la primera dista setenta kilómetros de Kashan desviándose veinte kilómetros al oeste montaña adentro. La carretera serpentea entre campos de almendros y avellanos hasta el pueblo de Abyaneh, anunciado por el Ministerio de Turismo como uno de los más bellos de Irán, y no sin razón.

Las viviendas están fabricadas en ladrillos de barro rojo y en madera, cuyo contraste con las montañas circundantes y el cielo azul es sorprendente. Las calles son tan estrechas que los coches no pueden pasar y en un día como el que nosotros escogimos se puede pasear en soledad por las calles peatonales. Algunas vecinas salieron a nuestro encuentro invitándonos a entrar en sus hogares con el fin de vendernos ropas locales o colgantes hechos con piedras recogidas en las montañas. Disfrutamos mucho caminando, inspeccionando cada rincón desde lo más alto del pueblo donde la vista sobre los tejados nos dejó boquiabiertos, hasta la zona más baja donde comenzaban las huertas y campos sembrados. Ya de regreso a nuestro hogar le echamos un ojo al Museo Etnográfico local cuya entrada cuesta 100 tomanes.

Sabemos que Abyaneh está fuera de cualquier circuito turístico, pero si alguien se decide a visitar Irán y va a acercarse a la ciudad de Yazd o a Kashan debería hacer un alto en el camino para visitar esta población encallada en el pasado.

KashanEsta no sería la única visita del día, justo cuando el sol más apretaba, a la hora de comer, decidimos desviarnos a Ardestán a comprar unos zumos y visitar su vieja Mezquita del Viernes. El desvío mereció la pena, la mezquita desde lejos mostraba toda su belleza de adobe, ya entre sus muros pudimos ver los entramados de ladrillos que permitían que la luz penetrara ligeramente, las zonas abovedadas de pequeña altura para evitar los calores extremos del verano, y un sinfín de detalles más. De regreso observamos cómo algunas familias limpiaban en un canal las enormes y rojizas alfombras que adornan los suelos de sus casas, donde entrar con calzado es casi un pecado.

El día había sido redondo y con esa sensación buscamos un lugar tranquilo para descansar, al día siguiente nos esperaba Yazd, la ciudad marrón famosa por sus torres de ventilación y sus estrechas callejuelas de adobe.

Kashan

Ferdi y Andrea

La noche del 12 de marzo coincidimos en una estación de servicio con esta pareja de alemanes de unos 50 años: Ferdi y Andrea. Regresaban de un periplo por la India y su fracasada visita a Nepal a causa de la incipiente Guerra Civil en la que se encuentra el país en estos momentos. Ambos son profesores y trabajan para la ONU en proyectos humanitarios que les han llevado a trabajar durante largos períodos en el continente africano. Tienen una única hija ya emancipada y viven cerca de Meinz en una casa construida por ellos mismos con adobe.

Abyaneh

Esta población de montaña se halla a setenta kilómetros al sureste de Kashán. Se llega a ella a través de una carretera sinuosa que atraviesa bellos paisajes, en esta época plagados de almendros y avellanos en flor. Su fama está muy extendida por todo el país debido a su curiosa apariencia. Las sencillas viviendas están fabricadas con barro rojo y madera, cuyo contraste con el cielo azul y las montañas sorprende a los visitantes.

En el lugar no hay grandes infraestructuras, pero vimos algún hotel y en temporada alta suponemos que también habrá algún restaurante.