La arena roja de Wadi Rum

13 de noviembre de 2005

Wadi Rum es uno de los lugares que más ganas teníamos de visitar en Jordania, habíamos oído y leído maravillas acerca de él y no es para menos. Es una cita ineludible en la visita al país, y se encuentra a apenas cincuenta kilómetros de Aqaba y a otros setenta de Petra, otros dos lugares claves.

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Nosotros nos acercamos desde Aqaba, donde habíamos pasado unos días muy tranquilos buceando y descansando en la playa. Desde la autopista que une Aqaba con Amman hasta el Centro de Visitantes hay unos veinte kilómetros, en los cuales ya se va uno haciendo a la idea de lo que le espera.

No teníamos una idea clara de lo que íbamos hacer al llegar por lo que decidimos informarnos bien en dicho Centro de Visitantes antes de tomar ninguna decisión. Al llegar aparcamos la furgoneta y nos hicieron pagar la entrada: 2 JD por persona y 5 JD por el vehículo. Pregunté por la duración de la entrada y me comentaron que la personal es por tiempo indefinido, pero que para el vehículo necesitaríamos una por día, pero que si no dormíamos en ella no tendríamos porque pagar más. No teníamos muy claro cómo podían saber si dormíamos o no, pero ya sabíamos qué decir si nos pedían más dinero.

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Allí mismo nos informamos de las posibilidades que había y comprobamos que es todo un negocio muy bien montado. Hay una tabla de precios que incluye: rutas en camello (7JD en adelante), rutas en todo terreno (50 JD/día y per), noche en campo de beduinos (25 JD/persona sin transporte, es decir mínimo 50 JD/persona), trekking con guía (40-50 JD/día). No queríamos gastar mucho dinero y nos apetecía andar, así que pensamos en realizar rutas andando y quizás dormir en un campamento beduino, bajo una jaima, para vivir la experiencia, lo decidiríamos en el pueblo al día siguiente. En el folleto venían marcadas varias rutas para hacer andando y estaban indicados todos los puntos de interés, con el GPS y nuestra buena orientación no tendríamos ningún problema para movernos.

Wadi-Rum-IIIEmprendimos los pocos kilómetros que nos separaban del pueblo Rum Village. Nada más arrancar, a nuestra izquierda, se elevaba una montaña conocida como los Siete Pilares de la Sabiduría, muy hermosa con la luz del atardecer.

Nada más llegar al pueblo se abalanzaron hacia nosotros varias personas para ofrecernos sus servicios, gente del lugar. Un par de chavales jóvenes insistieron durante mucho tiempo, eran primos, nos preguntaban sin cesar que cuáles eran nuestros planes, que ellos encontrarían lo que necesitábamos. No entendían que no quisiéramos gastarnos un montón de dinero en un jeep, nos ofrecieron como una ganga especial para nosotros una ruta de un día por los principales lugares y dormir en una jaima por el módico precio de 100 JD, unos 120 euros. No sé, deben creer que todos los turistas pueden gastarse ese dinero cada día en su país, pero no era nuestro caso. Un poco a regañadientes aceptamos ir al día siguiente temprano a un campamento beduino en Lawrence Spring, pasar el día caminando y luego cenar y dormir con la familia beduina. Todo por 50 JD, nos llevaban en todoterreno y nos daban cena y desayuno. Fue la insistencia la que nos hizo aceptar, no era exactamente lo que queríamos hacer, pero…

Wadi-Rum-VDormimos en uno de los enormes aparcamientos del pueblo y por la mañana nos vinieron a recoger puntualmente. El chico que nos iba a llevar era joven, él se encargaría de la cena y la comida, además de llevarnos al lugar. Nosotros preparamos una mochila con la tienda, los sacos de dormir, la cocina de alcohol y algo de comida; pensando en quedarnos el siguiente día por nuestra cuenta en el desierto (la acampada libre se puede hacer sin problemas en cualquier lugar). Montamos en el coche y en un cuarto de hora escaso estábamos en el campamento; y ellos que nos vendían la moto de que nos regalaban el trayecto en jeep. Dejamos las cosas en una jaima y nos fuimos a andar.

Wadi-Rum-IXPasamos un día muy divertido y agotador. Primero nos acercamos hasta la zona de las dunas. Nos recreamos un buen rato en una enorme duna de arena roja, el contraste del color con el cielo nos tenía atontados. No duró mucho el encantamiento, una chica francesa se acercó a pedirnos ayuda, el todoterreno en el que viajaba no arrancaba y querían empujarlo a ver si con la inercia arrancaba el motor. Viajaban en el vehículo ella, su novio y los padres del novio (que estaban visitándolos en su viaje). Entre todos empujamos, pero no hubo manera, no daba señales de vida. El chico comentó que quizás pudiese probar con la batería de repuesto (quizás hubiese sido la mejor idea desde el principio, pero él estaba reticente), arrancó a la primera. Nos despedimos de ellos y seguimos camino, más tarde les veríamos de nuevo con problemas, esta vez atorados en la arena.

Wadi-Rum-IVA pocos metros de la duna se levanta la montaña Asfashieh, que esconde en sus grietas inscripciones y petroglifos, pero tendremos que ser sinceros, no las encontramos. No nos importó, volveremos a este lugar antes o después. Estuvimos un buen rato buscándolas, pero se nos hacía tarde y seguimos camino hacia el sur. Andando por las dunas vimos un campamento de beduinos al pie de una montaña, era el momento perfecto para hacer un descanso, hacia allí nos encaminamos. Amablemente nos invitaron a sentarnos en una jaima y nos prepararon un té. Había cuatro miembros de la familia, los padres (el hombre enfermo recostado en un camastro) y dos de los ‘ene’ hijos. Sólo el hijo varón chapurreaba un poco de inglés y así nos logramos comunicar. Descansamos un rato, le dimos un dinar por los tés y seguimos.

A menos de un kilómetro se encontraba lo que llaman la casa de Lawrence, un montón de piedras, que dicen fue el cuartel general durante la lucha contra el ejército otomano. En este lugar nos encontramos con el primer gran grupo, unos cinco o seis jeeps enormes con sus treinta turistas. Nosotros hicimos una corta parada y continuamos, queríamos parar a comer junto a un puente natural erosionado en la roca, y aún quedaba un buen trecho. Anduvimos más de una hora para llegar hasta él, era el peor momento del día, hacía calor y la arena se nos pegaba a los pies. Pero tuvimos la recompensa al final del camino, el lugar era muy bonito, y había una duna donde sentarse a comer. Y así lo hicimos, un poco de fruta, salchichón, queso, paté y pan, un pequeño banquete en aquel inmenso desierto.

Wadi-Rum-XNada más comer subimos al puente, es el más pequeño de Wadi Rum, pero nos pareció increíble de todas formas. Cuando estábamos tomando miles de fotografías llegó el segundo grupo de turistas del día, esta vez fue más divertido, eran cuarenta españoles de toda la geografía peninsular: gallegos, vascos, madrileños, andaluces, castellanos, se oían todos los acentos. Le preguntaban al guía que dónde estaba ‘la fuente’, y él no entendía nada, el hombre se había estado refiriendo a la estructura como ‘la puente’ en vez de ‘el puente’, y la gente creía que hablaba de una fuente, lo cierto es que parecían pasárselo muy bien todos juntos. Yo les observé un buen rato allí arriba mientras Rafa charlaba con dos hombres en la duna, uno de Madrid y el otro de Bilbao. Allí les dejamos para iniciar la penúltima etapa, acercarnos al Khazali Canyon. Esta vez sí encontramos las inscripciones a la entrada.

Wadi-Rum-VIYa de vuelta hacia el campamento nos cruzamos con unos simpáticos camellos que estaban rumiando, nos pudimos acercar a escasos metros de ellos. A los cinco minutos de llegar al campamento llegó el chico supuestamente con la comida. Nos dijo hola y poco más, ni nos presentó a la familia ni nada. Estábamos un poco estupefactos e incómodos, pero no tanto como media hora después. Yo me di un paseo para ver el campamento, descubriendo una enorme antena satélite y unos famélicos camellos detrás de la jaima principal. La familia nos invitó finalmente a entrar y nos sentamos frente a la televisión, los niños jugaron un poco con nosotros y enseguida el chico del pueblo nos dijo que si le dábamos los 50 JD, que él se iba ya. Rafa estaba enfadándose bastante con la situación, le pagó y volvió con la familia. Allí nadie nos hacía ni caso, la mujer era muy desagradable y de vez en cuando llegaba alguna mujer con la que intercambiaba unas palabras y tres o cuatro cigarrillos (fumaba como una posesa a pesar de estar esperando a su cuarto o quinto hijo). Y así llegó la hora de la cena, lo peor, nos plantan dos platos grandes llenos de sopa de patatas con cebolla y tomates, sólo a nosotros dos. Empezamos a comer extrañados y a los cinco minutos le da un cuenco diminuto a uno de los niños y le sirve unos pocos centímetros cúbicos de sopa. Los otros engullían pan como locos, hambrientos mientras nosotros nos comíamos la sopa. Rafa ya no aguantaba más, estaba indignado con la situación; no era el hecho de que nos pusiera esa escasa cena a nosotros, sino que encima ellos no comían con nosotros y los niños estaban hambrientos, no pagamos 50 JDs para que se los gaste en tabaco la familia o para que se los quede el intermediario.

Wadi-Rum-IITras una discusión entre nosotros decidimos irnos de allí, estaba claro que no éramos bien recibidos, éramos una fuente de dinero más y no iban a hacer ningún esfuerzo por hacernos sentir bien (quizás tanto turismo les ha hecho perder el sentido de la hospitalidad y sólo ven en nosotros un $). Cogimos las mochilas y empezamos a andar con la luna llena sobre nuestras cabezas; menos mal que los lobos y las hienas no suelen merodear muy cerca de esa zona… A la hora paramos y plantamos la tienda, no muy afortunadamente porque el terreno estaba un poco duro, la espalda nos lo recordaría al día siguiente. Encendimos un fuego y nos hicimos un té. Un par de vehículos se acercaron a ofrecernos su ayuda, no la necesitábamos. Y allí pasamos la noche, bajo un manto de estrellas y la luna. A la mañana siguiente no podíamos con nuestro cuerpo y decidimos volver al pueblo tranquilamente, tardaríamos algo más de una hora.

Wadi-RumNuestra intención era irnos de allí sin más, pero la cosa se complicó sin quererlo. Nos acercamos al Centro de Visitantes a comprar unas postales y ver si tenían alguna exposición, el chico que nos atendió nos comentó que tenían una película y nos preguntó que cómo lo habíamos pasado, le hicimos un breve comentario sobre lo sucedido. Entonces nos remitió a su jefe para que explicáramos lo que había ocurrido. Tras ver la película nos llevaron a las oficinas y se lo contamos al manager, haciendo hincapié en que no era por el dinero, ni por la comida, sino por el trato, que eso no es lo que buscábamos y que esperábamos que no le volviese a pasar a nadie. Entonces se presentó la Policía Turística instándonos a poner una denuncia, y también llegó más gente, todos intentando averiguar quién nos había organizado todo el asunto. Al final apareció el chico, era el hermano de uno de los que estaba allí, nos pidieron que no pusiéramos la denuncia (nosotros no teníamos esa intención en ningún momento), y se ofrecieron a devolvernos el dinero o a llevarnos en coche gratis todo el día. Rechazamos todas las ofertas, sólo queríamos que no volviesen a tratar así a los visitantes, que el dinero no lo es todo, que aquello parece businessworld. El chico tenía 18 años y acababa de empezar en el negocio, seguramente su intención no era mala, pero se equivocó.

Aún así Wadi Rum es uno de los lugares que más nos ha impactado por ahora, un milagro de la naturaleza.

Wadi Rum

Wadi Rum, conocido también como el Valle de la Luna, es un valle desértico en una región montañosa de granito y arenisca, 60 kilómetros al norte de Aqaba. Es el Wadi más largo de Jordania. El nombre rum significa elevado en arameo. También es conocido debido al oficial del ejército británico T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia), que lo usó como centro de operaciones durante la Rebelión Árabe entre 1917 y 1918.