Petra, la octava maravilla

7 de noviembre de 2005

Cuando se visita Petra se accede a un lugar de auténtica fantasía. Un paisaje onírico que bien podría haber sido imaginado por Dalí, ambientado por Tim Burton o Terry Gilliam o descrito por Julio Verne.

Petra-II

 

Petra es una de las maravillas del mundo antiguo, quizá a la altura de las Pirámides de Egipto, ciertas imágenes no se olvidan nunca, un auténtico regalo para los sentidos y el espíritu.

Wadi Musa es el pueblo que se alza junto a Petra, está repleto de hoteles, restaurantes, tiendas de souvenirs y demás comodidades para el turista occidental. Nosotros no comparamos mucho las distintas ofertas hoteleras y la primera noche nos quedamos en un discreto hotel, pero muy limpio, con ducha caliente y televisión con satélite, a unos tres kilómetros de la entrada al yacimiento. Sería el primer día desde hacía mucho tiempo que íbamos a poder ver la Televisión Española.

Petra-IVEse día no hicimos demasiado, subimos la cocina portátil a la habitación y nos hicimos la comida. Al terminar nos pusimos a ver la televisión como posesos, «Saber y Ganar», el telediario, etc… Incluso por la noche nos tragamos un programa petardísimo en el que famosetes dan clases de baile y luego compiten entre sí. Pero fue una gloria ver la televisión desde una cama.

Salimos un rato por los alrededores, ya de noche, hacía un tiempo de perros y un hombre nos invitó a su tienda de souvenirs a tomar un té, estuvimos un buen rato con él y al final cogimos un detalle para Lotfi y Amina, la familia de Al-Nnamatah. Les compramos la típica botella con arena de Petra y le dijimos al hombre que nos dibujara sus nombres en árabe. Le quedó muy bien, lástima que a los pocos días se rompiese la botella.

A la mañana siguiente nos levantamos con buenas energías, desde luego las íbamos a necesitar, ya que la visita a Petra requiere unas buenas dosis de piernas. La temperatura era muy agradable y el sol nos acompañó durante todo el día. En los alrededores de la entrada se elevaban hoteles enormes y muy disonantes con el entorno, así como aparcamientos para los autobuses de turistas que día a día llegan. En nuestro caso estuvimos con bastante gente, ni nos pudimos imaginar lo que tiene que ser este lugar en verano.

Petra-VPetra necesita dos o tres jornadas a conciencia para ser visitada, hay tres tipos de entradas, de uno, dos o tres días. Nosotros cogimos la entrada de dos días, que nos costó 26 dinares por persona, unos 32 €. Desde luego el pueblo jordano tiene un buen filón con Petra.

A los pocos metros de entrar se ven a la izquierda algunos establos con caballos o burros y enseguida vienen personas a ofrecerte distintas posibilidades de paseo: hasta el principio del Siq, hasta el tesoro, etc. Se tardan unos 20 minutos hasta llegar a la entrada del desfiladero (Siq) que conduce a Petra. Durante el camino se pueden ver distintas tumbas o monumentos, así como muchos caballos y carros que van y vienen por un camino paralelo.

Al comienzo del Siq hay una terraza colocada estratégicamente, donde te puedes tomar un té antes de empezar. Al penetrar la temperatura baja bruscamente y en un momento te ves rodeado de altas y estrechas paredes durante algo más de un kilómetro, siempre descendiendo. Empezamos a ver tumbas en lugares imposibles, horadadas en la roca, siluetas de caravanas de camellos, en las que aún se distinguen los cuerpos y las pezuñas, así como el sistema de canalización, también construido sobre la roca viva. De vez en cuando nos sorprendía algún niño con baratijas o postales.

Petra-VICuando quedan unos cien metros para acabar el Siq se comienza a ver entre las paredes el Tesoro, el edificio más espectacular de Petra. La imagen es sobrecogedora, tanto que da «miedo» acercarse y uno se frena, avanzando lentamente, mientras el edificio va dejándose ver poco a poco. Y cuando entras la visión culmina en un enorme edificio, construido enteramente sobre roca y perfectamente conservado. Había cientos de turistas enfrente del edificio, algunos camellos, burros y personas que te venían a ofrecer baratijas, con tanta insistencia que casi la mejor opción era comprarles algo. Junto a la entrada, un paciente soldado con su traje oficial jordano se dejaba fotografiar con una agradable sonrisa. En el interior de los edificios de Petra no suele haber nada, sólo paredes sin ningún detalle. Lo impresionante son las fachadas. Silvia y yo nos quedamos un rato en el Tesoro, sentados en un banco justo enfrente, impresionados como todos los demás visitantes.

PetraAl dejar el Tesoro el cañón continúa, esta vez algo más ancho que el Siq. Siguen apareciendo tumbas excavadas en la roca, hasta que llegas a un lugar donde se abre un gran valle, rodeado de acantilados, cubiertos en casi su totalidad por tumbas u otros edificios, el panorama es único.

Visitamos casi todas las tumbas, aunque desistimos de ir a algún edificio por la distancia. Pero lo que no podíamos perdernos era el Monasterio, el edificio que se puede comparar en belleza al Tesoro. Está situado a unos tres kilómetros de éste y hay que subir más de 850 escalones, pero tras el esfuerzo, la recompensa fue sobrada, no sólo por el edificio en sí, sino por las vistas que había desde lo alto.

Esa tarde volvimos casi al anochecer y la última parte se hizo algo dura, nos habíamos dado una buena paliza, pero en un día habíamos visto gran parte de la ciudad.

Aparcamos frente a las tiendas de recuerdos y les preguntamos si había algún problema para dormir allí, nos dijeron que no. Esa tarde dimos un pequeño paseo y aprovechamos para llamar a nuestros padres.

Petra-IIILa mañana siguiente nos la tomamos con más tranquilidad, sólo nos quedaba por ver el Altar del Sacrificio, en lo alto de otra montaña, pero mucho más cercano que el Monasterio. De nuevo nos quedamos otro buen rato frente al Tesoro. Antes de comenzar la subida, que se encontraba junto al teatro y las antiguas casas en la roca, nos quedamos charlando un rato con un grupo de jordanos que estaban encima de una roca. Nos dijeron que se tardaba unos cuarenta minutos en llegar al Altar, pero tardamos veinte. La perspectiva de toda la ciudad era impresionante, se veían casi todas las tumbas, el teatro, etc., y hasta observamos que en otro valle cercano, fuera de la ruta seguida por los turistas, había todavía más tumbas.

Al bajar nos quedamos sentados en una especie de haima de beduinos a tomar unos tés y a hablar con algunos chavales que andaban por allí, que, a propósito, tenían un perfecto inglés. Uno de ellos nos dijo que jamás había salido de Petra, vivía en la propia haima, tendría alrededor de veinte años. Mientras tomábamos los tés apareció una chica que parecía jordana, nos sorprendió mucho cuando nos dijo que era australiana, hablaba un árabe fluido y rápido.

Petra-VIINos comentó que había vivido ocho meses en Marruecos con una familia. Estuvimos hablando con ella, (Kelli), sobre nuestro proyecto y sobre la intención que teníamos de llegar hasta Australia para trabajar. Nos lo puso bastante bien, simplemente con un inglés correcto se podía trabajar allí, más todavía siendo españoles.

Nos dijo que iba hacia Wadi Rum con un amigo marroquí, así que como nosotros íbamos en esa dirección nos ofrecimos para llevarles. Hacia las tres salimos los cuatro, fue un agradable trayecto, que a Silvia y a mí nos llevaría ese mismo día al Mar Rojo.

Las maravillas de Petra

 Petra es la genial creación del reino Nabateo, hace ya más de 2000 años. Ellos supieron crear una perfecta armonía y equilibrio entre naturaleza y arquitectura. Toda esta ciudad rosa estuvo a salvo de la mano del hombre durante más de seiscientos años, cuando cayó en el olvido y la decadencia tras la época de los cruzados. Durante este tiempo permaneció oculta entre montañas y gargantas profundas, siendo cobijo de beduinos, modelándose con los vientos, que crearon formas inimaginables en la roca de los edificios.

 Fue en 1812 cuando el aventurero suizo Johann Ludwig Burckhardt, disfrazado de árabe y en compañía de un beduino reencontró la ciudad perdida en el tiempo. En su cuaderno de notas escribió lo siguiente:

 «Parece bastante probable que las ruinas que hay en Wadi Musa sean las de la antigua Petra».

 Cuesta imaginar lo que pudo sentir. Pero no se le hizo caso hasta ciento doce años después, cuando comenzaron las primeras excavaciones arqueológicas.

El Siq y el Tesoro

El Siq es un largo y estrecho cañón originado por algún cataclismo. Tiene una longitud de 1,2 Km y la altura de sus acantilados alcanza los 100 metros. Es la entrada hacia la ciudad.

El Tesoro es el primer edificio que se ve desde el Siq. Es un edificio enteramente escavado en la roca. Las enormes columnas corintias y su decoración están preservadas del viento y la lluvia gracias a la cornisa que posee en la parte superior. Fue construido en el siglo I D.C. y mide 40 metros de altura por 28 de anchura, todavía se discute sobre si se utilizó como tumba o como templo.

El Monasterio

El Monasterio es, junto con el Tesoro, el edificio más espectacular de Petra. Se encuentra a varios kilómetros del Tesoro, en una montaña. Para acceder hasta aquí se deben subir 850 escalones. Sus capiteles son de estilo Nabateo y su construcción data del siglo II D.C.