Frescor y campos de té en Cameron Highlands
15 de marzo de 2007
Después de nuestra primera visita a Kuala Lumpur (que no sería la última) y ya acompañados de nuevo por nuestra fiel compañera de fatigas visitamos las Cameron Highlands, región en el centro de la Malasia peninsular a donde los malayos se dirigen durante las fiestas o fines de semana, en parte para escapar del opresor calor y para disfrutar de los oníricos paisajes de campos de té. Esta región montañosa dista tres horas de la capital, la primera parte del trayecto discurre por autopista y la segunda por una escarpada carretera pero perfectamente asfaltada. La principal población de la zona es Tanah Rata, un pequeño pueblo rodeado de bosques, jardines, parques y todo surtido de restaurantes y tiendas, un lugar un tanto artificial, sin ningún resquicio de cultura local o de historia salvo por un antiguo convento inglés que se levanta sobre una colina.
Elegimos aparcar junto a un campo de fútbol, un lugar perfecto, pero no nos percatamos de la cercanía de una mezquita, por lo que la primera mañana a eso de las cuatro nos sobresaltó la primera llamada al rezo.
El primer día hicimos una inspección de la zona y visitamos el cercano pueblo de Brinchang, donde se puede visitar un templo chino, Sam Poh, más conocido como el Templo de los Mil Budas por tener una de sus paredes decorada con pequeños azulejos de buda.
Al día siguiente continuaríamos por la carretera con la intención de subir hasta el área de los campos de té donde pernoctar y por la mañana hacer una excursión por la zona. Pero antes de empezar a subir la estrecha carretera nos detuvimos en el Butterfly Garden, un zoo de insectos, mariposas y reptiles, donde alucinamos con los especímenes que albergaba, enormes y peludas tarántulas, escarabajos, insectos palo, mantis religiosas, decenas de serpientes y un invernadero repleto de diferentes tipos de mariposas, tan perezosas que se dejaban fotografiar a escasos centímetros.
A la salida compramos unas fresas, famosas en la región, y unas cuantas verduras, entre ellas unos magníficos champiñones. Cogimos la angosta carreterilla hacia el Gunung Brinchang, recorreríamos la carretera más alta de la Malasia peninsular, tras cinco kilómetros y unas cuantas cuestas apareció ante nosotros el espectacular paisaje de interminables campos de té, cultivados sobre perfectas colinas redondeadas y separados entre sí por caminos laberínticos que usan los recolectores.
Era fin de semana, por lo que la carretera iba animada, nos resultó muy cómica la reacción de una mujer que salió de su coche alterada, intentando solventar un pequeño atasco… «ésta no ha estado en India», dijimos, pero es que en Malasia las cosas son así, cuasi-perfectamente ordenadas.
Seguíamos dejando a nuestra izquierda y derecha campos de té, hasta que llegamos al último tramo de carretera que tenía bastantes agujeros y estaba muy muy empinado, sin duda mil veces mejor que otras carreteras o caminos por los que habíamos ido antes, pero la cautela nos previno y en las primeras complicaciones nos dimos la vuelta sin más, para que correr riesgos de nuevo con la camioneta. Decidimos aparcar para comer y pasar la noche un par de kilómetros más abajo, un lugar perfecto, ideal para comenzar la excursión la mañana siguiente, ¡maldita elección!, justo el lugar donde se organizan desayunos para los turistas a las seis de la mañana, que verán amanecer con una taza de té en la mano, a eso de las cinco de la mañana los organizadores nos pedían (eso sí, muy educadamente) que nos fuéramos. Aún así, disfrutaríamos un poco más abajo de un perfecto amanecer seminublado y de unos paseos entre los arbustos de té.
Volveríamos cansados a Tanah Rata y, a pesar del muecín, aparcamos en el mismo lugar; aprovechamos la estancia para apurar el acceso gratuito wireless en un café de moda y al día siguiente dejaríamos las Cameron Highlands, aunque no por mucho tiempo, regresaríamos unas semanas después, tras la inmersión en la selva de Taman Negara, huyendo de nuevo del tórrido calor.
Cameron Highlands
Las Cameron Highlands son el destino preferido de las gentes de Kuala Lumpur que, tras conducir durante tres horas, cambian el sofocante calor de la capital por el refrescante ambiente de estas verdes colinas, donde las temperaturas siempre están varios grados por debajo de la media.