La isla de Pangkor

20 de marzo de 2007

Dejando las Cameron Highlands, pero sin salir de la provincia de Perak, nos dirigimos a Ipoh, la principal ciudad del estado con sus más de 700.000 habitantes. Esperábamos encontrar una animada ciudad con edificios coloniales, pero la decepción se adueñó rápidamente de nosotros, la ciudad estaba medio muerta, todas las tiendas cerradas y los edificios coloniales aburridas construcciones blancas junto a la estación de tren. Probamos Pangkorcon lo que nunca falla en los países desarrollados, los centros comerciales, Rafa necesitaba unas zapatillas de deporte y un filtro polarizador para el nuevo objetivo. Toda la ciudad estaba allí metida, disfrutando del potente aire acondicionado, penetramos en el edificio por una tienda que sería el equivalente al Corte Inglés, allí el 90% de las zapatillas eran de marca y a precio europeo, de 80 euros para arriba. En las tiendas del exterior encontramos modelos más baratos pero Rafa no se decidió, lo que si compramos fue el filtro en una tienda de fotografía muy surtida.

Ya comenzábamos a tener hambre, teníamos lentejas para comer, decidimos salir de la ciudad y conducir hasta nuestra siguiente parada, el Kellie’s Castle, otra decepción. Nos imaginábamos una preciosa mansión en medio de la selva, y lo que nos encontramos fue un gran edificio medio en ruinas por el que pedían una entrada de cinco ringgits, que no los merecía ni mucho menos. Comimos en el parking, echamos unas fotos desde el río y nos fuimos a la costa, a unos ochenta kilómetros de distancia.

Antes de dirigirnos hacia el norte queríamos explorar la isla de Pangkor, para llegar a ella hay que coger un ferry en Lumut, una adormilada e insulsa población cuya única actividad está ligada al turismo en la vecina isla. Por todas partes había parkings donde dejar el coche por 10 ringgits al día, agencias donde te venden packs con hotel y ferry, y tiendas de camisetas y conservas de pescado. Fue difícil hasta encontrar un internet, el única que había se encontraba oculto en los bajos de un hotel a las afueras, una oscura habitación con algunos tipos extraños merodeando.

Salimos de allí una vez comprobados horarios y precios de aparcamiento y barco, y condujimos a la cercana playa de Teluk Batik.

La playa estaba perfectamente urbanizada, al auténtico estilo malayo, primero había una extensa zona para aparcar, o sobre asfalto o en unos pinares, luego se extendían los chiringuitos donde comer y comprar camisetas y pareos, y algunos alojamientos, por último una paseo peatonal con varios accesos a la playa, a la cual es imposible llegar con el coche, y unos baños públicos con duchas. En la propia playa se pueden alquilar tumbonas, aunque los malayos prefieren sentarse en una especie de kioscos. Sobra decir que los hombres se bañan en bañador y las mujeres completamente vestidas, alguna atrevida en pantalón corto, pero nadie te mira extrañado si tú te pones en bañador, lo cual habría sido impensable en Irán.

Pangkor-IIEra nuestra primera playa en Malasia, no nos sorprendimos lo más mínimo de lo que encontramos, pero esperábamos que no siempre fuera así, y hallásemos playas vacías en las que aparcar nuestro hogar junto al mar.

Dormimos esa noche allí, bajo unos pinos, y pasamos la mañana siguiente trabajando en la web y en otras cosillas. Antes de comer nos acercamos a la orilla, yo me di un buen baño, era una playa perfecta para nadar, mientras Rafa me esperaba a la sombra tumbado en una tumbona hasta que un hombre vino a reclamarle el pago, ¡y nosotros que pensábamos que eran gratuitas!

Por la mañana embarcamos en el segundo ferry de la mañana, hacía un auténtico día de perros, con el cielo completamente encapotado. Comenzó a diluviar cuando ya estábamos en camino, el aire acondicionado en el interior del barco era enfermizo y optamos por ir en cubierta. Nuestra llegada a la isla fue más bien gris, la visita no empezaba con buen pie, ¿cómo íbamos a alquilar una moto si no paraba de llover? Nada más llegar nos montamos en uno de los múltiples taxis rosas que recorren la isla que nos condujo en veinte minutos hasta Teluk Nipah, donde hay más variedad de alojamientos.

En busca de un alojamiento barato vimos varios lugares donde alquilaban motocicletas, las manuales a 30 ringgits y las automáticas a 40.

Pangkor-VNos alojamos en el último negocio de una de las calles, el Nazri Nipah Camp, rodeados de jungla, por 30 ringgits nos dieron una cabaña de madera con ventilador, los baños compartidos, como suele ser costumbre. El lugar era encantador, con hamacas por todas partes, mesas de madera bajo unos porches, y libros y panfletos con los que entretenerse las horas muertas o de incesante lluvia, hasta un ajedrez gigante.

La lluvia paró y fuimos a inspeccionar el lugar, la playa era larga pero muy estrecha, al norte comunicaba directamente con la siguiente playa, Coral Beach, donde se supone que se puede hacer snorkell, pero el tiempo no invitaba a ello.

Nos animamos a coger la moto, tendríamos que tener mucho cuidado porque el piso estaría húmedo y podríamos resbalar, nuestra experiencia con las motocicletas se reducía al día con Ricki y Bego en Chitwan, Nepal, y de eso ya hacía unos meses. La chica que nos la alquiló exigió una fianza y ver a Rafa conducir por la calle para ver si sabía lo que hacía, habían tenido muchos casos de extranjeros que no sabían llevar una moto y la habían devuelto hecha polvo.

Pangkor-IVComenzamos nuestro tour hacia el norte, dejamos Coral Beach a nuestra izquierda y ascendimos camino de Teluk Daman, en esa localidad giramos a la izquierda para llegar en primer lugar hasta la entrada del Pangkor Island Beach Resort, al cual no nos dejaron entrar (típico resort con playa privada), a doscientos metros paramos en el muelle de los ferries privados pertenecientes al resort y descendí a la playa. Una mujer recogía almejas en lo que parecía una playa marisquera, antes de acercarme a ella me sorprendí con el movimiento que había junto a mis pies, lo que yo creía que eran pequeños montículos de arena eran cientos, miles de cangrejos diminutos, huyendo de mis pasos se movían en masa.

Continuamos hacia el este, la carretera era bastante peligrosa, con curvas muy cerradas y subidas y bajadas con pendientes de más del 15%, menos mal que no había mucho tráfico, sólo algún taxi rosa de vez en cuando. Así llegamos a Sungai Pinang Kecil, el pequeño de los pueblos gemelos pesqueros, donde hicimos algunas paradas para visitar los muelles y una tienda de conservas de pescado, nada que ver con las que se hacen en España, todo tenía una pinta más bien horrible. Los muelles presentaban un aspecto desvencijado, como abandonado a su suerte, aunque la presencia de motos y de alguna persona indicaba lo contrario, en cambio las casas de madera junto al mar eran muy bonitas y estaban cuidadas. Continuamos hasta el hermano mayor, Sungai Pinang Besar, donde el tráfico se intensificó mucho, realizamos otra parada, pero no había nada interesante que visitar, restaurantes y tiendas, como en todos los pueblos y ciudades de Malasia.

Junto a este último pueblo hay un templo chino, el Foo Lin Kong, encajonado en la selva, no hay que pagar entrada pero una simpática estatua de un guarda te invita a hacer una donación. El templo está recargado con dragones y ancianos chinos sobre tigres, y en el exterior hay una réplica de la muralla china en miniatura y varios estanques con peces descomunales.

Terminamos el paseo dirigiéndonos al sur, donde los restos de un fuerte holandés se reducen a cuatro piedras mal puestas sin ningún interés.

Pangkor-IIIComimos en Teluk Nipah, en uno de los restaurantes locales, unos noodles y un arroz frito, ambos muy sabrosos, seguidos de un merecido descanso en nuestro acogedor hostal. La tarde fue menos fructífera, condujimos hacia el sur y nos desviamos unos doscientos metros hacia el interior en lo que parecía el comienzo de una caminata para atravesar la isla cruzando la jungla. Así era, una auténtica jungla, no estuvimos ni cinco segundos y salimos acribillados a picaduras, y sin habernos quedado quietos un segundo, preludio de lo que nos esperaba en Taman Negara, la selva más antigua del mundo.

Esa noche, tras una cena a base de comida rápida en la playa, echamos una partida de ajedrez y, si no recuerdo mal, seguiría mi mala racha de no ganar ni una partida.

Regresamos antes de lo previsto a tierra firme, nada nos retenía en la isla ya que el mal tiempo no invitaba a bañarse y ya habíamos recorrido cada rincón el día anterior, decidimos coger un ferry matutino y conducir hasta Taiping, nuestro siguiente destino situado al norte de Ipoh.

Isla de Pangkor

Pangkor tiene 8 km2 de superficie y es fácil de visitar por la carretera de menos de 20 kilómetros que circunvala toda la isla.Como toda isla tropical el interior es una jungla prácticamente inexplorable, y la costa se divide en bonitas playas de arena fina y restos de coral, pequeños acantilados y puertos pesqueros.