Tradición en Kota Bharu

24 de marzo de 2007

Kota-BahruLa nacional 4 comunica el noroeste del país con el nordeste atravesando grandes plantaciones de palmeras y jungla, el verde es el protagonista junto con el gris de los cielos monzónicos que cada día se presentan entre las 12 y las 15 horas descargando toneladas de agua. En algunos tramos la verde monotonía se rompe con la aparición de algún pináculo de roca granítica o alguna aldea perdida en esta región despoblada de la península malaya.

Una tromba de agua impidió que continuáramos camino pasada la localidad de Gerik, nos refugiamos en un área de servicio donde decidimos pasar la noche. Por la mañana aproveché las magníficas instalaciones para ducharme, como hacían los camioneros, y lavar algo de ropa mientras Rafa se tomaba el segundo café con leche condensada; siempre usamos leche condensada, la leche líquida es cara, más que en España, aquí el café y el té se toman con leche condensada y la poca leche fresca que se encuentra en los comercios es importada de India o Australia, ¡¡no deben tener muchas vacas por aquí!!

A pesar del caos y el tráfico reinante a las afueras no nos costó mucho llegar a Kota Bharu y menos aún encontrar el centro neurálgico de la ciudad, situado junto a la Medan Merdeka o Plaza de la Independencia. Aparcamos en la puerta del Bazar Buluh Kubu y nos dispusimos a explorar la capital de Kelantan, famosa por sus costumbres arraigadas y por una práctica del Islam más estricta. Pronto nos dimos cuenta de que no era para tanto, ni mucho menos, aunque había más mujeres cubiertas con un pañuelo la libertad en la vestimenta era patente, como en el resto del país, lo vaqueros y las camisetas de manga corta marcan las tendencias de moda.

Kelantan-VIINos introdujimos en el mercado central a través de decenas de puestos de fruta, era el primer mercado que visitábamos en el país, en la parte central se colocan las vendedoras de verduras frescas mientras que en las zonas más exteriores del edificio, y divididos por mercancías, se encuentran los puestos de venta de carne, pollo, pescado y de cebollas y ajos. Hicimos la compra, higaditos para comer, gambas para cenar y unos chipirones para el día siguiente.

Condujimos los doce kilómetros hasta la cercana playa de Cahaya Bulan, un horrible y desapacible lugar lleno de chiringuitos y sin ningún encanto. Allí probamos por primera vez la fruta del dragón, que en esta ocasión fue blanca con pintas negras (también puede ser fucsia con pintas negras), el sabor me recordó el de las granadas aunque Rafa no está muy de acuerdo con esta apreciación.

La tarde fue muy fructífera, de regreso a Kota Bharu recorrimos las calles comerciales y hallamos un buen internet con skype y una tienda de zapatillas de deporte donde Rafa por fin se compró unas.

Kelantan

Amigable charla con un monje en el Templo de Maisuwankiri

La ciudad es muy calurosa y dormir allí podía resultar un infierno, en vez de quedarnos allí nos dirigimos hacia el norte, en busca de los templos budistas de origen tailandés junto a la población de Tumpat, sin embargo la noche se echó encima y no fuimos capaces de encontrar ninguno, ya nos encontrábamos a cinco kilómetros de la frontera con Tailandia cuando recordamos que la guía hablaba de una playa en esa zona, la playa de Seri Tujuh.

Kelantan-IIAquí comenzó el debacle de nuestra primera compra en un mercado malayo, me dispuse a preparar las gambas a la plancha, como tantas veces había hecho en India, aquello no tenía buena pinta, de las gambas salían pequeñas burbujas y la sartén se fue llenando de agua poco a poco. Intentamos comernos una, y dos, pero a la tercera los dos decidimos que aquello era un sufrimiento, no sabían a nada, estaban secas y esponjosas y la salsa que se había formada daba un poco de asco. Definitivamente la vendedora de chipirones tenía razón, me había hecho un gesto con la cabeza indicando que las gambas eran malas, lo que no sabía era que sus chipirones acabarían con las gambas, en estos países hace tanto calor que sin una nevera potente no puedes comprar carne o pescado fresco, por la mañana los pobres estaban echados a perder, una lástima, porque éstos sí tenían buena pinta.

La segunda mañana en Kelantan visitamos varios de los numerosos templos de estilo tailandés junto a la frontera, el primero es el de más fácil acceso, junto a un cruce de carreteras principales, los demás nos costaría un buen rato encontrarlos, dando vueltas por los caminos asfaltados. El Wat Pikulthong posee una enorme estatua de Buda identificable desde la carretera y varios pequeños templetes de colores.

Kelantan-VIYa nos habíamos dado por vencidos en la búsqueda del templo flotante de Maisuwankiri e íbamos en busca del Wat Phothivihan, famoso por su estatua de un buda gigante recostado cuando nos encontramos con el primero, ¡este mapa es una porquería, no da pie con bola!, menos mal que lo encontramos porque fue la visita más interesante que haríamos en mucho tiempo. El complejo estaba formado por varias edificaciones, una de ellas daba fama al lugar, un templo flotante en forma de embarcación flanqueado por dos dragones, como ocurría en los demás edificios los colores predominantes eran el rojo, el amarillo (a veces dorado), el blanco y el azul, combinación que permite identificar los templos desde bien lejos. Nos detuvimos allí largo rato, Rafa estuvo charlando con un monje en un edificio cuya pared principal interior estaba adornada con budas dorados sobre un fondo rojo. Antes de regresar a la ciudad nos desviamos para visitar el último santuario, Phothivihan, el más hortera, un buda de lo menos cuarenta metros descansaba bajo la sombra de una estructura construida para protegerlo del sol, fieles budistas encendían inciensos y oraban junto a él, un grupo de turistas tailandeses de peregrinación por el norte de Malasia.

Kelantan-IVSaciamos nuestro apetito con los típicos mie goreng o noodles fritos junto al mercado central y de allí nos dirigimos al interior de Buluh Kubu, este bazar está dedicado básicamente a las prendas de vestir, pero en la planta superior esconde algunas tiendas de recuerdos con precios muy razonables para Malasia y muy buenos descuentos, uno de los primeros lugares en el país donde comprar algún souvenir para nuestra inexistente casa.

Era la hora de las actuaciones, en el Gelanggang Seni, un centro cultural muy bien organizado, esa tarde podríamos ver silat, un arte marcial local amenizado con músicos entusiastas, así como hombres haciendo girar gasing urin o peonzas gigantes y una actuación de percusionistas que ni Manolo el del Bombo. Quizás lo que más nos llamó la atención fueron las peonzas, unos pesados discos metálicos de unos 20 ó 25 centímetros de diámetro, no parecía nada sencillo enrollar la cuerda y lanzar el disco correctamente, de hecho fallaban a menudo, si el lanzador acertaba otro hombre trataba de recuperar la peonza con una paleta de madera, y si éste también tenía éxito un tercer hombre colocaba un eje bajo la peonza entorno al cual podría girar hasta más de dos horas. También fue curioso ver la banda de percusionistas tocando unos coloridos y enormes tambores, algunos de los músicos superaban los ochenta años pero ahí seguían, sacudiendo el cuero con todas sus fuerzas.

Kelantan-IIILas noches de viernes y sábado suelen ser las más animadas en Malasia y en las grandes poblaciones se tiene la costumbre de salir a cenar al Mercado Nocturno. En un mismo lugar, en lo que pudiera ser un gran aparcamiento al aire libre, se sitúan decenas de puestos de comida y bebida, en algunos se vende comida ya guisada, sobre todo pollo, verduras, calamares y gambas, en otros te preparan pollo o carne a la brasa, para nosotros los más curiosos son los que ofrecen brochetas de productos crudos o semicocidos (barritas de cangrejo, distintos tipos de salchichas de pescado, huevos de pollo o de codorniz, verduras, champiñones, etc), tú escoges las que quieres y ellos las introducen en un gran recipiente con agua hirviendo (más que agua será una especie de caldo mixto). Unos pocos tenderetes ofrecen postres, muchos a base de arroz, otros a base de gelatinas de colores, pero pudimos hallar un puding parecido, por no decir idéntico, a la quesadilla cántabra.

Esa noche dormimos aparcados en una tranquila calle junto a un centro cultural, donde antes de acostarnos pude ver un recital de actividades de música y danza muy interesante, esta fue, sin duda alguna, la noche más calurosa en Malasia, una pesadilla.

Agotados y acalorados realizamos unas visitas culturales a algunos de los museos, palacios y mezquitas locales, lo más interesante fue el museo dedicado a la II Guerra Mundial, con numerosas y variadas explicaciones y algunas fotografías de la época muy interesantes. Kota Bharu fue la primera ciudad malaya en caer a manos de los japoneses, aunque apoyados por los ejércitos británicos no resistieron ni un día ante la embestida del ejército nipón; la época de ocupación japonesa fue la peor, las gentes eran torturadas y denigradas hasta la muerte y todos vivían con el temor de ser enviados a las obras de la línea de ferrocarril que uniría la actual Burma (Myanmar, Birmania) con Tailandia, donde morirían muchas personas por kilómetro de vía instalado. También visitamos el insulso palacio Istana Jahar y la mezquita estatal (sólo en el exterior), antes de poner rumbo sur hacia la playa de Irama.

Kelantan

En el interior del país es fácil encontrar formaciones rocosas graníticas rodeadas de palmeras o de selva virgen.

Nuestro primera visita a un templo estilo tailandés se encuentra a menos de 15 kilómetros al norte de Kota Bharu, aunque no tan vistoso como otros que vimos posee una estatua gigante de Buda que se ve desde la carretera, su nombre es Wat Pikulthong.

Wat Maisuwankiri es el más llamativo y lustroso de los templos budistas que visitamos en la región, famoso por su templo flotante en forma de embarcación con dos dragones a los lados, los colores reinantes son el amarillo, el rojo, el blanco y el azul (como en los monasterios budistas de Ladakh, al norte de la India).

Tradiciones en Kota Bahru

En el centro cultural de Gelanggang Seni contemplamos algunas de las actuaciones tradicionales malayas como el arte marcial del Silat, siempre acompañado de música malaya o una tradición arraigada en la capital de Kelantan, hacer girar gasing urin (peonzas gigantes y pesadas). La técnica no es sencilla y requiere de varios hombres, el primero enrolla una cuerda gruesa entorno al eje del disco metálico o peonza y la lanza sobre una superficie llana, si el lanzamiento es exitoso otro hombre con una paleta recoge el disco en movimiento y si a éste no se le ha caído otro hombre coloca un palo de madera en el eje como soporte y deja la peonza girando en una estructura de madera, en la cual podrá girar hasta ¡2 horas!