La llanura tropical de Terai

25 de agosto de 2006

Como entre otros muchos países, un río conforma la frontera natural entre la provincia India de Utaranchal y Nepal, en el extremo suroccidental del país de los Himalayas. Un robusto puente separa ambos países, desde el lado indio se divisa una espesa jungla, cubierta de amenazadoras y espesas nubes, el monzón seguirá siendo nuestro compañero de viaje aún por un tiempo.

Terai-IV

La frontera nepalí es cochambrosa, hacemos todo el papeleo en un par de improvisadas chozas, mientras la furgoneta nos espera entre barro y piedras, pero los trámites son muy correctos, no notamos corrupción alguna y hasta empezamos a notar la diferencia entre el carácter nepalí y el hindú. Estamos en la provincia de Terai, la franja sur del país que limita con India, una región tropical, marcada por los interminables arrozales, otros campos de cultivo, ríos abundantes y caudalosos y la inhóspita y omnipresente jungla. Es otro mundo diferente a India, sólo llevamos recorridos varios kilómetros y ya encontramos sustanciales diferencias con el gigante vecino, diferencias maravillosas, por otro lado. En primer lugar el tráfico, apenas hay coches en Nepal y los que hay se aglutinan en Katmandú, pero en nuestro paso por Terai apenas encontramos más que algún camión, algún autobús repleto de gente y alguno que otro en bicicleta, nada más, conducir vuelve a ser agradable, después del infierno en India, no hay gente, salvo las familias que vemos a nuestro paso, alojadas en las humildes casas de adobe. Paramos a comer en la carretera, junto a un prado, podríamos quedarnos a dormir aquí, en realidad hay cientos de lugares idílicos y solitarios para aparcar y pasar una agradable tarde, sin apenas gente…, nos damos cuenta de lo verdaderamente duro que se hace viajar en India. Pero la carretera es nuestra y decidimos avanzar kilómetros, quizá hasta llegar al parque nacional de Bardia. Pero primero saciamos la curiosidad de algunos locales, que se acercan a ver como filtramos agua, muy respetuosos, muy tranquilos, que bien. Continuamos camino hasta el puente que sirve de acceso al parque natural, pero está cerrado a partir de cierta hora y nos prohiben el paso, es un buen sitio para dormir, un tranquilo pueblecito, nos alejamos un poco hacia las afueras y aparcamos frente a una casa.

Terai-II

Cartel Maoista

La noche se vuelve cerrada, pocas noches hemos vivido así, en gran parte del Terai las casas no tienen luz eléctrica, las nubes cubren las estrellas, la oscuridad es total y el silencio abrumador, ni siquiera se oyen insectos.

A la mañana siguiente una espesa bruma se asienta bajo las copas de los árboles, es una mañana gris, casi fantasmagórica. Nada más cruzar el puente entramos en la carretera que cruza el parque nacional, que finalmente no visitaremos por culpa de la lluvia, aunque a los pocos kilómetros tenemos la suerte de ver a un precioso antílope, con cuernos en espiral que cruza la carretera de un par de saltos, vamos despacio, con la ilusión de ver algún rinoceronte, algún elefante o algún tigre, pero sabemos que es imposible desde la carretera.

Tenemos nuestro primer contacto maoísta en el propio parque, en un «check post», bajo una copiosa lluvia, todo es muy correcto por su parte y ni siquiera nos piden dinero por «la revolución». Sabemos que todo el país, salvo Katmandú, incluidas las remotas regiones del Himalaya, están controladas por maoístas, a la espera de restablecer el equilibrio democrático tras la abdicación del rey.

Todo el bello paisaje se vio nublado, nunca mejor dicho, por una torrencial lluvia que nos acompañaría durante todo el resto del día, paramos a comer en un restaurante local donde un enorme horno-cocina daba cierta calidez a un ambiente bastante hostil. Pagaríamos unas 110 rupias nepalís por un abundante plato de Dhalbat (lentejas con arroz), el plato nacional, medio pollo y dos refrescos, al cambio unas ciento veinte pesetas.

Al continuar camino empezamos a intuir unos inicios de inundaciones que anegaban los campos colindantes a la carretera, que incluso en algunos tramos también se encontraba inundada, días más tarde, ya en Katmandú, nos enteraríamos de la muerte de algunas personas en la región, a causa de la lluvia, era el último violento zarpazo del monzón, en lo que parece una dura rutina anual para todos los países que lo sufren.

TeraiNuestro siguiente contacto con los maoístas fue diferente al primero, un chaval nos paró y se acercó a nosotros con la cara muy seria, al bajar la ventanilla nos soltó un par de secos «Mao», «Mao», yo le miré y por un momento se me ocurrió responderle «Zapatero», «Zapatero»…, era un chaval joven, posiblemente abducido por los maoístas, una práctica muy común de «reclutamiento», como más tarde leeríamos a diario en los periódicos. El caso es que nos pidieron 200 rupias, a modo de peaje, eso sí, tras el pago nos dieron el correspondiente recibo, con el que en teoría estaríamos exentos de pagar de nuevo, aunque más adelante veríamos que no servía de mucho el papelajo, algo relacionado con las distintas…¿secciones?

Bhutwal sería la primera ciudad por la que pasaríamos, muy fugazmente, intentaríamos coger una carretera secundaria que habíamos leído que era bonita, pero nada más coger el desvío vimos los ríos que la atravesaban, cayendo en torrente desde lo alto, no era una buena idea. Al volver a la carretera principal sí que me daría tiempo a observar un curioso cartel que colgaba en una de las plazas de la ciudad, en el aparecía el dibujo de un hombre portando un maletín repleto de dinero y frente a él otro hombre con talante amenazador y vistiendo un traje estilo miliciano impidiéndole el paso a su casa, el mensaje era claro.

Terai-IIIEl paisaje tranquilo continuaba siendo el mismo, casas de adobe rodeadas de arrozales, más campos de cultivo y al fondo la desasosegante jungla. Montaríamos nuestra pequeña revolución cuando al hacer una parada empezaron a salir niños y mujeres, como de debajo de las piedras, cuando nos quisimos dar cuenta estábamos rodeados.

Antes de parar en el primer lugar que encontramos nos toparíamos con una fiesta local, ¡con elefante incluido!, unas mujeres bailaban con coloridos trajes, cubriendo sus rostros con máscaras demoníacas, intentamos acercarnos antes de comprar unos huevos, pero al ver como un centenar de personas se giraba bruscamente para echarnos un ojo, decidimos que con un espectáculo era suficiente.

Y al día siguiente llegaríamos a Pokhara, la ciudad a la sombra del macizo de los Annapurnas y el majestuoso Machapuchare, sería nuestro primer encuentro con el Himalaya en Nepal, aunque aún pasaría algún tiempo hasta poder disfrutar de las cumbres, pero eso es otra historia, habíamos dejado el Terai y de ese modo el primer contacto con Nepal, que resultaría inolvidable.

La llanura tropical

La región de Terai siempre ha permanecido a la sombra de la vecina India y hasta mediados del siglo XX no comenzó su desarrollo, tras la erradicación de la malaria, que era en esta región una plaga. Como en el resto del país, la agricultura es el principal medio de sustento en el Terai, que es la productora de más del 50 por ciento del producto nacional bruto, por una sencilla razón, es una región llana, poco común en Nepal, y las comunicaciones son mucho más sencillas.

Nepal es el país asiático con mayor potencial hidroeléctrico, un potencial que no es explotado debido a la falta de infraestructuras.