Una entrada complicada

22 de octubre de 2005

La frontera entre Turquía y Siria

Los últimos kilómetros en Turquía fueron un poco raros, todo estaba descuidado y se veían campamentos junto a la carretera, no habíamos visto nada parecido en el país. Los últimos eran zona militar, no se veía un alma, sólo vallas y torres de vigilancia.

San-Simeón-II

La Basílica de San Simeón del Desierto

Nuestra idea no era llegar a la frontera pero sin quererlo nos vimos detrás de treinta o cuarenta camiones que hacían cola para cruzar. Uno de los camioneros nos animó a ir por el otro carril, que estaba libre, debía ser para los turismos. Por allí fuimos y llegamos hasta el control de pasaportes, nos hicieron pasar con el vehículo y estacionarlo junto al edificio. Rafael bajó y no tardó nada en pasar los primeros trámites, los pasaportes por aquí, los papeles del coche por allá. A pesar de ser ramadán nos llevaron a la furgo unos çays y algo de comer. Rafa les preguntó si podíamos dormir allí, dijeron que por supuesto, que no había ningún problema. Después de comer y descansar un poco nos animamos y decidimos cruzar esa misma tarde a Siria, al día siguiente estaríamos en Alepo.

San-Simeón-IIIAún eran las cuatro y quedaba tiempo antes de que anocheciera para cruzar y buscar un sitio cómodo donde dormir, al menos eso creíamos. Tuvimos que pasar otro control de pasaportes turco en el cual un hombre ayudó a Rafa a encontrar al responsable, que en esos momentos estaba durmiendo la siesta. Le dimos tres millones por los servicios prestados. Por fin entramos en Siria, la gente iba muy acelerada de un lado para otro, no sabíamos muy bien qué hacer. Nos aparcamos junto a los edificios principales y enseguida se acercaron a nosotros unos chicos para decirnos donde teníamos que ir. Rafa decidió ir sólo a hacer todos los trámites, lo primero sellar los pasaportes, rápido y sencillo, luego le tocó el turno al vehículo, aquí empezó la odisea. Sabíamos que cobran 100 dólares por semana si el coche es diesel, nos olvidamos de que también nos exigirían un seguro, aún así Rafa vino con una cara hasta los pies, le pedían 200 dólares por una semana, ¡serán ladrones! Les dijimos que era mucho dinero, pero como eres extranjero eres rico, así piensan ellos. Yo estaba segura de que nos estaban timando pero la noche se nos echaba encima, así que decidimos que pagábamos los 200, pero nada más.

San-SimeónEsta vez fuimos los dos juntos hasta las ventanillas donde se hacían los trámites. Les dijimos claramente que no teníamos más dinero, sólo la tarjeta de crédito (excusa que deberíamos haber usado antes), entonces comenzaron a decir que no podía ser, que los chicos que nos ‘ayudaban’ necesitaban otros 20 dólares, no salíamos de nuestro asombro. Fuimos muy tajantes, además no les habríamos dado ni dos euros por su ‘ayuda’, son unos caras que no hacen nada de nada, pero se creen que te pueden sacar lo que quieran. Viendo que no iban a obtener nada de dinero nos hicieron acompañarles hasta el restaurante, allí se encontraba el alto mando del lugar en pleno banquete de ramadán, cogió un papel, tachó un par de cosas y apuntó algo en árabe, luego firmó el papel. De nuevo corrimos a las ventanillas, yo me di cuenta de que había un mostrador donde dan ayuda en inglés para los extranjeros, pero en pleno ramadán allí no había nadie, por supuesto. De nuevo a discutir sobre el dinero, el alto mando había cambiado la cifra a 180 dólares para que quedaran 20 para los intermediarios, ¡¡¡una auténtica mafia!!!, si son 200 son 200, no son 180 para que todo el mundo se lleve el gato al agua. Era tarde para echarse atrás, ya habíamos enseñado los 200 dólares, pero nos dieron ganas de mandarles muy lejos. Entonces en una ventanilla nos dicen que no ven la firma del alto mando, de nuevo al comedor a molestarle, ya iba por el quinto plato; como en la primera visita nos invitaron a comer, dijimos que no, sólo queríamos perder de vista ese lugar. Con un dedo indicó el lugar de su segunda firma. De vuelta a la ventanilla, esta vez aceptaron los papeles. Nos dieron el papel del seguro y otros tres o cuatro más y nos acompañaron hasta la barrera. Y entonces va uno de los chavales y nos pide más dinero; ¡¡¡CÓMO!!! ¿Este tío está de coña?- Digo yo, – Pero si ya te he dicho que no tenemos más, ya tenéis los 20 dólares que queríais- le dijo Rafa. El tipo siguió colgado de la ventanilla insistiendo hasta que dejamos la frontera. Para la próxima vez no hablamos con nadie y vamos solos los dos a las ventanillas, estos merodeadores de las fronteras son unos cazarecompensas que pretenden sacarse en un día el sueldo de un mes de cualquier honrado trabajador de su país.

Ya está, por fin lo conseguimos, pero… un kilómetro después una alambrada nos impide el paso: como nos pidan dinero van listos-pensamos los dos-. Muy serios, pero muy correctos, nos dejaron pasar. En la primera zona de restaurantes de carretera aparcamos la furgoneta para descansar y pasar la noche, estábamos exhaustos con tanta discusión.

San Simeón

San Simeón el Estilita nació en el año 386 y adquirió este nombre tras permanecer varias décadas de su vida sobre un pilar, del cual no queda más que una piedra, entorno a esa piedra se construyo la basílica. 

Tras la muerte de San Simeón en el año 459 los peregrinos no dejaban de llegar al lugar y el emperador Zenon mandó construir basílica, que es considerada la primera catedral de la cristiandad. Las bases de los habitáculos principales eran octogonales y estaban cubiertos por cúpulas. Sufrió un terremoto que la destruyó casi por completo 50 años después de ser acabada, y durante el siglo VI fue ignorada. Los bizantinos la reconstruyeron y a partir del siglo X atrajo de nuevo a muchos visitantes. Fue en esta época cuando se construyeron edificios adyacentes y se amplió el complejo.