Anuradhapura

25 de enero de 2007

El vuelo desde Trivandrum en Kerala hasta Colombo fue visto y no visto, aun así, y pese a los escasos 40 minutos que duró, el excelente servicio de Sri Lankan Airlines nos ofreció un suculento almuerzo.

Anuradhapura-II

Al llegar al moderno aeropuerto de Negombo y tras un rápido trámite del visado gratuito de un mes, cogimos un autobús para llegar a la estación de tren de Colombo, allí cogeríamos un tren hasta nuestra primera meta, la antigua ciudad budista de Anuradhapura, apenas a cuarenta kilómetros de la provincia del norte, la zona controlada por los tigres de Tamil. Tardaríamos cerca de seis horas en llegar a Anuradhapura, en el trayecto el color predominante fue el verde de las espesas junglas y el gris de los cielos, que indicaban que la mitad norte del país estaba en pleno monzón.

Al llegar nos encontramos con una pequeña y tranquila localidad, nos alojaríamos en una casa de huéspedes junto a uno de los lagos, enseguida nos dimos cuenta de la diferencia de calidad en los hostales respecto a India, en Sri Lanka se paga algo más de dinero, pero las habitaciones suelen ser mucho más grandes y bien equipadas. En ésta una gran mosquitera cubría la cama, pasaríamos una buena noche pero antes nos pegaríamos una excelente cena en La Casserole.

AnuradhapuraAl día siguiente alquilaríamos dos bicicletas para visitar todos los restos de la ciudad, que se dispersaban en un amplio terreno de varias decenas de kilómetros cuadrados. Optaríamos por comprar un ticket múltiple (Round Ticket) para visitar distintos restos de Sri Lanka, nos costaría 40 dólares cada uno. Primero rendiríamos pleitesía al Árbol Sagrado budista, para luego visitar la que se dice la mayor Dagoba (estupa) del mundo. Estaba rodeada por cientos de estatuas de elefantes y numerosas velas de ofrenda. En el interior del recinto, algunos fieles, o bien vestidos con túnicas blancas o naranjas, rezaban frente a la imponente estructura de la Dagoba.

Tras la visita a la Dagoba continuamos pedaleando a través de la jungla, por caminos marcados que llevaban hasta los distintos lugares a visitar. Llegamos al núcleo de lo que fuera la antigua ciudad, sólo quedaban las estructuras externas de templos, mercados y casas, a cada una de las construcciones se accedía mediante escaleras y las estatuas o relieves estaban en un perfecto estado de conservación.

Seguimos pedaleando, algunas visitas nos las saltamos, había tanto que ver que en realidad hubiéramos necesitado otro día para hacer una visita total. Lo que no nos perdimos fue la enorme estupa de ladrillo rojo, también una de las más grandes del mundo, aunque en bastante peor estado que la anterior. Comenzó a chispear, así que tras un pequeño tentempié nos volvimos tranquilamente hasta el hostal, para relajar las piernas.

Esa tarde volveríamos a coger las bicis, esta vez camino de un templo junto a un lago, a unos cuantos kilómetros de la ciudad. Comenzó a llover de nuevo, justo al llegar al templo comenzó a arreciar, nos cubrimos bajo la entrada, era un templo precioso, incrustado en una roca y junto a un lago repleto de enormes nenúfares. Pero la entrada nos pareció excesiva, por lo que decidimos no entrar.

Esperamos en vano a que dejara de llover, en cuanto se moderó un poco cogimos la bicicleta de vuelta al hostal. Pero justo en el peor momento, mientras subíamos una trabajosa cuesta y sin avisar, empezaron a caer verdaderas jarras de agua, en apenas dos minutos bajaban ríos a ambos lados, y por desgracia estábamos en campo abierto, por lo que tuvimos que aguantar el chaparrón. Obvio decir que llegamos absolutamente calados al hostal, pero bueno, pudo haber sido peor, nos podíamos haber ahogado.

Tras secarnos y cambiarnos de ropa ya nos quedamos mejor, seguía lloviendo, pero después de lo vivido nos parecía poca cosa, por lo que nos acercamos andando hasta el restaurante al que habíamos ido el día anterior. Y así acabó nuestra primera visita en Sri Lanka, ya estábamos avisados de lo que era llover en esta región, no sería la última vez que veríamos el líquido elemento. Al día siguiente cogeríamos un autobús local hacia Polonnaruwa, otra ciudad budista del norte de Sri Lanka.

Anuradhapura

La Estupa o Dagoba de Ruvanvelisaya está rodeada por una muralla y decorada con un friso con cientos de estatuas de elefantes. La original data del 140 A.C. pero apenas quedan restos de ella. Hoy en día tras haber sufrido los ataques de India tiene 55 metros de altura, bastante menos de su talla original.

Dagoba de Jetavanarama

Fue construida en el siglo III por el rey Mahasena, y debió medir originalmente unos 100 metros, aunque en la actualidad no supera los 70.

Se dice que cuando se erigió era el tercer monumento más alto del mundo, sólo superado por las pirámides egipcias, y que con los ladrillos que la forman se podría construir un muro de tres metros de alto desde Londres a Edimburgo.