Viajes en tren, herencia británica

Enero y febrero de 2007

Tren-IIEl servicio ferroviario en Sri Lanka es el medio de transporte más usado y útil, cubre gran parte de la superficie del país y atraviesa la parte central del mismo en diversas rutas, superando la abrupta orografía del interior. Pero un viaje en tren también supone una inmersión cultural dentro de algunas peculiaridades de la cultura sinhalesa. Nosotros tuvimos la oportunidad de tripitir la experiencia dentro de los trenes. La primera de ellas fue nada más llegar al país, cogeríamos el tren en Colombo para dirigirnos a la ciudad de Anuradhapura, que acoge los restos de una de las antiguas ciudades budistas, en el centro norte de la isla. La puntualidad a la hora de coger este y los demás trenes fue exquisita, un legado de la célebre puntualidad inglesa. El estado de los vagones dejaba bastante que desear, el interior estaba construido en madera y los asientos, aunque no eran muy incómodos, dejaban asomar algunos hierros oxidados, que al cabo del tiempo habían agujereado la tapicería de plástico negro. De todos modos nuestras primeras dos horas de trayecto transcurrirían de pie, apretujados entre escolares que volvían a sus casas después del colegio y bajo el sonido insoportable de los ventiladores que colgaban del techo.

Durante nuestra erguida estancia y también estando sentados, todo el despliegue folclórico aparecía y desaparecía entre los pasillos de los vagones, vendedores con enormes cestas de mimbre que vendían desde garbanzos calientes, albóndigas de lentejas, cacahuetes y demás alimentos, los había minusválidos, o bien ciegos o carentes de algún miembro, que amenizaban el largo trayecto de los viajeros con alguna canción o alguna nota sacada de un instrumento local.

Las puertas que iban a dar al exterior iban abiertas de par en par, dejando entrar el fresco aire del exterior, desde luego era el lugar privilegiado del tren, el ir sentado observando el paisaje o a otros viajeros en osadas posiciones, también asomados al vacío. Ya al atardecer, las bombillas chillonas se encendían, molestando más que dando luz, los ventiladores seguían a todo trapo y no había manera de bajar las ventanillas, así que el frío se hizo un poco serio justo al final de nuestro primer trayecto en tren en Sri Lanka.

Tren-IIINuestro segundo trayecto en tren comenzaría en la estación de Kandy, la capital del «Hill Country» y nos llevaría hasta Ella, en pleno corazón de las plantaciones de té. Sería un viaje cansado, en un tren añejo y largo, tirado por una locomotora de vapor, también sería un viaje precioso, atravesando toda la zona montañosa del país por vías que cruzaban puentes, continuas curvas que se asomaban a acantilados y cientos de kilómetros de campos de té. Este tren disponía de un vagón VIP, llamado «observation saloon», estaba reservado a aquellos que pagaban más cantidad lógicamente, en este caso turistas que querían disfrutar de la peculiaridad característica que ofrecía el vagón, que no era otra que tener los asientos orientados en dirección contraría al resto de los vagones y disponer de grandes ventanales, lo que permitía unas vistas si cabe mejores de las que los demás teníamos. Sin duda este trayecto de ocho horas supondría para mí el viaje más bonito que he hecho en tren.

TrenY aún nos quedaría otro trayecto más, esta vez junto a la sorprendente y alucinante compañía de Teresa y Rakel, camino de nuestros últimos días en Sri Lanka, al pueblo de Negombo, junto al aeropuerto. Tendríamos que hacer de nuevo trasbordo en la estación de Colombo, que esta vez estaba a rebosar de gente. Después todo el camino transcurriría al borde del mar e incluso en algunas ocasiones cruzaríamos algún puente sobre él. Leeríamos en la guía como el fatídico día del Tsunami, una de las enormes olas que devastaron la costa se llevaría por delante un tren repleto de personas, segando la vida de muchas de ellas.

En fin, como conclusión cualquiera que venga a visitar a Sri Lanka no olvide darse un viajecito en este medio de transporte, uno de los símbolos del país, para disfrutar no sólo de paisajes, sino también de muchos momentos curiosos.

El tren

Sri Lanka posee el trasnporte público más barato del planeta, la puntualidad esta heredada del imperio británico, que además construyó la inmensa mayoría de las vías que recorren el país. Los vagones de los trenes dejan bastante que desear en cuanto a comodidad se refiere. Algunos de los trenes están construidos en madera, e incluso vimos alguno que aún usaba la máquina de vapor, alimentada con carbón.

En algún lugar del camino entre Kandy y Ella hicimos una larga parada. Ese día tardaríamos más de 8 horas en recorrer 300 kilómetros.