Eiger y Cervino, leyendas alpinas
Septiembre de 2011
Ya conocíamos ambas montañas desde hace tiempo, en especial habíamos leído mucho y visto muchas fotografías del emblemático Cervino-Matterhorn. De hecho al comenzar nuestro viaje en España y durante su planificación diría que uno de los puntos más importantes sería el trekking que haríamos para pasar una noche en el refugio Hornli, justo debajo del inicio de la famosa arista de escalada del mismo nombre.
No dirigimos a Zermatt, la población que da acceso a la zona alpina, las pistas de esquí del monte Rosa y al Cervino. El camping que habíamos visto en Tasch (población a unos 4 kilómetros de Zermatt) manejaba precios suizos, pero estaba muy cuidado, así que después de ubicarnos paseamos por Zermatt pero no pudimos ver el Cervino en la lejanía ya que el cielo estaba totalmente encapotado, algo que nos desmoralizó un poco, sobre todo pensando que al día siguiente haríamos la ruta hasta el refugio.
A la mañana siguiente preparamos una ligera mochila con lo justo y desde el propio camping nos pusimos a andar hasta Zermatt, podríamos haber cogido el tren que recorre el corto trayecto, pero preferimos andar el camino rural. Nos hubiese gustado andar todo el camino hasta el propio refugio pero la distancia era muy grande, así como el desnivel, no nos quedó más remedio que coger un teleférico que nos costó más de cien euros, no sería el último, en Suiza nos dejamos un dineral exagerado y desproporcionado en este medio de transporte, que por lo menos aporta buenas vistas.
La cuestión es que cuando nos bajamos en una de las paradas nos vimos cubiertos de una espesa niebla, sabíamos que estábamos rodeados de los majestuosos picos del Valtournenche, pero nosotros apenas veíamos a 10 metros de distancia. Y así empezamos la marcha y así continuó durante las dos horas que tardamos en llegar al refugio. De vez en cuando las nubes se disipaban y podíamos ver algún glaciar o vislumbrar parte del valle, pero poco más.
La frustración se apoderó de nosotros al acabar el empinado tramo final, vernos en el refugio, saber que teníamos la pirámide del Cervino a 100 metros y no ver absolutamente nada. Todo cambió a última hora de la tarde cuando se hizo un claro más grande y apareció el pico Dent Blanche, al otro lado de nuestra ubicación, aunque a nuestra espalda el Cervino seguía sin dejarse ver.
Habíamos reservado la noche en el refugio desde España, incluyendo la cena y el desayuno por un precio exageradamente alto. No éramos muchos los que estábamos allí, algunos escaladores, que tenían todo el equipo de escalada en el suelo, y poco más, por lo que el ambiente no era como el de otros refugios de montaña en temporada alta. La cena fue copiosa, aunque por lo que habíamos pagado la calidad dejaba mucho que desear. Tras la cena estuvimos relajados leyendo alguna revista de montaña y viendo las fotos que habíamos hecho, nos acostamos pronto, mi intención era levantarme antes del amanecer para hacer algunas fotos de noche. Y así lo hice, me abrigué bien y sobre las 6 de la mañana salí del refugio. Me dio un buen subidón al observar que veía las estrellas en todas direcciones, había despejado y daba la impresión que casi por completo, de todos modos desistí de hacer fotos por el frío, no se estaba muy a gusto. Una de las parejas que vimos la noche anterior se preparaba para empezar la arista Hörnli, posiblemente escalarían hasta el refugio que está a 4000 metros en un nido de pájaro.
No esperé hasta el desayuno una vez dentro, en cuanto despuntaron los primeros rayos de sol salí de nuevo y al mirar a mi derecha vi como el vértice del Cervino era tocado por los rayos del sol y poco a poco iba siendo iluminado en su totalidad, una de esas vistas que permanecen en la memoria durante toda la vida. Para hacerse una idea, las mesas del exterior del refugio distarán unos 200 metros, quizá menos, del comienzo de la arista de escalada, el refugio está a unos 3300 metros mientras que el Cervino mide unos 4500, por lo que el desnivel es muy vertical, de unos 1200 metros, hay que forzar bien el cuello para mirar hacia arriba.
El tono anaranjado del amanecer iluminaba ya todo el monte, pelado de nieve por la inclinación, ni recuerdo la cantidad de fotografías que pude hacer hasta que decidí tomar el desayuno.
Una vez desayunados fuimos a dar una vuelta, las vistas del valle eran espectaculares también, algunas lenguas de glaciares bajaban desde el vecino monte Breithorn, junto al Cervino, hacia la izquierda se veían otros picos hasta el monte Rosa, que era el que acumulaba más nieve. A nuestra espalda otra bonita pirámide que forma el Dent Blanche, ya visto en su plenitud y, muy abajo, se distinguían las casas de Zermatt. Nos acercamos al principio de la arista, donde encontramos una pequeña estatua de una virgen, así como algunas placas con nombres de escaladores, imaginamos que fallecidos en el pico. En ese momento un rumor empezó a oírse de lejos y a los pocos minutos vimos como se iba acercando al refugio un helicóptero que llevaba una enorme saca con provisiones, aterrizó justo detrás del refugio, en lo que supusimos era un helipuerto, bastante justo de tamaño por cierto, nos pareció una maniobra con cierto riesgo aunque imaginamos que esto era algo cotidiano. Tras un rato, el helicóptero despegó y subió hacia la propia cima del Cervino, para alejarse después, quien estuviera allí, pensé.
Teníamos todo el día por delante para volver al camping así que decidimos coger una parada diferente del funicular de vuelta, dando un largo rodeo por un valle glaciar para después volver a subir hasta la parada, mereció la pena pese a que el camino era un poco rompepiernas, el Cervino nos ofreció su bonita silueta desde distintas perspectivas e incluso se despediría con un hasta pronto desde nuestra comodidad del funicular. Habíamos cumplido con éxito una de las metas del viaje.
Cara norte del Eiger – Grindelwald
Casi la misma fama que el Cervino tiene el Eiger, como una de las montañas más espectaculares de los Alpes y una de las más mortíferas, desde luego su nombre traducido al castellano, El Ogro, resulta muy ilustrativo.
La temible cara norte tiene desde el pueblo de Grindelwald unas vistas espectaculares, una pared vertical de más de 1.500 metros de altura, piedra negra en la que apenas se asienta la nieve, un aspecto tan bello como amenazante de esta mítica y peligrosa pared, que ha protagonizado muchas hazañas y tragedias dentro del mundo del alpinismo.
Visitamos dos veces Grindelwald, una el fin de semana fugaz con nuestros amigos Javi y Ruth y otra para hacer el trekking que recorre la pared norte de la montaña. Pasamos la noche previa a la caminata en el camping de Grindelwald, justo enfrente de la pared del Eiger.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano, hicimos una pequeña mochila con algo de comida y agua y atravesamos parte del pueblo hasta llegar a la estación de los funiculares, aunque en este caso podríamos haber hecho andando todo el camino no sabíamos exactamente la duración de la ruta y no nos arriesgamos, pese a otro considerable gasto para los billetes.
El tren que cubre la ruta Grindelwald-Lauterbrunnen pasa por ser uno de los más espectaculares del mundo por su trayecto, no solo acaba en la parada más alta de Europa en el Jungfraujoch, a 2.866 metros de altura, sino que atraviesa literalmente la cara norte del Eiger, de hecho existe una parada que conecta a través de un agujero con la misma pared y que a veces se usa para rescatar a escaladores.
La primera parte del camino es ancha y cómoda, aunque las nubes nos tenían un poco preocupados, parecía que en cualquier momento fueran a descargar.
Tardamos una hora y media a paso muy tranquilo hasta una de las paradas del tren, donde tomaríamos un café, disfrutaríamos de la bonita estampa del Eiger, cubierto por nubes en su cima y disfrutaríamos de uno de los iconos de Suiza, ¡un enorme perro San Bernardo con el barril incluido! Cercano a este punto ya se accede en poco tiempo a la propia base de la cara norte, que tenía y mantuvo un aspecto amenazador durante toda la ruta, parecía como que en cualquier momento fueran a caerse sobre nosotros las rocas, de hecho, es algo que pasa con relativa frecuencia.
El camino baja continuamente, serpenteando entre rocas y en algunos puntos resbaladizo, aunque está trilladísimo y perfectamente definido. Las vistas en este caso las ofrece todo el valle, ya que el Eiger está literalmente sobre las cabezas y no aporta mucho, salvo algún farallón de roca que sobresale, en este caso cubiertos de nubes.
No acabó por descargar y a la hora de comenzar la caminata por la base comenzamos a bajar por el valle, donde ya aparecían las vacas, alguna granja y alguna marmota asomando de algún agujero. Para la hora de la siesta estábamos de nuevo en la furgoneta.
Cervino - Matterhorn
Una de las montañas más emblemáticas del mundo por su perfecta silueta y su dramática historia, enclavada en el cantón de Valais. Desde su primera ascensión con éxito en 1865 hasta 1995, 500 alpinistas se han dejado la vida en ella.
Monte Eiger
El Eiger es una montaña de 3.970 m de altura de los Alpes berneses y que forma parte del Patrimonio de la Humanidad que conforma el Jungfrau-Aletsch-Bietschhorn. Su cara norte, vista desde Grindelwald, es una imagen impactante.