Bangkok, energía desbordada

Julio – agosto de 2007

Bangkok ha resultado ser otra de esas ciudades claves en el viaje, por ella hemos pasado ya cuatro veces y al menos pasaremos otra más antes de emprender el regreso. La ciudad representa el centro neurálgico del turismo en el Sudeste Asiático, capital de la mayor potencia del este de Asia en este sector (por ahora, China está a la zaga). Pero el turismo no es la única actividad de esta metrópoli, ni mucho menos, los centros de negocios inundan la ciudad moderna, junto a la famosa calle Sukhumvit, casi todos los países del mundo tienen representación en esta zona donde es tan común ver a occidentales como a tailandeses.

Bangkok-IV

Las arterias se colapsan en hora punta como en cualquier gran ciudad, por eso merece la pena conocer y disfrutar de los servicios del Chao Praya Express, el ferry de pasajeros que recorre el río Chao Praya realizando estratégicas paradas en las zonas más interesantes. El río es el alma de la ciudad, en sus orillas se levantan los monumentos más importantes: el Wat Phra Kaew y el Gran Palacio (parada número 9), el Wat Pho y el Wat Arun (parada número 8) o China Town (paradas 6 a 4), en muchas de estas paradas y en otros puntos de las orillas es posible disfrutar de una comida mientras se observa la vida del río, con su ir y venir de ferries y barcazas con mercancía. Pero el Chao Praya no es el único río navegable en la gran capital, hay otros canales llamados Klongs por los que circulan servicios de pasajeros que van de casa al trabajo y del trabajo a casa, en los que rara vez se ve un turista, algunos de estos afluentes se pueden recorrer en una embarcación turística, disponibles en las principales paradas del Chao Praya.

BangkokEl lugar donde muchos extranjeros de presupuestos ajustados son llevados cuando aterrizan en la ciudad es Banglamphu, que se sitúa cerca de la ciudad vieja. Este barrio está lleno de calles residenciales y pequeños comercios familiares; en él se hallan las calles Khao San, Rambutri y Phra Athit, que acogen en sus inmediaciones al mayor número de viajeros por metro cuadrado del mundo. Estas calles están repletas de hostales, agencias de viajes, cybercafés, centros de masajes, tiendas de recuerdos, restaurantes con comida occidental y bares, y las cuatro o cinco veces que hemos parado en Bangkok siempre estaban a rebosar de gente, sobre todo al atardecer y por la noche. Aunque uno no se aloje en el barrio debería sin duda dedicar una tarde a pasear por él o simplemente a sentarse en uno de los improvisados bares que cada día se instalan en la calle Khao San y desde allí, y al son de las ranas de madera, observar la «fauna» que vive o transita por esta apasionante ciudad.

El primer contacto con la ciudad moderna lo tuvimos la segunda mañana en Bangkok, mi pasaporte estaba al punto del colapso, no cabía ni un visado más, como mucho el sello de salida de Tailandia, era necesaria una visita a la embajada. Como casi todos los edificios diplomáticos nuestra embajada se encuentra cerca de Sukhumvit, en concreto en la calle Ratchadaphisek junto a la parada Ashok del skytrain. Tal y como me ocurre siempre en estos casos me resultó lento y pesado, aún no he ganado la paciencia suficiente pero voy aprendiendo; para hacerme un nuevo pasaporte necesitaba dos fotos de carnet con fondo blanco, centradas y sin manchas, la mujer que nos atendió en la embajada nos desaconsejó el fotógrafo del primer piso pero como no teníamos mucho tiempo no la hicimos caso, como era de esperar las fotos no valían y tuvimos que regresar a que nos devolviera el dinero y dirigirnos al lugar que ella nos recomendó, a una parada del skytrain, con tal mala suerte de que se les había roto la máquina de impresión y no pudieron hacerme las fotos. Resignada a tener que regresar al día siguiente hice una última intentona en otro estudio de camino a la embajada, cuando nos dieron las fotos quedaban quince minutos para que cerrara, lo mismo que se tardaba en regresar andando, estresados y agotados llegamos a la ventanilla dos minutos antes de que cerrase, esta vez las fotografías parecían ser buenas, aunque no lo sabríamos hasta una semana después, cuando hubiesen llegado hasta las oficinas de Madrid y el funcionario de turno diese visto bueno al escaneo, aunque no ocurrió no habría sido el primer caso de rechazo por parte de las autoridades estatales.

Bangkok-IIILa siguiente visita se demoró un mes, en una misma mañana recogimos mi nuevo pasaporte y un taxi nos llevó por las autopistas elevadas hasta la embajada de China, donde en menos de media hora hicimos los trámites para conseguir el visado, el más rápido del viaje. Esa misma tarde regresaríamos con Laura y Yosko, esta vez a Silom, donde un pequeño mercadillo se instala cada día en la calle Patpong I, centro neurálgico del vicio y el turismo sexual de la capital. No cesaron de ofrecernos distintos espectáculos para observar las desarrolladas artes de las tailandesas para realizar todo tipo de actividades con sus músculos más íntimos, como expulsar pelotas de ping-pong o abrir botellas de coca-cola. En las calles circundantes campan a sus anchas las chicas, los homosexuales, los travestidos, hay para todos los gustos. Nosotros nos decantamos por los masajes en un centro recomendado en la guía, nos dieron una soberana paliza, salimos doloridos de allí, convencidos de que se pasaban un poco, aunque hay que reconocer que nos aliviaron todas las molestias de espalda y achaques de la edad.

A estas dos visitas siguieron muchas más durante las distintas paradas que hicimos en Bangkok en estos meses, una de ellas nos llevó al Pantip Plaza, un centro comercial dedicado exclusivamente a la informática, íbamos en busca de una fuente de alimentación porque la nuestra estaba frita, tuvimos suerte de encontrar una ya que este modelo no se vende en Tailandia.

La frontera entre Banglamphu y Ko Ratanakasin, donde se encuentran la mayor parte de los monumentos de la ciudad vieja, es la inmensa plaza Sanam Luang, una explanada en forma de elipse que casi a diario sirve de lugar de encuentro para la sociedad de la capital. El primer día en Bangkok pasamos por allí caminando antes del atardecer, unas hileras de puestos callejeros ofrecían todo tipo de comida y bebida, incluidos insectos variados, como saltamontes, gusanos o escarabajos de distintos tamaños, pudimos observar como en el lado más cercano a la calle Na Phra That estaban instalando escenarios, algo se cocía para esa misma noche. Horas más tarde regresamos al lugar curiosos y nos encontramos con miles de personas sentadas en el suelo o comprando en los puestos, el lugar estaba controladísimo por la policía, unos hombres gritaban desde el escenario lo que parecía un mitin político antimilitar, unos chicos nos regalaron pegatinas: «Vote NO» y nos explicaron, como pudieron, que estaban realizando una campaña para que el ejército dejara el poder y convocara de una vez unas elecciones democráticas.

Bangkok-VEstando nosotros en Nepal o en la India el año pasado leímos sobre un golpe de estado en Tailandia, desde ese momento el gobierno temporal o en funciones es el propio ejército que, a pesar de la presión del pueblo, está tardando mucho en devolverles la libertad de elegir a sus líderes, mientras los antiguos representantes políticos de los distintos partidos están siendo juzgados por diversas causas, y en varios casos condenados a no ejercer en política durante años. En realidad Sanam Luang es la zona verde del distrito real, el lugar donde se realizan las cremaciones reales y la ceremonia anual de la labranza, mediante la cual el rey inaugura la temporada del cultivo del arroz.

Aunque no asistimos a ninguno seguramente en esta explanada también hay conciertos de música, lo que no podremos nunca ver son los combates de Muay Thai, la versión tailandesa del boxeo. En Bangkok se puede ver este deporte en el Estadio Ratchadamnoen o en el Estadio Lumphini, las entradas cuestan 1000, 1500 o 2000 baths, también hay entradas por 250, pero el acceso a las taquillas está vetado a los extranjeros, si quieres ver a dos thais zurrándose tienes que desembolsar más de 20 euros del tirón, mínimo cuatro veces lo que paga uno de ellos, yo me negué en redondo a pagar ese precio, no estaba tan indignada desde la visita al Taj Mahal.

Bangkok-VIOtro de los barrios emblemáticos de la ciudad es China Town, los primeros chinos que llegaron a la orilla del Chao Praya se instalaron en la zona donde hoy se levantan los monumentos históricos, de allí el gobierno los trasladó a finales del siglo XVIII a la actual ubicación, conocida como Yaowarat, en la misma orilla del gran río pero más al sur. Los templos del barrio no son los más interesantes, no así sus mercados; al norte, justo al lado del Memorial Bridge, se encuentra el Mercado de las Flores o Pak Khlong, junto al cual pasamos en un par de ocasiones pero que no visitamos hasta que Mónica y Javi vinieron a pasar tres días con nosotros a finales de agosto, fue una colorida experiencia, decenas de personas se afanaban en preparar ramilletes y ofrendas florales que regaban periódicamente o directamente guardaban en hielo, más al fondo comenzaban los puestos de frutas y verduras que se extendían hasta la misma orilla del río. Pero el meollo del barrio se encuentra más al sur, en torno a la calle que da nombre a barrio, Thanon Yaowarat, paralela a esta hacia el río la calle Soi Wanit 1 esconde el mercado de Sampeng, nada turístico, donde se vende ropa y baratijas; para llegar a él Rafa y yo nos perdimos por callejones de un metro de ancho que desembocaban en calles con canales de agua estancada y putrefacta, unas verdaderas cloacas emergidas donde los chinos que pueblan el entresijo de callejuelas vierten todos sus deshechos.

Bangkok-IIUn buen momento para ir a Chinatown es al atardecer, cuando todos los neones de la calle principal se encienden y decenas de puestos callejeros aparecen por las esquinas, después de echar unas fotografías sólo quedará escoger el restaurante donde cenar, un chiringuito de marisco fresco, un puesto local en una esquina o un sofisticado restaurante chino donde degustar la mejor comida china de Tailandia. También cabe la posibilidad de alojarse en el barrio, la oferta no es tan abundante como en Banglamphu pero uno se asegurará de no estar rodeado de extranjeros todo el día, esta fue la elección de Carlos y Alberto, unos amigos que nos encontramos por casualidad a mediados de agosto en la calle Khao San y con los que pasamos esa noche y la siguiente disfrutando de la vida nocturna de la ciudad, aunque nosotros no podíamos seguir su ritmo bien trabajado en las noches de Madrid y Barcelona. Con ellos entramos en la única discoteca de Bangkok que hemos visitado y pudimos comprobar como el porcentaje de chicas tailandesas supera en creces al de los chicos en estos antros donde abundan los extranjeros o farang.

Bangkok aún nos deparó otra sorpresa final, la que quizás sea la última visita de este viaje, Carlos y Bea aterrizaron el sábado 27 de octubre, tuvimos el tiempo justo de tomar unas cervezas y compartir una cena, el permiso del coche caducaba el 28 y teníamos que conducir a Laos en un día, aunque nos supo a poco mereció la pena.

La fuerza de Bangkok

Tailandia está regida por dos grandes poderes: la monarquía y el budismo, ambos están presentes en el día a día de cualquier tailandés y el viajero lo notará en seguida.

Imágenes de los monarcas pueden verse en las calles, en los comercios, en los hostales o en los coches y taxis que circulan por el país, raro es el lugar donde no hay una fotografía suya; su color, el amarillo, inunda los pueblos y ciudades, veríamos a cientos, o quizás miles, de tailandeses con sus camisetas amarillas, como si de un uniforme se tratara.

Quizás la entrada en Bangkok con la furgoneta haya sido una de las más complicadas, aunque tardamos mucho más en cruzar Teherán. Dicen que es la ciudad asiática con más tráfico y polución, seguramente esté entre las primeras junto a Jakarta, Ho Chi Minh y alguna ciudad china. El gobierno está intentando solucionar el problema y en los últimos años se han inaugurado varias líneas de metro y tren ligero en la ciudad nueva.

El eje de comunicaciones más importante de la ciudad es en realidad el río Chao Praya, por el circulan múltiples servicios que llevan a trabajadores de casa al trabajo y a los visitantes de un barrio a otro. El Chao Praya Express es utilizado tanto por locales como por turistas para moverse de norte a sur de la ciudad, tiene paradas en lugares emblemáticos como: el Palacio Real, Wat Pho, Memorial Bridge (China Town), hay paradas en ambas orillas y si no se desembarca en la que uno quiere suele haber transbordadores que cruzan de un lado a otro cada pocos minutos (por ejemplo para cruzar del Wat Pho al Wat Arun).

 

Khao San Road

En esta corta calle se dan cita todos los mochileros que pasan por el Sudeste Asiático, quizás sea el lugar del mundo con mayor concentración de este tipo de viajeros.

Es un buen lugar para tomarse una cerveza por la noche y observar la «fauna» que campa por allí, también es el lugar donde contratar tours económicos o adquirir billetes de avión en las agencias, o comprar los últimos regalos, eso sí regateando duro porque en Chiang Mai está todo a mitad de precio; los más atrevidos pueden hacerse tatuajes o trenzas. Para los que aún parezcan en edad estudiantil, aunque ya no lo seamos, en esta calle te falsifican carnets de estudiante que te ayudarán a economizar en el viaje, por ejemplo en China donde te ahorrarías un dineral al pagar las cientos de entradas que exige el gobierno comunista.