El mar de Andamán, naturaleza caprichosa

29 de junio de 2007

El día que dejamos Malasia fue muy largo e intenso, comenzó con una visita a la mezquita de Alor Setar, ciudad malaya a unos cuarenta kilómetros de la frontera. La breve visita nos permitió estar enseñando los papeles a las autoridades malayas antes de las diez de la mañana, y, como todo en este país, salir fue sumamente sencillo, primero sellar los pasaportes y luego el Carnet de Passage. Unos pocos metros más adelante la cosa cambiaba mucho, ante nuestros ojos se hallaba una frontera bastante caótica, con mucha gente, coches y policías, uno de ellos nos señaló un aparcamiento para que dejáramos el vehículo mientras realizábamos los trámites.

Andaman-III

Más pinza que cangrejo

Estuvimos casi dos horas allí, primero sellamos los pasaportes, el personal tailandés es antipático y serio si lo comparas con el de sus vecinos del sur; bastante más amables son en costums donde tuvimos que rellenar un par de papeles, sólo nos daban permiso para estar un mes en Tailandia con el coche, pero según ellos podríamos ampliarlo fácilmente hasta medio año en cualquier oficina de aduanas del país.

Mientras yo chequeaba las agencias de seguros Rafa retiró dinero de un cajero automático, como comprobaríamos los meses siguientes la red de cajeros en este país es abrumadora, al igual que la de 7 Eleven, superando a la de Malasia. Contratamos un seguro a terceros para tres meses por unos doce o trece euros y emprendimos rumbo norte hacia la costa de Andamán.

AndamanSabiendo que el combustible es aquí más caro que en Malasia llenamos el depósito antes de entrar, no tendríamos que repostar hasta más allá de Phuket, lo que sí necesitábamos urgentemente era un cambio de neumáticos delanteros. Paramos en una tienda muy moderna pero, ante nuestra sorpresa, no tenían ninguno que nos valiera, esa misma tarde, a causa del calor y la larga jornada sin parar, reventamos uno cerca de la ciudad de Trang, al día siguiente encontraríamos un taller donde nos dejarían el coche a punto, con equilibrado y paralelo incluido.

Durante esa primera jornada recorrimos muchos kilómetros, en un primer momento habíamos pensado pernoctar en el sur, pero dadas las alarmantes noticias de las últimas semanas nos pareció más prudente conducir hasta la costa, además las carreteras eran estupendas y los paisajes también, a primera vista resultaba mucho más atractivo que conducir en Malasia. Para introducirnos en la vida local hicimos dos paradas, una en unas maravillosas cascadas anunciadas en la carretera, donde comimos, y otra en un templo levantado en torno a unas cuevas, ambas visitas fueron relajadas y agradables, el panorama pintaba bien en nuestro nuevo destino.

Con la furgo a punto continuamos por la costa unos kilómetros, inspeccionando las playas cercanas a Trang, así dimos con Kamphaeng Phen, una larga playa con grandes pináculos en su extremo norte, donde también se asentaba un pequeño pueblo de pescadores con dos o tres agencias de alquiler de barcas. A lo largo de toda la playa había caminos para penetrar con el vehículo hasta cerca de la arena, bajo la sombra de enormes coníferas, como si de una familia tailandesa más se tratara nos acomodamos entre los árboles y nos dispusimos a disfrutar del primer día tranquilo en el nuevo país. Por la tarde caminamos hasta el pueblo, calculamos que la puesta de sol nos acompañaría en el regreso, y ¡vaya puesta de sol!, un espectáculo con la marea baja y los pináculos al fondo, una imagen que tardaremos tiempo en olvidar.

Aunque insistí en quedarnos allí otro día más, Rafa, culoinquieto, insistió en que continuáramos, ya habíamos decidido que no haríamos ninguna excursión en barco en ese lugar porque al ser sólo dos el precio se disparaba y estábamos seguros de que la soledad iba a durar bien poco, y así fue. Condujimos por lo que pensamos sería una carretera costera, pero el mar no se veía por ninguna parte, el territorio es tan abrupto que para llegar al mar tienes que tomar alguno de los desvíos sinuosos que aparecen cada pocos kilómetros en la nacional, tomamos alguno de ellos y en una de las ocasiones nos hallamos con unas hermosas vistas de una bahía con muchos islotes y manglares en la orilla.

Y así, entre pináculos en el mar y pináculos en tierra firme llegamos a Krabi, capital de una de las provincias más famosas de Tailandia, fama bien ganada por las decenas, centenas de islas tropicales de insuperable belleza que salpican sus accidentadas costas. La ciudad en sí no nos pareció muy interesante y condujimos los doce kilómetros hasta Ao Nang, uno de los refugios de turistas de la zona, muy agradable y aún poco explotado si se compara con la isla de Phuket, esperemos que se mantenga a ese nivel mucho tiempo. A cuatro kilómetros de Ao Nang se encuentra la entrada al P.N. Hat Noppharat Thara, que incluye las islas Ko Phi Phi, donde se rodó la película La Playa y uno de los mayores atractivos del lugar, en tierra firme el parque posee una preciosa playa muy cuidada más visitada por tailandeses que por extranjeros, este sería nuestro hogar durante los siguientes días.

Andaman-IVUna vez ubicados fuimos a inspeccionar Ao Nang, vimos que la oferta de actividades, alojamientos y restaurantes era amplia, decidimos contratar una excursión para el día siguiente, el Tour de las 4 Islas, nos ocuparía toda la jornada siguiente y disfrutaríamos de unas vistas espléndidas de las islas de los alrededores con sus playas. Una vez hecha la reserva nos fuimos de paseo por la playa y así descubrimos que los alojamientos más selectos se encontraban en el extremo sur, un camino peatonal llevaba a ellos y más allá una serie de chiringuitos en la playa ofrecían masajes, todos por el mismo precio 200 bahts la hora (algo más de 4 euros).

Regresamos a la otra playa a tiempo de dar un paseo hasta los islotes, la marea desciende tanto que puedes andar varios kilómetros mar adentro y rodear algunos de los peñascos más cercanos, en el camino encontramos varias estrellas de mar y caracolas que se habían quedado ancladas en la arena. Esa noche, los dos solos en nuestra playa particular disfrutamos de un picnic, habíamos comprado unas aceitunas y queso en una tienda con productos importados, aunque Laura llegaría en pocos días con un arsenal no habíamos podido vencer la tentación, abrimos la última lata de berberechos y disfrutamos del queso como hacía tiempo que no lo hacíamos, y eso que no era un buen queso manchego.

Tras dos noches allí nos dirigimos a Phuket, la famosa isla tailandesa, en el camino pretendíamos haber parado en Phangnga, cuya bahía es conocida por una película de James Bond, pronto comprobamos que las excursiones eran muy caras al ser sólo dos personas, pretendían cobrarnos 1.000 bahts por un paseo de una hora y media por la zona, mientras que por la excursión del día anterior habíamos pagado 700 con la comida incluida y había durado la jornada completa.

Andaman-II

 

Sin pensarlo mucho continuamos camino pensando en parar a comer en la carretera, pero sin quererlo llegamos a Phuket, las distancias son muy cortas y las carreteras excelentes, mejor así, disfrutaríamos de una comida frente al mar en una playa del norte, aún poco visitada por los extranjeros.

Mar de Andamán

Provincia de Trang

Aunque es la provincia de Krabi la que se lleva toda la fama, la provincia de Trang posee paisajes tan impresionantes como los de su vecina del norte. La ausencia de turismo extranjero también se aprecia en la falta de alojamientos y servicios, sí se encuentran algunas pensiones con turistas locales.

Ao Nang

Desde la bonita playa de Ao Nang se alcanzan a ver decenas de islas, islotes y pináculos que se adentran en el mar hasta las famosas islas de Ko Phi Phi, a casi cuarenta kilómetros de la costa.

A cuatro kilómetros al norte del núcleo urbano de Ao Nang se extiende la bonita playa de Hat Noppharat Thara N.P., desde donde se observan de forma espectacular los cambios de mareas, pudiendo adentrarse más de un kilómetro durante la marea baja y caminar junto a islotes que durante la marea alta están rodeados de agua.