Regateando en los canales de Damnoen Sadoak

10 de julio de 2007

Tailandia está repleta de ríos, de muchos de ellos surgen canales y subafluentes que cruzan muchos pueblos, formando auténticas vías de comunicación entre distintos puntos del país. Las regiones que rodean la capital, Bangkok, son las que más ríos y canales navegables poseen y en ellos se establecieron desde hace muchos siglos verdaderos mercados flotantes que ahora hacen las delicias de los visitantes.

Mercado-Flotante

A cien kilómetros al oeste de Bangkok se encuentra el más famoso de los mercados, Damnoen Sadoak, donde a las 10 de la mañana se acumulan los turistas que provienen de la capital en viajes organizados. Sin embargo a primera hora de la mañana y a lo largo de la tarde el lugar es tranquilo y el visitante que se aventure a pernoctar en la zona disfrutará de un ambiente agradable y tranquilo.

Mercado-Flotante-V

Cuando nos desviamos de la nacional siguiendo las indicaciones del mercado era ya la hora de comer, habíamos hecho un par de paradas previas en la zona para preguntar los precios de los tours en barca pero ninguno nos había convencido. Al entrar en la calle principal un hombre nos paró y nos ofreció sus servicios, 300 bahts por un paseo de unas tres horas comenzando a las 7 de la mañana, era por ahora la mejor oferta y, aún mejor, tenía un tranquilo aparcamiento sombreado con baño y duchas donde podríamos dormir. Por no precipitarnos continuamos un rato, pero no encontramos nada mejor, así que sin más regresamos y aparcamos bajo unos árboles.

Mercado-Flotante-VIAprovechando la tranquilidad del lugar salimos a caminar a media tarde, unos palmerales surcados por canales de agua cubiertos de verdín llamaron nuestra atención y entramos a inspeccionarlos, justo en el momento en que Rafa encendía la cámara oímos un ruido, provenía de unos veinte metros más adelante, Rafa pudo ver al cocodrilo entero, a mi sólo me dio tiempo a verle la cola. Un poco asustados nos alejamos de allí, sin antes escuchar como otro reptil se sumergía en las proximidades, recordamos que el dueño del negocio donde habíamos aparcado nos había invitado sonriente a bañarnos en el canal contiguo insistiendo en que no había cocodrilos ¡lo que no significaba que no los hubiera en los otros!

De nuevo en la carretera anduvimos un kilómetro hasta una barriada que nos llamó la atención, en ella las humildes casas de madera construidas sobre pilotes estaban rodeadas por aguas putrefactas, resultado de los vertidos de las propias viviendas y de la falta de un sistema de alcantarillado que separase estas aguas de las que ya de por sí inundan el lugar.

Mercado-Flotante-IIIAquí los niños jugaban entretenidos bajo las palmeras, aunque nuestra presencia pronto les sacó de su entretenimiento y corrieron como locos a que Rafa les hiciera unas instantáneas para luego poder verse en la pequeña pantalla. Sus padres, encaramados en lo alto de los cocoteros, cortaban los cocos para lanzarlos al suelo y alimentar con su leche y su carnoso fruto a las familias, el siguiente coco fue para nosotros, un hombre abrió hábilmente un agujero suficiente para beber el líquido y sacar la carne con una cuchara. Sentimos toda la hospitalidad del pueblo tailandés compartiendo esos cocos con esas familias humildes, las advertencias de algunos viajeros sobre las gentes de Tailandia se habían disipado por completo, como comprobaríamos cada día su amabilidad y simpatía eran reales, de corazón.

Muy contentos caminamos por los canales, esta vez parecía una zona más adinerada, las cuidadas casas de madera se extendían por las orillas, conectadas cada poco espacio por puentes, todas las casas tenían un pequeño embarcadero o un garaje para guardar las canoas con las que se mueven de un sitio a otro, la ausencia de vehículos permitía pasear sin ser molestado por motores, aunque de vez en cuando alguna canoa motorizada rompía la paz durante unos segundos.

Mercado-Flotante-IVNos acostamos con ganas de que llegara el siguiente día y vivir el animado mercado. Antes de las siete de la mañana ya estábamos listos, un hombre vino con su canoa y nos acoplamos, era toda para nosotros dos. Primero navegamos por canales solitarios, zonas residenciales donde los ancianos se aseaban junto al agua, también por anchos canales con negocios en las orillas, durante la primera hora sólo nos cruzamos con otras dos parejas de extranjeros, el resto eran mujeres tailandesas que se dirigían al mercado a vender sus productos.

Cuando por fin llegamos al mercado aún estaba despertando, fue fácil darse cuenta de que estaba al 90% enfocado al turismo, en las orillas abundaban las tiendas de recuerdos, y en el agua las mujeres vendían sobre todo fruta fresca, fruta que ofrecían a precio de oro a los extranjeros, tomarnos un café en la barca nos costó el doble que en tierra firme. Pocas eran las barcas que vendían verduras y pocos los tailandeses que se acercaban a rellenar la cesta de la compra en ese lugar.

Allí, flotando entre barcas gobernadas por mujeres cubiertas con bonitos sombreros de bambú, no sólo podías comprar fruta o tomarte un café, también era posible desayunar una sopa de fideos o probar unas tortitas locales, el espectáculo está garantizado.

Mercado-Flotante-IISi navegar fue divertido casi lo fue más caminar por el entramado de madera de las orillas, nosotros desembarcamos en el momento justo en que aparecían las hordas de turistas. A muchos viajeros les habría agobiado ver a tanto turista en las barcas, más que a mujeres con sombrero, pero desde la orilla, sentada en una banqueta desayunando una sabrosa sopa de verduras y tofu, me divertí como nunca, escuchaba como las mujeres que venden la fruta trataban de engañar a unas extranjeras muy rubias pidiendo por un mango el triple de su precio, otra con los plátanos y la más lista con los sombreros de bambú como souvenir, la mayoría de los turistas caía como moscas. Quizás a las once fue el momento álgido, ya sólo se veían cabellos rubios, la mujer de los plátanos y los pomelos pasó por veinteava vez junto a nosotros, Rafa le hizo una decena de retratos, lo gracioso fue verla en la mayoría de las postales y fotografías de Bangkok y Chiang Mai, la cara más famosa de Tailandia… jajaja.

Salimos huyendo de los vendedores que trataban de llevarnos a sus puestos de ropa y recuerdos, esa misma tarde entraríamos en Bangkok, entre los humos de cientos de vehículos y el ruido de las miles de motos.

Mercado de Damnoen Sadoak

El pueblo de Damnoen Sadoak y sus alrededores están llenos de canales, algunos de los principales llegan hasta Bangkok, que dista 35 Km del lugar.

Numerosos canales de agua surgen de los ríos en Tailandia, muchos pueblos, en vez de aceras tienen canales y a ambos lados de estos se construyen las casas, sostenidas en su mayoría por estructuras de madera. El mercado tradicional en los canales es una de las tradiciones más arraigadas en Tailandia, al ser tan especiales también se han convertido en un importante reclamo turístico. No sólo se tiene que ir a comprar al mercado, algunas mujeres apostan sus barcas en lugares estratégicos donde otros vendedores o turistas pueden tomarse un cafe, un mango bien cortadito o unos noodles. El 90% de las barcas son llevadas por mujeres, que lucen graciosos y aparatosos sombreros fabricados en bambú.