Antioquía, la expansión del cristianismo

21 de octubre de 2005

Antioquía-IILeíamos por todas partes que la ciudad de Iskenderum, antigua Alejandretta, no tenía ningún interés en la actualidad; pero no podíamos dejar de pasarnos por allí para comprobarlo. Indiana Jones es uno de nuestros ídolos, y habíamos visto recientemente La Última Cruzada, se lo debíamos. Dejamos atrás la ciudad de Adana, con sus dos millones de habitantes, una de las pocas zonas donde se han dado casos de malaria en Turquía. Y seguimos por una autopista que en menos de una hora nos llevó hasta allí. A lo lejos distinguimos el puerto con sus enormes grúas, un paisaje no demasiado bello. Entramos a la ciudad desde el norte y tras recorrer una buena parte en coche nos dimos cuenta de que todas las críticas son ciertas, poco que hacer por allí. Aún así aprovechamos la visita, compramos dos bidones de 19 litros de agua y llenamos el depósito con la ayuda de unos hombres muy amables.

Por donde sí sabíamos que merece la pena darse una vuelta es por Antakya, la antigua Antioquía, aunque sólo fuera para visitar su famoso Museo Arqueológico, el mejor del mundo en mosaicos de la época romana. Cuando llegamos allí estaba atardeciendo y había un tráfico infernal, sin saber muy bien cómo, y detrás de un todoterreno francés, salimos del barullo, y conseguimos aparcar en un tranquilo parque a escasos metros del centro. Teníamos en mente pasar una noche en un hotel antes de entrar en Siria, y parecía un buen lugar. En la calle principal encontramos un hotel, nos ofrecía una habitación doble con baño por 45 millones, desayuno incluido, nos parecía un poco caro para Turquía (27 euros), pero aceptamos, estábamos bastante cansados. Volvimos a la furgo para coger unas cosas, incluido el ordenador por si trabajábamos un poco o veíamos una película esa noche.

Antioquía-IV

Como ya era de noche nos dimos un corto paseo por el centro, hacía bastante frío, contra pronóstico. Fuimos a un cybercafé a chequear el correo y ponernos al día de las noticias, y luego compramos algo para cenar y nos lo subimos a la habitación, lo único que queríamos era tumbarnos y descansar, necesitábamos fuerzas para el nuevo país. Ya visitaríamos la ciudad al día siguiente, teníamos tiempo de sobra, era viernes y no pensábamos cruzar a Siria hasta el domingo por la mañana.

Antioquía-IIIPor la mañana, tras el típico desayuno turco, recogimos las cosas y pasamos por la furgoneta a dejarlas, y a ver qué tal había pasado la noche, sin contratiempos. Junto al parque donde habíamos aparcado vimos un edificio oficial que nos recordó que nos encontrábamos en lo que fue el ‘Reino de Hatay’, la historia de esta ciudad es asombrosa.

Fuimos directamente al museo recorriendo la orilla norte del río Orontes. El museo resultó muy interesante, en primer lugar tenía un enorme sarcófago en muy buen estado, una maravilla, y luego varias salas de mosaicos, su elemento estrella. Por último tiene unas salas sobre historia, y encontramos en ellas algunos objetos hititas que nos sorprendieron gratamente. Tras visitar el museo nos dimos un largo paseo por la ciudad, en vez de mezquitas buscábamos una iglesia católica y una sinagoga. La primera la encontramos en un callejón sin salida, entramos a verla con curiosidad. Es un sitio agradable, con un patio interior lleno de frutales, dos salas para dar misa y una azotea con buenas vistas. A la sinagoga no llegamos, no dejábamos de pensar en Siria y decidimos acercarnos a la frontera y dormir por allí.

Antioquía

Al salir de la ciudad nos acercamos a la Iglesia Cueva de San Pedro, a tres kilómetros del centro. Era la hora de comer y nos tocó esperar algo más de media hora a que volviera el encargado. En esta iglesia parece ser que predicaron San Lucas, San Pedro y San Pablo, siendo centro de la expansión del cristianismo hacia occidente. La entrada costaba 5 millones, yo estaba muy a gusto observando el paisaje así que entró sólo Rafa a visitar la iglesia, no salió excesivamente emocionado con la visita.

Ya no teníamos nada pendiente por hacer, sólo recorrer los escasos sesenta kilómetros que nos separaban de la frontera, allí nos dirigimos.

Antioquía

Antakya (Antioquía) tiene una historia muy rica. Fue fundada junto al río Orontes por Seleuco I (general de Alejandro Magno) en el año 300 a.C.. Creció hasta convertirse en una ciudad de más de medio millón de habitantes. En la época romana acogió a una importante comunidad cristiana (creada a partir de la ya numerosa comunidad judía) cuyo líder fue San Pablo. A ella llegaron y en ella se quedaron a vivir San Pedro y San Pablo. Parece que aquí se acuñó la palabra ‘cristiano’. Es patriarcado de cinco vertientes del cristianismo, aunque ninguno de los patriarcas habita ya la ciudad. Por ella lucharon muchos pueblos hasta que en 1268 los mamelucos de Egipto la destrozaron.

En su historia más reciente Antioquía perteneció al imperio otomano hasta 1831, cuando Egipto la tomó de nuevo. Los turcos la recuperaron pero en el reparto que hicieron Francia e Inglaterra de Medio Oriente pasó a formar parte del Protectorado Francés de Siria. En 1939, y por un corto período de tiempo, se proclamó estado independiente bajo el nombre de Hatay.

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial Ataturk vio el interés estratégico de la ciudad y se la anexionó, hecho que no agradó a la vecina Siria, que aún hoy en día incluye la ciudad en algunos de sus mapas oficiales.