Gallipoli, la gran batalla

2 de enero de 2006

Dejamos en el aeropuerto a Ricardo y Laura, que regresaban ya a Madrid después de pasar la Noche Vieja en Estambul, y nos dirigimos los cuatro hacia la península de Gallípoli, en busca de las huellas de la famosa batalla de la I Guerra Mundial. David y Alonso no habían comido nada y eran las cinco de la tarde, así que hicimos un alto en el camino para que saciaran su apetito. Estimamos la distancia hasta nuestro destino en 250 kilómetros, pero nos equivocamos, al cabo de más de cinco horas pudimos comprobar que la ansiada península dista más de 350 kilómetros de Estambul, y que, para desesperación nuestra y de nuestros invitados, la carretera se encuentra en muy mal estado. Nuestro mapa de carreteras mostraba una comarcal que recorría la costa a partir de Tekirdag, pensamos que sería una buena opción a la desastrosa nacional llena de socavones por la que veníamos; de nuevo nos equivocamos, sólo era transitable en verano, debía ser poco más que un camino de cabras. Volvimos a la nacional y seguimos camino. A las once de la noche llegábamos a Eçeabat, donde no fue difícil encontrar un hostal y un restaurante donde reponer fuerzas.

Gallipoli-IIRafa y yo pernoctamos aparcados en la misma plaza del pueblo. Por la mañana nos reunimos los cuatro y, tras informarnos del horario de autobuses de vuelta a la gran ciudad, fuimos en busca de lo que hace famoso este lugar: las huellas de la gran Batalla de Gallípoli. A pocos kilómetros al norte de Eçeabat encontramos un primer museo conmemorativo, con una tienda y una enorme sala que recogía la tradición «luchadora» del pueblo turco-otomano. De allí fuimos a un segundo museo (entrada 3 millones) con fotografías de la época y expositores con objetos relacionados con la batalla: armas, huesos con balas incrustadas, trajes de los distintos ejércitos, etc. Nuestros pasos nos llevaron a la Playa de Anzac, donde se llevó a cabo el desembarco de las tropas aliadas; ya aquí pudimos ver los primeros cementerios. Ascendiendo hacia la colina donde acaecieron las peores batallas, Conkbayiri, vimos más cementerios y monumentos conmemorativos, hasta llegar a lo más alto donde encontramos unas trincheras claramente restauradas para deleite de los visitantes.

GallipoliEl tiempo no acompañaba nada, y el autobús que llevaría de vuelta a Alonso y David a Estambul salía a la 1 de Eçeabat. Regresamos con tiempo para tomar un çay en una tetería junto al puerto, uno de estos lugares auténticos que hay en todos los pueblos. Los demás clientes nos miraron como a extraterrestres durante unos minutos y luego continuaron con sus entretenidas partidas, alguno se quedó mirándome más tiempo, no es muy corriente ver a una mujer en este tipo de locales. Alonso inmortalizó la escena con algunas fotografías, mientras David nos dibujaba a Rafa y a mí (caricaturas que guardamos con mucho cariño). Se acercaba la hora; nos despedimos de los dos tras intercambiar las direcciones de email, les esperaban más de cinco horas de autobús.

De nuevo solos, pero no por mucho tiempo, nos dirigimos al sur, a la cercana población de Kilitbahir, que guarda una de las fortalezas otomanas que protegen el estrecho de los Dardanelos de los ataques enemigos. Junto a la misma entrada de la fortaleza nos acomodamos para pasar lo que quedaba del día. La entrada a la fortaleza cuesta 4 millones, la visitaríamos al día siguiente.

Gallipoli-IVPor la mañana desayunamos con la compañía de los delfines, que saltaban mar adentro, a unos cincuenta metros de la orilla. Ya eran más de las once de la mañana y allí nadie aparecía para abrir la fortaleza, quizás era el día de descanso. Una hora más tarde nos fuímos de allí sin que el responsable del lugar hiciese acto de presencia.

Gallipoli-IIIAunque la única relación entre el pueblo de Gelibolu (antes Gallípoli) y la famosa batalla es el nombre, pensamos que estaría bien echarle un vistazo. Es un tranquilo pueblo pesquero con poca actividad en invierno. Tiene un pequeño museo dedicado a Piri Reis, cartógrafo de principio del siglo XVI, al que se le atribuye el denominado Mapa de Reis, de 1513, en el que aparece por primera vez el continente americano al completo. Estuvimos esperando casi media hora a que el encargado del museo volviera del descanso para comer, no apareció, y nosotros nos quedamos con las ganas, ¡¡no era el día de las visitas!! En este caso sabemos que no era el día de cierre, porque un hombre que tenía un puesto a cinco metros del museo nos lo confirmó, el mismo se preguntaba dónde estaría el guarda. Quizás en otra ocasión tengamos más suerte.

Gallipoli-VEra 4 de enero y Jorge y Carlos aterrizaban el día 7, teníamos tiempo de sobra para cruzar a la cercana Grecia y abastecernos con otras dos botellas de gas, así tendríamos autonomía para un año. Sabíamos que en Turquía podíamos rellenar las botellas en las fábricas de gas butano, pero lo que no tienen es suministro de muchos productos campingaz, y queríamos comprar las dos botellas. Además hay que tener en cuenta que nos encontrábamos a pocos kilómetros de Ipsala, una de las fronteras, y que Alexandropoulis dista de ella treinta y cinco kilómetros. Fue coser y cantar, cruzamos la frontera, compramos las botellas y regresamos, ¡¡lo mismito que en Kilis!!, incluso nos dieron la opción de un nuevo visado por si queríamos estar hasta abril, no nos interesaba, ya estábamos pensando en Irán.

La Batalla de Gallipoli

En la larga playa de arena de Anzac, el día 25 de abril de 1915, se desarrolló el desembarco de las tropas aliadas durante la I Guerra Mundial. Estas tropas estaban formadas por fuerzas de combate de Inglaterra, Francia, Australia y Nueva Zelanda, pretendían invadir Turquía y controlar el Estrecho de los Dardanelos, un lugar estratégico que une el mar Mediterráneo con el mar Negro.

La Batalla de Gallípoli está considerada como la batalla más cruenta e importante de la I Guerra Mundial. Se saldó con la victoria turca y más de medio millón de bajas entre muertos y heridos. Cada mes de abril acuden a la región cientos de jóvenes para recordar aquellos días, en su mayoría Australianos y Neozelandeses.

La campaña militar se prolongó durante varios meses, hasta enero de 1916. Y el resultado fue más de un 50% de bajas en ambos bandos, siendo las divisiones Anzac las que más sufrieron (estaban formadas por unidades de Australia y Nueva Zelanda). La ineptitud de los mandos británicos provocó todo tipo de críticas en Australia y Nueva Zelanda. Los ejércitos aliados tuvieron que retirarse, tras toparse en la batalla con los soldados del turco Mustafá Kemal, que más tarde acabaría siendo presidente de la nación turca bajo el nombre de Kemal «Atatürk» («padre de los turcos»).